• Capítulo 32 •

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32: 

” Saluda a Seren, Ragnar. "

Aren aspiraba y suspiraba con dificultad

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Aren aspiraba y suspiraba con dificultad. No solo había sido Ragnar quien se había vengado estos días a través de golpes y matandolo lentamente de hambre y sed, Bjorn y Torstein también habían hecho su parte. Pero para el guerrero, no era esperable su próxima visita.

Cuando escuchó la puerta del granero abrirse, siquiera se tomó el tiempo de ver quien era. Ya no le importaba.
Sea quien sea, venía a vengarse por lo que le había hecho a Elizabeth, y sabía que lo merecía.
La culpa no le permitía dormir o conciliar el sueño siquiera por una hora. Estaba herido, culposo y muriendo de dolor.

Dolor físico y espiritual.

Sintió algunos pasos acercarse, hasta que se detuvieron frente a él, aunque seguía con su cabeza gacha. Sus muñecas estaban lastimadas por causa de las cadenas que jamás habían abandonado su cuerpo.
De repente, una mano se posa en su frente, corriendo los mechones sueltos de su pelo castaño.

Eso lo confundió.

Esperaba golpes, como todas las veces que alguien venía a verlo.

Elevó sus ojos y se topo con el rostro angelical de su dulce Elizabeth. Esa joven que había logrado enamorarlo, pero por culpa de su envidia, había arruinado. Luego de admirar sus ojos, notó como aún de cuclillas, un pequeñísimo vientre abultado se hacía notar.

— ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? — pregunta el hombre herido y moribundo.

— Bien... Ahora estoy bien. — aclara Liz.

Elizabeth no podía negar quien era.
Le dolía ver al hombre que supo quererla y cuidarla en ese estado. Aren era un muchacho sumamente dulce y cariñoso, y sabía que habían sido los celos los que lo habían enloquecido. Fue un segundo, un simple momento, pero a la joven le costaba perdonar su accionar.

— Lo siento tanto, Elizabeth...— murmuró Aren antes de bajar la mirada y romper en llanto, — No sabes cuanto me arrepiento de haberte herido de esa forma.

Liz siseó y acarició suavemente su cabello. Le dolía ver sus ojos aguados y dolidos, esos ojos que alguna vez le transmitieron tanto amor.

— Siento todo lo que ha pasado entre nosotros, Aren, pero debes entender que ahora tengo que cuidar de la vida de alguien más. — murmuró en tono suave, refiriéndose a su pequeño bebé — Y casi...nos matas.

— ¿Vienes a asesinarme?

Ignoró la pregunta y aunque le dolía, prosiguió — Debes partir, Aren, pero por el amor que me brindaste, por como me supiste cuidar y defender...quiero que dejes de martirizarte.

La joven no sólo quería terminar con la vida del guerrero por venganza, sino por respeto. Estaba segura que su martirio había durado demasiado, que ya había pagado por el daño que le había provocado y deseaba que Aren parta de una vez de éste mundo.

Más allá del destino • [ Vikings] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora