°Despertar°

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Mientras los pájaros iban de acá para allá entre las ramas de aquel árbol, el niño de cabello claro tenía en sus pequeñas manos un libro.

Desde que se lo dieron no había dejado de releerlo una y otra vez, como si de aquella manera pudiera recordar y evitar olvidar cada detalle de la trama del libro. De una nación ya "perecida".

Una mujer sale rápidamente de la cabaña, se veía agitada y miraba a todos lados, hasta que centra su mirada en el pequeño. Respira más tranquila y camina hacia él.

- ¿Qué estás haciendo? -Al estar lo suficientemente cerca, decide sentarse a su lado y admirar como el pequeño leía bastante concentrado aquel libro.

El chico levanta la vista hacia la mujer, le sonríe levemente.

-Estoy leyendo... De nuestro pueblo. -Devuelve su vista al libro. La mujer lo sigue mirando.

Un rato de silencio siguió, hasta que el chico decide hablar.

- ¿Por qué me cuidan? -Cierra un poco el libro. - ¿Es por lo que recorre mi interior o....?

La azabache, asustada por aquella pregunta decide intervenir.

-No... No es por eso... Es por la promesa que le hicimos a ella. -Acaricia el cabello del chico, no sabiendo bien si aquello era correcto.

- ¿Era importante?

-Mucho. -La mujer mira a su contrario, con sus ojos oscuros, aún insegura por su actuar. -Eres el futuro, pero evitaremos que... Cargues un peso del que no puedas... No vamos a dejar repetirlo.

El chico la abraza, la adulta retiene sus lágrimas cuando un recuerdo vuelve a su mente.

Otra persona sale de la casa.

-Hey, la cena está lista...

El chico mira nuevamente a la mujer, toca su cuello.

-Prometo que la traeré de vuelta...

-Espera...

-Esa será mi misión, Mikasa.

°°°

Levantó su cabeza unos instantes, mientras los rayos del sol golpeaban su rostro y dorado cabello, entretanto veía a alguien entrar a la habitación.

- ¿Aslan...?, ¿Todo está bien?

Él solo baja la mirada y apoya nuevamente su cabeza en la mesa. Ya habían pasado dos días desde lo sucedido con la soldado Haru. Como era hija de soldados importantes, se realizó un pequeño funeral en su honor, donde la mayoría de los militares estuvieron presentes. Sin embargo, aún no se avisaba a Evangeline acerca de lo sucedido, el mayor a cargo prefirió contarle al volver a Liberio. El viaje de regreso se había adelantado considerablemente.

Entre todos los soldados, Aslan era el que más había sufrido por lo sucedido.

-Solo... Recordaba.

°°°

-Espero esto funcione. -Veía a un joven de cabellos rubios corto mirando con una mirada algo cargada de tristeza.

-Funcionará, estoy segura. -Una mujer mayor de cabello castaño amarrado a una coleta, pronto su mirar seguro se volvió nostálgico. -Es como si él te hubiese poseído...

El joven bajó la mirada.

-Mi...Sa...Ki.

Ella despertó, sentía su cuerpo algo extraño. Sus ojos pronto se abrieron, el suelo era de tierra, con unos raros cristales adheridos a algo rojizo esparcidos en todos lados. Empezó de a poco a levantarse y aprecio de mejor manera s u alrededor. Los cristales se repartían de manera algo estratégica a su alrededor, viendo de cerca uno de ellos se percató que salía una pequeña estela de humo, sobre todo de aquello rojizo.

Que era en realidad algo similar a carne, pero se iba achicando cada vez más.

Aun curiosa por su alrededor empezó a caminar, percatándose que estaba en una especie de agujero, cubierto por árboles caídos, evitando que los rayos de sol le dieran directamente.

Cuando revisa su cuerpo, se da cuenta que de su pierna también salían estelas de humo. Decide revisarse aquella parte y levanta un poco su pantalón, cuando...

Por el rabillo del ojo ve que una silueta se va acercando poco a poco hacia ella. La joven traga saliva y esconde entre sus ropas un pedazo de cristal que recogió del suelo, tratando de no lastimarse a sí misma.

Continuó mirando a la silueta que se acercaba, hasta que su contrario elevara una de sus manos y utilizara su voz.

Dijo unas pocas palabras.

Palabras que la hicieron cambiar su rostro serio a uno de sorpresa, además de hacerle caer su pequeña arma.

Finalmente, pudo ver el rostro de la persona, quien le extiende la mano para salir de aquel lugar. En su mente aparecen recuerdos de aquella persona, pero más joven...

Corresponde el gesto, haciéndole caso a aquella extraña voz que le insistía en aceptar la ayuda.

°°°

Caminó lentamente por aquel suelo arenoso, mientras lo que estaba detrás de ella continuaba su labor. Pronto se detuvo, vio sus pies hundirse levemente en la arena.

Pronto una leve sonrisa apareció en su oscurecido rostro. Se llevó sus manos a su pecho, uniéndolas.

Pronto se cumplirá la promesa...

Escuchó pasos detrás suyos, se voltea lentamente para ver a una de las escasas compañías que recorrían el lugar libremente.

Derrama unas pequeñas lágrimas y su sonrisa desaparece. Su contrario se acerca y le abraza, rodeándola de manera paternal. Qué irónico...

La chica solo deja que las lágrimas salgan. Permite que le acaricien su cabello dorado, una forma de consolarla. Una que por fin le dan con verdadero cariño...

La promesa... De dos mil años, se cumplirá... Por fin.

El chico la estrecha más entre sus brazos, esperando que realmente funcionara.

Hiruma 『SnK/AoTメƑαnfic』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora