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Comenzaba a ser algo traumático, no tener a Sasuke cerca era algo duro, extrañaba sus arrogancias, su estúpido monosílabo y que decir cuando me decía molestia. Ok, creo que caí bajo y tal vez soy una maldita masoquista, pero ¿es que es tan difícil imaginarse mi amor hacia él? Gente normal ya estaría buscando otro pez en el agua, en cambio, yo me aíslo en soledad. No he sabido nada de él, mucho menos de los chicos, ha pasado más de una semana y es como si esas personas sólo hubieran salido de mi imaginación.

Ino me llamó hace un par de días, diciendo que iría hoy por mí para festejar nuestro regreso. ¿Regreso? ¿Regreso de qué? ¿Es que acaso está loca? ¿O yo soy la única imbécil que se siente a punto de morir?

Me arreglé de mala gana, no tenía ánimos de nada, decidí enviar mi orgullo a la basura y mandé un mensaje de texto a la persona que me hacía sentir así. Al poco rato Ino me marcó diciendo que estaba afuera de mi casa esperando, sin más, bajé las escaleras. Aún era temprano así que le hablé a mi madre que estaba en la tienda, le dije que iría con Ino a una reunión de amigos, solo dijo "diviértete".

Cuando más quiero una madre estricta me sale con un "diviértete".

Ino estaba de lo más normal. Subimos a su auto, cruzamos unas cuantas palabras y después sólo veía el camino pasar por la ventana. Está bien, cometía un error al portarme así, pero desde que llegamos, mi querida amiga Ino ha hecho lo imposible por "levantarme el ánimo". Desde idas al cine, plazas comerciales, actividades recreativas, fiestas... vivir todo eso en una semana era demasiado y sinceramente ya estaba harta.

–Quedamos con los chicos en la casa de Sasori.

–Si – ni siquiera le presté atención, iba sumida en mis pensamientos por no decir que iba ida.

–Sakura, ¿hasta cuándo vas a estar con esa actitud?

–Hasta que los cerdos vuelen – ósea cuando ese orgulloso se digne a mínimo escribirme.

Llegamos a casa de Sasori, en verdad que era grande, pero vamos, aquel era hijo de unos artistas reconocidos, a pesar de que el mundo de los títeres y esas cosas decayera – o al menos eso parecía – ellos nadaban en dinero. Sus padres estaban constantemente de viaje, haciendo sus presentaciones y trabajos.

–Vaya pero hasta que se dignan a aparecer.

Mi amigo Sasori, es gracioso en la forma en que lo conocí, tomando en cuenta que caí encima de él. Es un par de años mayor que yo, claro él ya se graduó de la universidad y trabaja en su propio teatro. Cada que salíamos siempre me sacaba una carcajada, era un amigo que estimaba mucho. Junto con Ino, fue uno que más me motivo para salir de Saitama.

–Sasori, no has cambiado nada – aduló Ino – entraré, seguro los chicos tienen muchas ganas de vernos.

–Si pasa, han de estar en la cocina tragándose todo lo que hizo el chef.

A carcajada limpia Ino se alejó de nosotros con dirección a la gran cocina.

–Mínimo un hola – dijo con notable seriedad.

–Ah sí, hola Sasori, ¿Cómo estás?.

– ¿Qué te sucede? Ni si quiera me llamaste cuando llegaste, si no fuera por Ino seguro ni me entero de que estás aquí.

–Eso es lo de menos – pase de largo para dirigirme a la cocina.

Ahí me topé con varios amigos que no veía desde mi ida a Okinawa. El serio de Shino, el escandaloso de Kiba, supongo que él y Naruto serían competidores seguros de ver quien hacía más escándalo. El tragón de Chouji, TenTen y su novio antipático Neji, Shikamaru y su infinita pereza a lado de Temari que no sé porque se fijó en él. La belleza de Konan y su dúo de inseparables amigos Yahiko y Nagato, ambos recordándome un poco a Juugo y el tan raro e inusual Deidara, estos cuatro últimos siendo mis superiores. Todos se veían igual, pareciera como si nunca los hubiera dejado de ver. Sonreí de lado ante ese panorama, todos felices, pero yo, mostrando apariencias.

El diario de mi corazón II: Saitama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora