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Llovía intensamente en las calles de Tokio, mi paraguas e impermeable a penas era suficiente para el diluvio en pleno noviembre, pero pese a eso, la verdad no me importaba el tiempo que me tomaba para ir a mi departamento, hacía tiempo que no tenía tanta tranquilidad y sobre todo que no observaba con detenimiento aquella ciudad a la que me había mudado hace un año.

Así es, tanto nos tomó para llegar a esto, nuestros caminos empezaron por iguales en aquel concurso, pero tras esa derrota cada quien fue por su lado. Ese día fue memorable, ambos trabajos eran muy buenos, pero como siempre el mejor merecía ganar. Pensé que mi equipo se desanimaría por aquello, pero al parecer lo tomaron con mucha madurez y con una sonrisa en sus rostros. Al principio me sentía culpable, pues todo había quedado en mis manos como productora del proyecto, pero en vez de eso recibí halagos tanto de mi grupo como de los jueces del concurso.

Después de eso, la mayoría del grupo que proveniente de Okinawa regresó a su lugar de origen, mientras que Naruto y Hinata se quedaron aquí en Tokio, Sai hacia constate viajes entre Okinawa y Tokio, pues quería expandir la galería que tenían sus padres y lo mejor es que lo haría junto con Ino, la cual estaba más loca de amor por su novio raro.

Yo en cambio recibí algunos contratos, desde que terminé la universidad ya tenía trabajo como productora o co–productora de algunas obras, películas de exhibición y lo más reciente, una televisora me ofreció un jugoso contrato para producir lo que sería la novela más vista en los últimos tiempos. A veces trabajaba con Hinata, que se había vuelto una excelente guionista y redactora en el medio, pero con el que casi no perdía vista era con Naruto, pues él, al igual que yo siendo una novata, rápidamente se convirtió en un excelente director cinematográfico.

En cuanto a los demás, unos probaron suerte en el extranjero y les iba muy bien, Shikamaru y Temari fueron uno de los pocos que se quedaron, Shikamaru era técnico de sonido así como director de fotografía y Temari es directora de arte, es decir, se encargaba del vestuario, escenarios y demás cosas, por un momento pensé que se dedicaría a ser guionista pero la vida da muchas vueltas. Hanabi junto con Shino fueron a probar suerte en Italia, pues la pequeña Hyuga era una muy buena diseñadora de modas y qué decir de modelo, Shino se convirtió en su representante. Neji y Ten Ten se mudaron a Hong Kong, una televisora los contrató por sus grandes guiones y producciones. Kiba, Chouji y Lee se dedicaron al montaje, incluso abrieron su propia empresa dedicada a ello, aunque eran más famosos por sus comerciales de algunas marcas de bebidas y sobre todo de comida, presiento que el que tuvo mucho que ver fue Chouji.

Sí, mi trabajo me dejaba agotada y no comía bien, tanto mis padres como mis amigos me regañaban, incluso las veces que tenía video chat con Sasuke parecía notarlo y yo trataba de ocultarlo a toda costa. Me veía más delgada, más pálida y que decir que casi tenía sueño a todas horas, a veces el comer se volvía una opción pues no tenía tiempo entre set y set, grabaciones o direcciones de fuera. Si comenzaban los temblores por hambre, nada que un pedazo de chocolate no arreglara, o trataba de tomar agua, en las noches llegaba a veces muy cansada para preparar algo decente de comer. Estaba casi a punto de llegar a mi departamento cuando empezó a sonar mi móvil.

–Diga.

– ¿Aún no llegas a casa? – preguntó molesta la voz del otro lado de la línea.

– ¡Sasuke! – me alegré – mínimo un hola, ¿Cómo estás?.

–Tonta, es casi más de media noche allá, ¡te he llamado a casa desde pasadas las 10!.

–Lo siento, pero es que apenas hemos terminado de grabar, así que estos días los tendré libres.

–No te sobre esfuerces, parece como si estuvieras enferma, ¿en verdad estás bien?.

El diario de mi corazón II: Saitama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora