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Su sola presencia me mataba, verlo ahí parado con esa mirada de indiferencia. Kami–sama, ¿es que había alguien más guapo que él? O, ¿me había perdido completamente en su asqueroso y atractivo ser? Lo tenía tan cerca, después de un tiempo duro, lo tenía ante mis ojos, lo quería para mi... todo.

–Genial, mi cabeza me comienza a jugar chueco – dijo llevándose una mano a su rostro.

– ¡No es una alucinación, imbécil! – Tomé una almohada de su cama y se la aventé dando en el blanco, me levanté y me dirigí a él que aún tenía la almohada en su rostro – ¡estoy aquí!

Aquella almohada se había convertido en una muralla que no permitía deleitarme con su rostro, tal vez no quería que viera su cara avergonzada o qué sé yo. Me rendí, le di la espalda para sentarme de nuevo y sentí que me jaló de la muñeca, todo fue tan rápido ya que cuando menos sentí, sus brazos me rodeaban fuertemente.

Se sentía tan cálido, su rico aroma me invadió, me sentía tan perdidamente feliz que no quería separarme de él.

– ¿En verdad no alucino?.

– ¿Siempre tienes que romper el momento?

Me atrajo más hacia él, escuché los latidos de su corazón, un poco acelerados tal vez por mi sorpresa. Me separó un poco y nos miramos fijamente. Me perdí en sus ojos... Entre abrió un poco sus labios, como si quisiera decir algo, pero yo toda desesperada no hice más que cerrarlos con los míos en suave pero profundo beso. Kami, si digo que me había perdido con solo verlo, saborearlo era otra cosa.

Rodeé su cuello con mis manos y pasé una mano por su oscuro cabello, sus manos en cambio delineaban mi figura lentamente causándome sensación que sólo él lograba. Lentamente, dimos pasos llegando a su cama y nos sentamos al borde de ella, muy a mi pesar nos separamos pero él me atrajo de nueva cuenta a su pecho en un abrazo.

–Aún no me creo que estás aquí – susurró.

–Pues créelo... – me separé de él y le di un corto beso – en verdad que te extrañaba – dije abrazándolo.

–Eres muy escandalosa.

Me separé de él y le dediqué un lindo puchero. Se levantó de la cama para recoger todo lo que había dejado caer, eran un montón de latas de refresco junto con unas cuantas bolsas de frituras.

–Parece que tenías preparado el día perfecto – le hice burla.

–No realmente, quería dormir toda la noche, por eso dije que no quería ir a su viaje... por cierto ¿Cómo entraste?.

–Llegué antes de que se fueran... Itachi no me había dicho nada de eso.

– ¿Itachi sabía?

–Si – dije con algo de pena.

– ¿Desde cuándo? –preguntó serio.

–Desde ese día que me dijiste que te irías... pero... – traté de cambiar el tema – ¿en verdad no hay problema? Es tu cumpleaños, debiste haber ido con ellos.

–Lo que menos quiero es verlos melodramáticos – se sentó en frente de la mesa, vio el pastel y sopló a la velita que aún seguía prendida.

– ¡Oye! eso es trampa – me quejé señalando su acto.

–Eres lenta – me miró con altanería, apoyó su codo en la mesa y recargó su cara en su mano – con todo esto mi madre ha estado muy susceptible, mi padre indiferente e Itachi de fastidioso... si de por si no me gusta muchocelebrar esto por el escándalo, con todo esto aún peor, prefiero estar tranquilo y no unirme a su club de drama...¿Por qué me vez así? – preguntó al verme algo sorprendida.

El diario de mi corazón II: Saitama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora