Día 20.
-¿Entonces era como yo suponía? -Hanbin no esperaba un segundo para ya empezar la charla. Ni bien nos encontrábamos, ya hablaba, sin un hola de por medio.
-No sé. Es difícil que Yunhyeong admita algo que no quiere ni nombrar. Evade los temas bastante bien, y si fuera directo con él, me mandaría a la mierda.
Ambos caminábamos por un pasillo transcurrido de la universidad. El profesor de biología nos dejó salir antes a los de mi curso, y el de filosofía que Hanbin tenía después, avisó que llegaría tarde. Teníamos tiempo para hacer nada y dar vueltas por ahí.
-¿No pensaste que tal vez tus dos amigos son gays y están juntos? -Me miró sonriendo- Tal vez no te lo dicen para que no te sientas como el mal tercio.
-No creo -Miré la hora del celular y volví a guardarlo-. Nos conocemos hace mucho. Ya se hubieran confesado el uno al otro hace mucho tiempo y sería evidente que estarían juntos, y no es evidente, así que no lo están.
-Tal vez son buenos actuando. Por cierto, ¿tenés hambre? Porque yo sí, y bastante -Señaló con la mano para que bajáramos las escaleras a planta baja, la parte más concurrida de todas.
-Vayamos a comer algo.
Vi que al pie de la escalera había un grupo grande de chicas, pero le resté importancia y comencé a bajar. Supuse que simplemente pidiendo permiso, se harían a un lado y dejarían circular con normalidad. Sinceramente, no entendía por qué charlaban en un lugar donde cortaban el paso.
-¿También tenés hambre o te estoy arrastrando a que cumplas mis caprichos cual fiel sirviente? -Reía.
-Sí tengo, su majestad -También reí.
-Loco B.
Escuché en susurros de voces femeninas pronunciar ese apodo y otras cosas que no llegué a entender. Levanté la vista hacia las chicas al pie de la escalera y los susurros pararon. Nos observaban sin pronunciar palabra, haciéndose a un lado para que pasemos.
En un silencio claramente incómodo, pasé yo primero, detrás mío Hanbin, y ni bien habíamos pasado el grupito, los susurros comenzaron otra vez.
-Eso fue raro -Abrí los ojos y alcé las cejas mirando a mi amigo.
-Para mí fue normal -Respondió sereno-. Me pasa siempre. Son las ventajas de que crean que estás loco: no te discuten nada, te dejan pasar, te dejan hacer lo que quieras. Lo que sí, hablan bastante a tus espaldas, pero eso da igual. Son personas poco relevantes en mi vida las que hacen eso, así que no les doy importancia -Sonreía muy calmado.
-¿No te molesta que hablen de vos? ¿No te interesa saber qué creen que sos o lo que dicen? -Pregunté extrañado.
-No. Si me importara, ahí sí que me volvería loco. No me interesa vivir pendiente del comentario ajeno que desconoce completamente mi mentalidad, mi situación y la manera en que me comporto -Avanzábamos por el pasillo principal, donde la gente se volteaba a vernos y enseguida a comentar algo con la persona que tenían al lado-. Me interesaría en todo caso que mis amigos y seres queridos en general no tengan una idea errónea mía ni haya malentendidos por algo que yo haya hecho o dicho -Salimos por la puerta principal hacia la calle, acompañados de varios susurros demasiado altos para considerarse susurros-. Los demás, que me chupen la pija. No me importan para nada ni ellos ni sus miserables vidas.
-¿Miserables? -Me sentía abrumado por las miradas y el no saber qué decían de nosotros, junto con la exorbitante calma de Hanbin.
-Si alguien tiene tanto tiempo para hablar mierda de vos a tus espaldas o a susurros frente tuyo, tiene que ser muy triste su vida como para que hablar mal de otros sea su actividad principal diaria.
Caminábamos por la calle, él con la mayor tranquilidad posible, yo con nervios casi tangibles. Los que se dirigían a la universidad, los que acababan de salir, y algunos que solo hacían algo de tiempo para fumar un cigarrillo, nos observaban. No lo invento ni exagero: absolutamente todos volteaban a vernos. Me pareció también haber escuchado un par de celulares sacando fotos, pero quizás no era a nosotros a quienes fotografiaban.
Hanbin frenó su caminata, algo brusco a mi parecer. Se agachó en la vereda frente a un puesto de pulseras y esas cosas hechas a mano. Me paré junto a él y observé los objetos sobre la manta. Se veían bastante mejor de lo que esperaba. Nunca me había detenido a observarlos con claridad.
-¿A cuánto están los collares del Yin y el Yang? -Mi amigo preguntó a la vendedora sentada del otro lado.
-¿Los que tienen el símbolo junto o separado? -Respondió señalando con la mirada sobre su mercancía, sin dejar de tejer lo que sea que estaba tejiendo.
-Separados. Uno es para mí y otro para mi amigo -Me señaló.
-$30 cada uno -Alternaba la mirada entre lo que tejía y los productos que vendía.
Vi que él tomaba de la manta dos collares conformados por una cuerda y un colgante que se complementaba con el del otro. Me daba igual usar o no ese tipo de cosas, y no me representaba nada el Yin y el Yang, pero asumí que era algo importante para mi amigo, por lo que sí lo usaría, así como seguía usando el collar de la amistad con Yunhyeong y Chanwoo.
Metí la mano en el bolsillo delantero del pantalón buscando billetes chicos.-Tomá $500. Quedate con el cambio -Vi a Hanbin darle el billete y levantarse del suelo.
-Gracias -Respondió la mujer, volviendo a posar su vista en el tejido.
-Vamos -Retomó la caminata, dándome uno de los collares.
-¿Cuánto te debo, entonces? -Pregunté algo confundido, mientras me colgaba el regalo un poco más alto para que no se tape mi otro colgante.
-Así no es como funcionan los regalos -Burlón-. No me debés nada.
-¿Y por qué le dijiste que se quede con el cambio? Era bastante.
-Bastante para ella, no para nosotros. Esos $440 la benefician y ayudan más a ella que a mí -Se puso el collar negro con el símbolo del Yin.
-Ah, entiendo -Pensativo.
Nos detuvimos en la esquina, esperando que cambiara el semáforo para cruzar.
-Parecía una señora agradable -Comenté.
-¿Eso te pareció? -Me miró, frunciendo el ceño y sonriendo de lado- ¿Estás seguro que hablamos de la misma señora? -Me movió, poniéndome de lado.
-¿Qué...? -Por el rabillo del ojo, vi movimiento del lado del que veníamos.
Giré levemente la cabeza en esa dirección. La señora estaba hablando con otros alumnos de la universidad, riendo, mirándolos, haciendo gestos con las manos. El tejido estaba apoyado, olvidado en el asiento desde el que nos habló.
-¿Te parece que fue agradable con nosotros, si ni siquiera levantó la mirada hacia mí cuando le hablaba o le dije que se quedara con el cambio?
Lo miré, perplejo.
-Por cierto, los collares que tenés puestos tienen colgantes con significados profundos, y, en cierta forma, te protegen -Señaló mi cuello-, pero si usás dos colgantes a la vez, el efecto es contrario: en lugar de protegerte, te atacan -Rió ante mi cada vez más confundida expresión-. A ver, te explico esta y otras supersticiones mías.
-¿Más supersticiones? -Reí.
-Muchas más -Asintió-. Por ejemplo, el número 13 es de mala suerte.
-Si vos decís... -Me burlé.
-Vamos -Señaló el semáforo y ambos cruzamos la calle.
Durante todo el camino, me contó con detalle algunas de sus supersticiones y por qué pensaba que eran reales. De tanto en tanto, él sacaba su celular para tomar fotos, y yo posaba de formas raras para reírnos.
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Loco B (Double B)
FanfictionTal vez deberíamos tener cuidado con a quién llamamos "amigo" y a quién le dejamos de hablar. Mucho tiempo de conocerse no implica una excelente relación, cierto. La unión se basa en la cantidad de experiencias estando juntos, también. La confianza...