Kyogre se quedó pasmado de escuchar la declaración del otro.
¿Qué había conocido al mismísimo creador? Eso resultaba un tanto increíble…después de todo, se trataba de un pokemon que había existido hace millones de años y que tenía su lugar en lo alto, todavía más arriba que los cielos. Muy pocas de sus creaciones habían podido conocerle. Muchos de los seres míticos que habitaban y protegían el mundo eran creaciones "jóvenes" que no habían visto nunca a su creador directamente. Sin embargo, Kyogre se encontraba entre los que sí habían tenido el privilegio, y aparentemente Groudon también.Cuando consiguió salir de su asombro, el pokemon pez se acercó un poco al otro y habló:
—Cuéntame de eso, por favor—pidió.
El otro se giró para verle: también estaba confundido de que Kyogre conociera al creador, porque de haber sido así, entonces ambos tenían más en común de lo que hubieran podido imaginar.
—Él me hizo para crear los continentes: compactar las tierras y formar la geografía del mundo. Levantar montañas, volcanes y cordilleras. Todos los relieves y fallas geográficas…las placas que sostienen a las regiones, los desiertos y las laderas. Todas son obra mía, y también la sequedad, la dureza o la fertilidad de una tierra u otra. Eso fue hace ya miles de años, incluso antes de que bajara Rayquaza…
— ¿Rayquaza?—repitió el otro, todavía más sorprendido— ¿Tú lo conociste?
—Así es.
—N-no lo comprendo…—soltó Kyogre, sacudiendo un poco la cabeza—Si yo también le conocí…tú y yo vivimos en la misma época.
Groudon no iba a rebatir aquello. Repentinamente su cerebro hizo la relación de Kyogre y el mar: su habilidad para traer la lluvia y manipular las olas.
— ¿El creador te trajo…para darle sus aguas al mundo, no es así? Después de que ya estuvo hecha la tierra y el suelo.
—Así es…
El pokemon rojo volvió la cabeza y se quedó con la mirada fija en la lejanía. ¿Qué era todo aquello? ¿Cómo era posible que dos mega criaturas tan poderosas y artífices de tanta creación magnifica no se hubieran conocido, siendo que habían estado habitando la tierra juntos en la misma época? ¿Sería que habían estado en dos puntos diferentes del planeta, y por eso sus caminos no se habían cruzado? Groudon no podía dilucidarlo.
—Estoy confundido—declaró al fin.
Kyogre no estaba mejor. Sin embargo, se aventuró a preguntar algo más.
—Cuando tú creaste los continentes no había nada de agua, imagino.
—No.
— ¿Y atmosfera?
—Tampoco.
—Significa…que el creador te hizo primero. Luego debió crear a Rayquaza, porque cuando yo llegué ya había suelo y aire. ¿Será que…?—soltó el pokemon, ocurriéndosele una posibilidad— ¿Será que cuando acabaste de crear los continentes te marchaste a descansar, y mientras yo traía las aguas no nos encontramos?
El otro abrió expresivamente los ojos y la boca. ¡Por supuesto! De eso tenía que tratarse. Sonrió levemente, aliviado de que el pokemon azul pudiera llenar el hueco faltante en esa parte de la historia de ellos, porque además y con lo que llevaba conociéndolo, nunca hubiera podido imaginar la terrible destrucción que ambos habían causado al mundo por el odio tremendo que en algún momento se habían tenido.
—Es muy posible—dijo. Luego añadió: —Eres un pokemon listo.
—Gracias—respondió el otro, halagado. Después soltó otra pregunta que traía en la cabeza—. ¿Has sabido algo de Rayquaza desde que despertaste?
—Eso mismo te iba a preguntar. Lo último que recuerdo de él fue que se dedicó a crear la atmosfera: los vientos, y las nubes y los truenos…Sé que se hizo un hogar allá en las alturas—dijo, desviando su mirada hacia el cielo— pero más allá de eso no he vuelto a saber nada.
—Tampoco yo. Pasé con él un tiempo muy breve—dijo, al tiempo que sonreía—. Él es un pokemon muy simpático y sabio.
—Lo es. Y muy paciente también.
— ¿Habrá alguna forma en la que podremos llamarlo alguna vez?
—No lo sé…sería bueno, pues podríamos preguntarle las cosas del pasado que no recordamos o sabemos. Seguramente desde arriba él se enteraba de todo.
—Apuesto a que sí.
Y eso fue todo. Todo lo que ambos pokemon pudieron sacar en claro de su pasado en común. No apostaron por otras posibilidades, pues la que Kyogre había conjeturado había dejado a ambos satisfechos, y ponerse a inventar otras opciones hubiera podido arruinar el balance armónico que se había establecido entre ellos. No estaban conscientes de eso, pero en su interior así lo sintieron y prefirieron dejar las cosas como estaban.
El gran pokemon rojo volvió a sentarse en la orilla con el agua subiendo por sus patas, mientras el sol comenzaba su descenso allá en la lejanía. Kyogre se quedó pensando un momento, y al cabo de un rato, soltó:
— ¿Sabes?—dijo, llamando la atención del mayor—Me hubiera gustado mucho que nos hubiésemos encontrado antes, durante la creación.
Groudon volvió la cabeza para verle. Las pequeñas olitas que golpeaban suavemente el cuerpo grande y azul de Kyogre servían para esconder el leve rubor que le había subido.
— ¿A sí?—soltó el otro desinteresadamente— ¿Por qué?
El otro sonrió aún más, con una sensación agradable revolviéndose dentro de él. Con un leve impulso se adentró en el agua, preparándose para marchar.
—Pues porque me hubiera gustado pasar todo ese tiempo contigo—confesó—. Eres un gran sujeto.
El aludido ladeó un poco la cabeza. Estaba tan desapegado a los sentimientos de afecto, que no caía en cuenta de lo que aquellas palabras en realidad encerraban. Ni siquiera el gesto emocionado y sonriente del menor alcanzaban a darle algún indicio de lo que el pokemon azul intentaba decirle.
—Miles de años es demasiado tiempo—soltó por fin, sin poder imaginar la idea de pasar tanto tiempo al lado de alguien, y considerando lo callado que era él y lo conversador que era Kyogre a veces, la idea no resultaba del todo tentadora. Sin embargo y aquella noche, cuando volvió a caer en el tema, se dio cuenta de que tanto silencio en su solitaria vida tal vez habían acabado por moldear su ahora taciturno carácter.
—Tal vez—respondió el pez, sin perder la sonrisa— pero igual me hubiese gustado probar.
Se despidió con un sencillo gesto y se sumergió. Groudon observó la gigantesca mancha oscura bajo las aguas alejarse rápidamente y perderse de vista. Luego volvió a mirar el cielo, el que dentro de poco comenzó a tornarse naranja, luego purpura y finalmente la noche acaeció. Se volvió para observar su isla y ver que varios de los brotes nuevos se habían estirado un poco con el pasar de las horas. Calculó que mañana muchos de ellos ya comenzarían a dar sus colores y aromas, y en algunos días más los arbustos florecerían y todo comenzaría a llenarse de vida. Se sintió feliz de tener un lugar propio, tranquilo y a la medida de sus exigencias, en donde nadie llegaría a molestarle. Podría pasar largas temporadas durmiendo y otras tantas experimentando con su propio pedazo de tierra. Quién sabía. Después de todo, tenía la facultad para remodelar los suelos a su antojo, y si alguna vez quería un volcán o una pequeña montaña en su isla, se la haría él mismo.
Con esto en mente el pokemon sonrió satisfecho, caminó alejándose de la orilla y echando su pesado cuerpo sobre la arena, se fue a dormir.
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
Canción de las olas (KyogrexGroudon)
FanficEsta historia está parcialmente basada en el génesis de pokémon (y los juegos), que pueden leer en Wikidex. Así mismo, están modificados algunos eventos de este génesis canónico tanto en orden como en hechos, pero sigue siendo bastante similar al or...