Loco B (Double B)

13. La casa de BI

Día 131.

-Buenos días, bebé -Escuché la voz rasposa de mi amigo en mi nuca-. ¿No tenés hambre? -Hablaba sugestivamente mientras acariciaba mi torso.

-Es muy temprano -Gruñí, recién despertándome, pero negándome a abrir los ojos.

-En algunos países es de noche -Dejaba besos húmedos en mi cuello y hombro.

-No estamos en esos países -Le recordé por enésima vez, aunque no me cansaba que usara esa excusa.

-Dale... Como desayuno especial por este día especial... -Pegó su pecho en mi espalda, masajeando mi abdomen bajo placenteramente.

-¿Especial? -Me hacía el desentendido- ¿Y qué celebramos? -Sonreí, dándome la vuelta lentamente.

-Tu compleaños, BI -Escuché mi propia voz decir eso, pero yo no había movido los labios.

Abrí lentamente los párpados, viéndome a mí mismo ante mis ojos, recostado, sonriendo, acariciándome. En su cuello tenía el Yang, y noté que yo tenía el Yin.

Me senté de golpe, exaltado, sin comprender qué pasaba. Estábamos desnudos, pero eso no era sorpresa. Estaba temblando y sudando del miedo. Froté mis ojos con fuerza.

-¿Bobby? -La voz de BI llamó mi atención.

Abrí mis ojos con fuerza, sentándome en la cama, pegando un grito, siéndome difícil respirar. Mis manos temblaban, pero tenía el control suficiente para tomar mi collar y revisarlo. Tenía el Yang, como de costumbre.

-Bobby, ¿qué pasa? No me asustes -BI a medio vestir me observaba preocupado-. ¿Tuviste otra pesadilla? -De su cuello, colgaba el collar con el Yin, como de costumbre.

Mi respiración iba aminorando la velocidad. Traté de tranquilizarme. Me levanté y fui al baño a mojarme la cara. Quizás sería mejor que me bañara. Había sudado demasiado.

Observé mi reflejo en el espejo y me reconocía, era yo. Hablé palabras sin sentido para verificar mi voz. Lavé mi rostro, refrescándome.

Cerré la canilla y me enderecé, todavía con agua en los ojos. Miré mi reflejo muy extraño en el espejo, y detrás mío vi a BI, que se parecía más a mí que a él.

Me sequé la cara y volteé a verlo.

-¿Estás mejor? -Su mirada expresaba genuina preocupación.

-Sí. Gracias, bebé. No te preocupes -Respondí, acariciando su hombro.

Sonrió poniendo esa cara de tonto que tanto me encantaba.

-¿Gracias? Pero deberías pedirme perdón -Su voz sonó distorsionada por unos segundos.

-¿Qué dijiste? -Mi corazón comenzó a palpitar fuerte y me sentía algo mareado.

-¡Que me pidas perdón! -Exclamó- Me prometiste que eras valiente y que no te daban miedo las películas de terror -Se rió-. Es la última vez que vemos algo de terror antes de que durmamos, ¿okay?

-Ah, eso... -Creo que sigo alterado por la pesadilla.

-El susto que me diste cuando te despertaste... No te das una idea lo que me costó que despertaras. No parabas de hablar dormido diciendo incoherencias -Movió la cabeza de lado-. Me preocupé.

-Pero estoy bien, perdón -Reí.

-Ahora, no tardes y vestite rápido -Buscó una remera en el ropero y se la puso-. Mi familia llega al aeropuerto en media hora y vamos a recibirlos, pero todavía tenemos que pasar por mi casa.