● ● ●
Sábado 7 de febrero, 2009
Han pasado tres días y todo es una locura. Trato de mantenerme al margen, de no dejar que mis pensamientos vuelen hasta hacerse negativos, de no dejar que los positivos desaparezcan, pero cada vez me cuesta más.
Quise sacarle la llave a Kristen, la tenía muy a la vista y creí que podría hacerlo con rapidez. Por supuesto, fallé. Al segundo en que mi mano tocó aquella llave, su mano tocó mi mejilla con demasiada fuerza, tanta que hasta se me cayeron algunas lágrimas. Tiró de mi cabello advirtiéndome que la próxima vez que quisiera hacer algo parecido terminaría mucho peor. Emily desde su lugar le gritaba que me soltara pero lo único que consiguió fue que uno de los hombres de Kristen le diera un golpe que la dejó inconsciente.
Todo lo que habíamos progresado en dos días, se fue a otro lugar horrible. Emily ya ni siquiera habla y por las noches no come. Cada minuto que pasa la veo más demacrada y más delgada, me duele eso y me duele saber que, esta vez, se dio por vencida completamente.
Trago saliva cerrando mis ojos por un momento.
No sé cómo es que terminé quedándome dormida, pero el ruido ensordecedor que hace la puerta al abrirse logró despertarme y veo que a Emily también. Ninguna de las dos mira hacia aquel lugar, ya sabemos que pueden ser Kristen o alguno de los otros dos que solo quieren molestarnos. Se delitan viendo nuestra debilidad, les fascina vernos desganadas y, aún más, a Emily.
—¡Suéltame!
No puede ser.
Me pongo alerta nada más escuchar esa voz. Giro automáticamente hacia la puerta abierta pero allí no hay nadie, sólo tengo una corta vista hacia lo que parece ser un pasillo con sus paredes amarillentas o de color beige, no logro distinguirlo bien. Desvío mi vista hacia el otro lado donde sigo escuchando un forcejeo, pero la palabra que sale de los labios de Emily me da a entender que no estoy equivocada.
—¡Lissa!
—¡Maldito bastardo, te dije que me sueltes! —brama hacia el tal Byron. Este sólo bufa sin dejar de sostenerla mientras que el otro acomoda unas sábanas a su costado— ¡Te juro que te vas a arrepentir si no me quitas las manos de encima!
—¿Qué me harás, Lissa bonita? —se burla riéndose— De esta forma ni siquiera puedes golpearme.
—Ponme a prueba, grandísimo idiota. Eres atractivo pero es una pena que seas aún más idiota.
—Eres más divertida que las otras dos —vuelve a reír dándonos una rápida mirada. Hace un ruido con su boca negando con su cabeza y lo próximo que veo, y escucho, es el cuerpo de Melissa colisionando contra la pared—. No soy un hombre de mucha paciencia así que intenta no agotarla.
—Púdrete —escupe mirándolo con odio. Él la suelta poniéndose de pie, Melissa quiere hacer exactamente lo mismo pero cae sentada sobre las sábanas ya que le colocaron las esposas—. Qué originalidad.
—Cortesía de la casa —le dice el que se mantuvo callado y palmea la espalda de su amigo—. Vámonos.
—Espero que cuando regrese hayas aprendido la lección.
—¿La lección sobre cómo tratar con un grandísimo idiota? Creo que ya la aprendí.
Melissa no se da cuenta que está arriesgando su propia vida contestándole de esa manera a los dos matones de Kristen. A ellos no les importa que seamos mujeres, si quieren golpearnos lo harán y no tendrán ningún remordimiento.
—Ah, ah, niño bonito —lo frena justo cuando levanta una de sus manos—. Soy mujer y te recuerdo que tú naciste de una así que muestra un poco de respeto.
ESTÁS LEYENDO
Lexie
Teen FictionLexie no está preparada, ni siquiera se imagina, para el giro que va a dar su vida en tan pocos meses. La presencia de una sola persona hace que todo se ponga patas para arriba.