Capítulo 018

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Domingo 8 de febrero, 2009

—¿Qué... qué pasa? —susurra Emily— ¿Va a matarnos?

—No —niego y esbozo una sonrisa ladeada—, encontré la manera de irnos.

—Jamás saldremos, Lexie —repite entre lágrimas.

—Sí, sí saldremos. Sólo tienes que sacar tu mano de la esposa.

—¿Cómo? No tenemos la llave.

—Con fuerza, tienes que aguantar el dolor y luego enrollar la sábana así —le muestro mi mano elevándola hacia ella. Noto sus ojos azules brillar pero enseguida niega.

—Basta, Lexie, no podemos salir. Ya déjalo así.

—¡Deja de ser tan negativa, Emily! —exclama Melissa con enojo— Deja de llorar un momento y escucha lo que Lexie tiene para decir, déjate de joder.

—¡Tú no sabes nada, Lissa!

—Lo único que sé es que quiero irme de aquí y si para eso tengo que romperme algunos huesos de la mano, lo haré. Y no me iré de aquí sin ti, así que deja de mariconear y haz lo que te dice.

Emily mantiene la mirada hacia Melissa hasta que se da media vuelta dándonos la espalda. Suspiro dejándome caer a su lado, apoyo mi codo sobre mi pierna y mi cabeza sobre la palma de mi mano. Charlar con Emily se está haciendo totalmente difícil, lo que sea que haya pasado la dejó muy mal y ni siquiera Melissa es capaz de hacerla cambiar de opinión.

Levanto mi cabeza al escuchar voces del otro lado de la puerta, más bien son gritos. Le hago una seña a Melissa para que deje de hacer fuerza y me pongo de pie corriendo hasta mi lugar, sostengo la esposa con mi mano sana, rogando que no se den cuenta y finjo dormir. El metal oxidado hace el típico ruido al abrirse, se prende la luz de inmediato.

—Arriba —ordena Kristen.

Mi corazón se acelera al darme cuenta que vendrán a quitarme la esposa, esto me va a costar demasiado.

—¿Por qué? —cuestiona Melissa.

—Porque yo lo digo.

—¿Encontraron tu diario o qué? —se burla. Byron, que tantas ganas tenía, se acerca y golpea su mandíbula con su puño.

—A ver si así dejas ese lado de machito.

—Bastardo —gruñe limpiándose la sangre con el dorso de su mano.

—No hay tiempo para que discutan —sentencia Kristen con enojo—, desatenlas y vámonos.

Primero van por Emily, el tipo del cual todavía no sé su nombre la toma entre sus brazos y sale de la habitación. Trago saliva al ver que viene hacia mi, intento meter mi mano en la esposa pero fracaso en cada uno de los intentos. Se arrodilla frente a mi sonriéndome con malicia, desvío mi mirada y cierro mis ojos preparándome para lo que va a suceder.

—Apúrate, Byron —espeta Kristen llegando a nuestro lado con Melissa sedada—. Al final los dos son unos inútiles.

—Ya voy —gruñe volviéndose a mi. Inhalo con profundidad, pero ni su mano sobre la mía para quitar las esposas ni el ruido de la llave al hacerlo, llegan a mis oídos.

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