―¿Estás bien ya? ―preguntó Lehaké con preocupación.
―Sí ―murmuré, separándome de él con dificultad.
Se puso de pie también y me miró un momento de arriba abajo. Luego se dio la vuelta y rebuscó en un armario para darme la ropa que debía llevar mi cuerpo. Me quité la bata del hospital sin pensarlo y él se giró en el acto para darme la espalda de nuevo. Su gesto llamó mi atención, porque me pareció nervioso.
―¿Pasa algo? ¿Mi cuerpo no está bien? ―pregunté, con la voz temblorosa por el dolor que aún me quemaba la garganta.
―Tu cuerpo está bien... Bueno, te faltan un par de pucheros, como diría mi madre de acogida, pero está muy bien... Quiero decir, normal, bien. Vístete, por favor.
Yo miré hacia abajo, sin entender qué le ponía nervioso. De pronto su voz parecía más chillona y hablaba muy rápido. A mí no me pareció nada espectacular. Desde un punto de vista práctico, sus músculos llamaban más mi atención. Podía ver los huesos de mi cuerpo humano y los pechos abultados parecían algo incómodos. Tenía que haber elegido un macho, seguro que no tenían incómodas protuberancias...
Me puse los pantalones y conseguí abrocharlos a la tercera. En el Caebiru no hay ropa, porque no hay nada que ocultar. En la Tierra, al parecer, no era igual. Aun así, la ropa parecía algo intuitiva, aunque Safira había enseñado a ajustársela a un par de caenunas antes y a abrocharse botones, así que no me costó replicarlo.
―Ya está ―le dije, tras cerrar el botón de los ajustados pantalones. Eran incómodos para el movimiento, hubiera preferido no llevar nada.
Le miré feliz por habérmelo podido poner sola, pero él me recorrió con la mirada y se quedó paralizado. Me dio la sensación de que su cuerpo también le dolía de alguna manera. ¿Y si estaba herido? ¿Qué le pasaba?
―P-ponte esto ―me pidió, tartamudeando, pasándome otra prenda.
Sujeté la parte superior de la ropa con disgusto, estaba segura de que aquello limitaría aún más mis movimientos.
―Pero tú no llevas nada ―le señalé.
Su pecho estaba expuesto, aunque llevaba unos pantalones negros que parecían tan incómodos como los míos.
―P-pero es diferente, yo soy... ―tosió― un macho.
Apartó la mirada de nuevo y cogió un aparato de la mesilla. Luego clavó la vista en una esquina de la habitación, donde un cristal mágico empezó a emitir imágenes.
―¿Por qué es diferente? La ropa es molesta, no podré pelear bien. El cuerpo humano es molesto... ―me quejé, tratando de ajustarme dentro del cuerpo, porque me sentía muy rara.
―No sé por qué es diferente, pero lo es... ―musitó, mirándome un segundo―. Las hembras no pueden ir por ahí sin ropa...
―¿Y los machos sí?
―Sí... bueno, no, solo a veces. Es que tengo calor, pero eso es otro tema... Tú solo póntelo. Otro día hablamos sobre moralidad y doble rasero, si quieres.
No discutí más, pero me puse la prenda muy a disgusto. Era suave, pese a todo y de manga larga. Luego una imagen por el rabillo del ojo llamó mi atención y devolví la vista al cristal mágico.
Allí había imágenes muy borrosas de lo que me pareció una batalla. Había criaturas, sangre y humo entre los edificios de una ciudad.
―¿Es el destino? ¿Un ataque del Primero? ―pregunté boquiabierta―. No sabía que los humanos tenían esta capacidad.
![](https://img.wattpad.com/cover/254860842-288-k526940.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de Morkvald: Luna Oscura #4 - *COMPLETA* ☑️
FantasyLa guerra contra el Primero atraviesa su momento más cruento. El Caebiru ha creado al más poderoso guerrero para derrotarle de una vez por todas. Shey baja a la Tierra sabiendo cuál es su misión. No duda, no se cuestiona y, sobre todo, está segura d...