Toda la noche Kyogre estuvo dándole vueltas a los nuevos recuerdos que ahora poseía. Cada vez iba sacando más cosas en claro, pero el dolor en su corazón no hacía más que volverse oscuro y profundo, tal como los abismos marinos. Lloró amargamente al comparar ese pasado tan duro y cruel con el tiempo apacible que había pasado al lado de la misma criatura a la que había intentado destruir, preguntándose cómo era posible todo aquello. ¿Cómo las circunstancias habían cambiado tanto la forma en que dos seres podían entenderse? Despreció una y mil veces a los humanos por haber arruinado su tranquilidad y amenazar de muerte los sentimientos que habían echado raíces dentro de él. No quería desprenderse de ellos, pero tampoco quería revivir las situaciones del pasado y llegar a sentir odio por su amado Groudon.
Sin embargo, todo aquello también guardaba algo de positivo: pequeño, pero lo tenía. Kyogre pudo recordar gratos momentos del pasado, tanto junto a las criaturas del mar como a sus hermanos, los hijos del creador. Pudo recordar muchos momentos previos a su encuentro cataclísmico con Groudon al lado de su querido hermano Rayquaza, pero nada fue suficiente para apaciguar la herida latente que ahora tenía al saber su cruda realidad con la única criatura a la que había sabido amar.
Amar a alguien y odiarlo a la vez. Él nunca se había referido a aquello de esa forma.
Muy temprano decidió salir a ver a Groudon. El pokemon debía salir de allí y buscar un nuevo refugio. Él intentaría ayudarlo, pero después de eso dejarían de verse por el bien de ambos y de los demás. Nadó en dirección del lugar en donde le había dejado, imaginando que el pokemon le atosigaría con preguntas por lo ocurrido el día anterior. Intentaría explicarle cuanto pudiera, se lo merecía después de haberse arriesgado y haberlo salvado. En cuanto subió a la superficie, vio al pokemon de tierra de pie cerca de la orilla, mirando hacia la lejanía.
Él titubeó un poco antes de acercarse y llamarlo.
—Groudon...
El otro dio un respingo y giró la cabeza para verle. Tenía el ceño fruncido y una mirada amenazante. Kyogre lo supo comprender.
—Yo...
—Vete—ordenó Groudon repentinamente.
El pokemon azul bajó un poco la cabeza, bastante dolido. Él hubiera deseado haber podido ser tan frío para tomar decisiones así, pero le costaba demasiado desligarse de él...
— ¡Vete!—volvió a decir Groudon, girándose enteramente y levantando la voz.
El otro retrocedió un poco, creyendo que el pokemon reaccionaría de manera agresiva. Después de todo, ahora sabía lo que en verdad era capaz de hacer, pero le costaba imaginar que de un día para otro Groudon lo desechara de aquella forma.
—Vine para llevarte a otro sitio...—trató de decir Kyogre.
Groudon enfureció y entró en el agua, empujándole por la cabeza para que se alejara.
— ¡Te digo que te vayas!—exclamó— ¡Esos malditos están aquí de nuevo!
— ¿Eh?—soltó el menor.
Escuchó un sonido extraño acercándose rápidamente y miró en la misma dirección en la que Groudon miraba anteriormente. Uno de los yates del equipo Aqua que había sobrevivido a la destrucción del día anterior se acercaba rápidamente a la isla, y muchos pokemon de agua venían con él. Kyogre no pudo dar crédito a lo que veía, pero rápidamente sintió temor de que otra vez pudieran hacerle pasar la experiencia del día anterior. Este temor le impulsó a alejarse de inmediato de allí, pero su consciencia le hizo detenerse en seco.
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Canción de las olas (KyogrexGroudon)
FanfictionEsta historia está parcialmente basada en el génesis de pokémon (y los juegos), que pueden leer en Wikidex. Así mismo, están modificados algunos eventos de este génesis canónico tanto en orden como en hechos, pero sigue siendo bastante similar al or...