Lehaké había dedicado un rato a advertirme cómo sería estar dentro de una persona viva, pero por mucho que me dijese, jamás hubiera estado preparada.
Desde que bajé a la Tierra de una forma u otra siempre había tenido el control, al menos de mí misma, incluso cuando estaba en la jaula de Lucifer. Aquello fue muy diferente. La única forma de que el demonio no me detectase dentro de Samantha era quedarme en segundo plano, aletargada. Ella tenía el control y yo observaba desde dentro, como un mero espectador, mientras Dominic nos cubría con su magia como un seguro extra.
Y, pese a que me aferré con uñas y dientes para estar al tanto de todo, la consciencia iba y venía sin que yo pudiera hacer nada para conservarla. Además, aunque mis sentimientos confusos y contradictorios seguían ahí, parecía que imperaban los de Samantha, que estaba asustada y preocupada.
Quizá yo me sentía igual, pero no eran mis sentimientos los que brillaban con fuerza. De hecho, aunque no quería hacerlo, cada vez que me perdía parecía flotar entre extraños e inconexos recuerdos que carecían de lógica para mí, porque no me pertenecían. Vi a Samantha y Ezequiel sentados al sol como dos jóvenes sin problemas, los vi reír, besarse, bromear... Y también vi otras cosas horribles, como a Lucifer torturando a Samantha. Y la admiré más que a nadie en el mundo, porque estaba aterrada y sabía que no podía vencerle, pero no había dudado en arriesgarse por salvar el mundo. Eran una heroína. Todos ellos eran héroes.
«Todo saldrá bien», el pensamiento de Samantha me reconfortó ligeramente. No supe si estaba destinado a ella misma o a mí, que me notaba inquieta, pero me alivió.
Al menos unos segundos. Luego la chica alzó la vista y lo vi. Durante un segundo la oscuridad recortada contra el sol me asustó y temí que hubiera empezado el eclipse, pero no era eso. El movimiento de sus alas acabó de aclarármelo. Parecía tomárselo con calma como si tuviera todo el tiempo del mundo para ello, cuando a nosotros se nos acababa. Una vez que el eclipse empezase tendríamos poco más de una hora para derrotarle y solo siete minutos para darle el golpe final.
El demonio aterrizó delante de nosotros con suavidad y cierta gracia. Parecía satisfecho, quizá porque creía que conseguiría abrir el Infierno. Desvió la mirada con calma de Dominic hasta Samantha, que miró al suelo asustada.
―¿Te has pensado mi oferta, pequeña? ―le preguntó, sujetándola de la barbilla para que le mirase―. Aún puedes tenerlo todo.
―Vete al Infierno ―le dijo Samantha con un aplomo increíble, pronunciando muy despacio.
Lucifer tiró de las manos que Dominic le había esposado delante del cuerpo, para comprobar las cadenas de hueso de dragón, irrompibles con magia o fuerza bruta para cualquier criatura terrestre. Por suerte para mí no sería igual. Pareció darse por satisfecho con el agarre.
―Iremos. Y esta vez no estará tu padre para sacarte de allí ―murmuró con malicia. Luego miró a Dominic de nuevo―. ¿Cómo la has atrapado? Es muy poderosa.
―Tengo mis recursos.
―No lo pongo en duda. ¿Empezamos?
Quise gritar. Lucifer tramaba algo. Lo veía en sus ojos, le conocía. No confiaba en nosotros, estaba segura. Me di cuenta del motivo cuando volvió a recorrer a Sam con sus ojos azules. Estaba demasiado quieta.
«Corre, finge que quieres huir, Samantha», le pedí en mi cabeza, gritando tanto como pude. Sentí su extrañeza, pero al menos le había llegado mi mensaje. Tenía que parecer que no quería estar ahí y tenía las manos atadas, pero nada más. Ella miró a Lucifer y luego a Dominic, que entró en la cueva siguiendo un gesto del demonio. Esperó a que ambos se dieron la vuelta y luego salió corriendo hacia el bosque.
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Crónicas de Morkvald: Luna Oscura #4 - *COMPLETA* ☑️
FantasyLa guerra contra el Primero atraviesa su momento más cruento. El Caebiru ha creado al más poderoso guerrero para derrotarle de una vez por todas. Shey baja a la Tierra sabiendo cuál es su misión. No duda, no se cuestiona y, sobre todo, está segura d...