• Capítulo 16 •

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16:

" Hoy no será la única noche. Hoy te entregaras a mi por completo. Hoy es la primera de todas las noches en la que te haré mía, Elizabeth..."

La luna iba a ser la única testigo de esa noche

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La luna iba a ser la única testigo de esa noche. Allí, solo los dos, en ese pequeño rincón de Kattegat, Elizabeth y Ragnar se entregarían de una vez al deseo prohibido que los había atormentado por tanto tiempo.

Elizabeth besó con pasión y sin escrúpulos la boca del hombre que tanto había deseado. Ragnar, despacio y con la mayor cautela posible, fue guiando el cuerpo aún húmedo de Elizabeth hacia la improvisada cama que había armado para ambos sin despegar su boca de la de ella. Se sentía tonto, idiotizado y hasta ilusionado con la muchacha. Desde aquella noche en que casi se habían besado, los pensamientos de Ragnar se ocupaban de imaginar como y cuando sería la esperada noche en la cual Elizabeth pudiera entregarse a él.

Y allí estaba.

La joven se estaba entregando en cuerpo y alma a ese extraño hombre del norte que había logrado cautivar no solo sus ojos, sino todas y cada una de las sensaciones nuevas de la muchacha. Con delicadeza, Ragnar dejó que la muchacha caiga de espaldas sobre las pieles mientras él se deshacía de su ropa superior. Si bien en el afuera no hacía calor, éste par poco a poco estaba subiendo su temperatura. Se colocó justo sobre ella y fue proporcionando cortos besos sobre su rostro. La muchacha se encargaba de cerrar sus ojos y dejarse guiar por la experiencia de él. Sus manos poco a poco fueron acariciando la espalda de Ragnar, sintiendo bajo su tacto las múltiples cicatrices que éste poseía.

A su mente vino la imagen de la primera vez que había visto a Ragnar. Sus ojos azules la habían hipnotizado con solo posarse sobre ella. Temerario, valiente y astuto, él sabía muy bien que Elizabeth no era como cualquier mujer, por eso no sólo la había dejado vivir, sino que también se la había traído para él.

Y allí estaban. Ragnar comenzó a descender con sus besos, sintiendo la suavidad de su piel y el poco brillo que ésta tenía, iluminada apenas por la luz intrusa de la luna. Se sentía su dueño, su amo. Se sentía con la autoridad suficiente como para creerse el único capaz de poseerla. Sus manos recorrieron poco a poco cada centímetro de la blanca piel de Elizabeth, provocando que ésta se erice cuando sus dedos curiosos, rozaban apenas sus partes más íntimas.

Comenzó a besar su pecho, ganándose leves gemidos de ella. Intentó ocultar una sonrisa traviesa, pero ¿Qué más daba? hoy serían solo ellos, y no le importaba que Elizabeth supiera lo contento que lo ponía saber que le gustaba lo que él le hacía. Sus manos no dejaban de tocarla ni por un segundo, no quería desaprovechar nada de ese momento. Mientras tanto, Elizabeth subía y bajaba sus manos por los musculosos brazos de Ragnar, sintiendo cada cicatriz, cada vello, cada centímetro de su piel.

Lothbrok ascendió su rostro hasta posarse justo frente a ella — Yo te guiaré, Elizabeth. Tú solo dejate llevar — bajó una de sus manos hasta la intimidad de Elizabeth, moviendo apenas sus dedos sobre ésta, provocando que la muchacha gima al instante — Tócate.

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora