Capitulo 16

264 22 3
                                    

El rugido de Groudon sacudió por entero la isla y espantó a los Wingull que estaban allí. El pokemon rojo tenía su coraza al rojo vivo y el agua alrededor de sus patas se evaporaba, rodeándolo de una nube densa de vapor caliente. Hacía más de una hora rugía y maldecía su debilidad al agua y su incapacidad para nadar. Odiaba el estar encerrado en aquella isla que alguna vez le había dado felicidad y ahora se había convertido en su prisión; una prisión sin rejas que lo tenía para siempre allí anclado. La búsqueda de su paz y soledad se habían vuelto repentinamente en su contra.

— ¡Maldita sea!—rugía el pokemon, presionando la arena entre sus dedos— ¡Malditos humanos! ¡Pagarán por esto, juro que los haré pagar!

Todavía no tenía idea de cómo, pero se vengaría de los que le habían arrebatado a Kyogre. Si se atrevían a hacerle daño no habría agua suficiente en el mundo para salvarlos de su ira.

Una fuerte ráfaga de viento salado sopló por encima de la isla, pero él no pudo sentirla. Los Wingull, que vivían navegando en las corrientes de aire, la sintieron antes de venir y se levantaron de su sitio graznando y tratando de llamar la atención del pokemon. Groudon los escuchó y levantó la cabeza. Al instante le pareció escuchar un sonido distante que provenía desde el mar. Observó en la lejanía y vio algo que lo dejó pasmado: un pokemon venía a toda velocidad corriendo por sobre el agua...jamás había visto una cosa así por lo que se tardó un poco en salir de su impresión.

El aparecido llegó junto con una segunda brisa fuerte y salada. Se detuvo a varios metros de la orilla y caminó el último tramo para descansar de su carrera de varios miles de kilómetros de recorrido. Groudon enseñó los dientes como siempre hacía ante los desconocidos, pero éste en particular le resultó de algún modo familiar. Cercano. No tenía el aire de ser su enemigo a pesar de su mirada austera. El pokemon sin embargo era hermoso, elegante y soberbio, eso tuvo que reconocerlo.

— ¿Quién eres?—quiso saber Groudon.

El recién llegado le miró fijamente un momento: luego desvió su mirada abajo en un repentino gesto de respeto que desconcertó al mayor.

—Soy uno de los hijos del agua—dijo, agachando un poco la cabeza en gesto solemne—, Suicune. Soy una de las creaciones jóvenes de nuestro señor.

—Por eso no me resultas conocido—dijo Groudon frunciendo el ceño.

—Entei me habló de ti: él es mi hermano. Me dijo que el hacedor de los continentes estaba en pie y caminaba por esta tierra. Es un honor poder conocerte.

— ¿A qué has venido y cómo has sabido que estoy aquí?—quiso saber el pokemon mayor saltándose las formalidades, que no eran lo suyo.

Suicune no se mostró sorprendido, pues su hermano le había comentado respecto del carácter áspero del pokemon que tenía en frente.

—Kyogre es el océano y yo soy parte de él—explicó el más joven—, es por ello que he venido a saber de ti y de donde te encontrabas. Pero también tengo tratos con el viento—dijo, volviendo la cabeza mientras una suave brisa movía la espuma que le coronaba—, y es por él que tu rugido de furia ha llegado hasta mí. El mar ya me ha hablado y sé que los humanos han venido finalmente por nuestro guardián.

—Así es: se lo llevaron hace un rato. No pude detenerlos, se fueron por mar...

—Es por eso que estoy aquí—dijo Suicune mostrando una imperceptible sonrisa—. Como parte que soy del océano he venido a ayudarte a recuperarlo. Mis poderes no son tales como para hacer frente a los humanos y sus armas, pero si puedo hacer algo para que tú puedas rescatarlo, lo haré. Tú eres uno de los primeros hijos de la creación, así que confío en que podrás traerlo de regreso.

Canción de las olas (KyogrexGroudon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora