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Intento abrir mis ojos sintiendo mis párpados pesados. Me duele como nunca me dolió alguna parte del cuerpo, mi cabeza. Siento con más intensidad el dolor en la parte trasera, en mi nuca, mis manos se encuentran inmóviles, impidiéndome masajearme la zona. Suelto un gruñido junto con un quejido, la espalda también me duele y el cuello.
Todo mi cuerpo duele.
Parpadeo repetidas veces seguidas con lentitud hasta acostumbrarme a la luz. Logro ver que afuera es de noche por una pequeña ventana que está semiabierta, sigo mirando el lugar sin reconocerlo. Jamás vine aquí y no tengo idea de cómo es que llegué. Sólo recuerdo haberme reunido con Kristen, mirarla y... todo se oscurece. Mi cuerpo tiembla al pensar que detrás de todo esto ella está involucrada. ¿Qué razón tendría para hacerlo?
Observo a mi alrededor moviendo mi cuello, ya que me encuentro inmovilizada de pies y manos. Estoy en una especie de galpón, sus paredes son blancas con algunos decorados en beige. En un rincón hay cajas apiladas de distintos tamaños, hay una sola puerta en medio de la pared que está frente a mi y nada más. Trago saliva queriendo mirar hacia atrás, es el único lugar que me falta.
Emito un jadeo de dolor cerrando mis ojos con fuerza y vuelvo a mi posición inicial. Duele demasiado. Inhalo y exhalo con profundidad y rapidez, necesita calmar este dolor para poder seguir observando y guardando cada detalle en mi memoria. El tener las manos amarradas detrás de la silla no me beneficia en nada, sólo me causa más dolor.
—¿Lexie? —oigo un susurro detrás de mi. Reconozco la voz al instante e, importándome muy poco el dolor, giro mi cabeza encontrándome con el cabello despeinado, el rostro sucio y cansado, la vestimenta desgastada de Emily. Los ojos se me llenan de lágrimas al verla acostada arriba de una pila de sábanas y notar que está encadenada.
—Emily, Dios, ¿estás bien? ¿Te hicieron daño?
—Jamás saldremos —sentencia mirando hacia otro lado dejando que las lágrimas comiencen a deslizarse por sus mejillas.
—No, no digas eso —muerdo el interior de mi mejilla, sintiendo que sus palabras tienen un peso importante aquí—. Vamos a salir, no estamos solas, podemos ayudarnos.
—Ella no nos dejará.
—¿Quién es ella? —inquiero tragando saliva. Mi cuello cada vez duele más, pero ahora que encontré a Emily no puedo simplemente darme la vuelta.
—Es la que peleó con Lissa, la que se reía mientras me llevaba en su auto, la que me dijo que mire bien su rostro porque iba a ser el último que vería.
—Necesito que me digas el nombre, Emily —suplico casi en un hilo de voz. Ella abre su boca para hablar pero enseguida la cierra y cae dormida sobre las sábanas—. ¡Emily!—la llamo para que se despierte en un tono de voz no muy alto. No quiero que quien sea que esté fuera me escuche y entre— ¡Emily, despierta, por favor! —exclamo en un sollozo, en el momento en que las lágrimas se adueñan de mi.
Ahora más que nunca desearía estar con mi madre, habernos ido a Europa con mis abuelos y no preocuparme porque me secuestre alguien que ni siquiera tiene una razón justificable para hacerlo. Aún ni siquiera sé si Kristen tiene algo que ver, pudieron golpearla de la misma manera que a mi y dejarla en otra habitación, ¿pero y si ella es quien ideó todo esto? ¿Por qué lo haría? No entiendo cómo puede haber tanta maldad en alguien. Nadie merece estar pasando una situación así.
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Lexie
Teen FictionLexie no está preparada, ni siquiera se imagina, para el giro que va a dar su vida en tan pocos meses. La presencia de una sola persona hace que todo se ponga patas para arriba.