°Shiganshina°

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-¿Qué?-Haru sólo mantuvo sus iris verdes posadas en él.-Quiero decir, ¿Por qué dices eso?

-He oído que los antiguos eldianos podían volverse humanoides gigantes de hasta quince metros... Pero no tendría sentido si esas transformaciones no tenían conciencia y comían seres humanos. Bueno, se dicen tantos rumores de Eldia, que nos terminan confundiendo.

Aslan se mantuvo callado, analizando cada palabra dicha por su contraria.

-He oído que a veces no se transformaban a voluntad y se volvían ese tipo de humanoides... Pero había algunos podían volverse titanes gigantes y con conciencia. Pero como dijiste, son sólo rumores.

-¿Cuándo habían dicho que íbamos a Trost?

-En dos días.

-Dos días.-susurró la azabache, mientras se levantaba.-Será mejor irnos, pronto preguntarán por nosotros... Y no creo que sea bien visto que ambos nos fuéramos de esa manera.

Aslan la imitó, y ambos caminaron devuelta a la ciudad. Haru, a pesar de sentir esa necesidad de que él tratara de responder todas sus preguntas, se sentía de algún modo satisfecha.

Sólo dos días.

°°°

Al día siguiente los entrenamientos ocurrieron a primera hora de la mañana, usando tanto los equipos tridimensionales como peleas cuerpo a cuerpo.

-¿Sabes que Harald aprovechó de entrenar, hasta que llegaste?-se sorprendió de oír eso. El golpe debió ser muy fuerte, a pesar de que estaba teniendo una visión en ese momento.

-Vaya...-reprimió una risa al oírlo.

-Estás mejor que ayer. Eso me alegra mucho, Hiru.-mencionó Aslan sonriéndole.

-Fui salvado, por la peor chica del mundo.

Tragó un poco de saliva. Otra visión y en plena corrida de ejercicios. No por favor.

-¡Corran más rápido! -gritó Harald sentado al lado de la capitana. Tras el grito, algunos empezaron a trotar más rapido.-¡Un soldado debe mantener el ritmo lo suficiente para escapar de cualquier peligro!

Alia rodó los ojos, alcanzando finalmente al rubia y a la pelinegra.

-¿Qué harán en la tarde? ¿Les parece ir a comer los tres?

-Claro, no hay problema.-aseguró Aslan.

-No puedo. Lo siento.-mencionó con rapidez Haru, aumentando su trote.

-Oh, no será lo mismo sin ti.-Alia hace un puchero.-Pero...

-¡Hiruma!-la aludida levanta la vista y ve a Mizushima acercarse a la pista de entrenamiento. La pelinegra disminuye su trote hasta caminar hacia la castaña, tratando de recuperar el aliento.

-Capitana.-vio que su contraria tenía una pequeña sonrisa.

-Espero no te moleste, pero podrías ayudarme con algo.-Haru disimuló su ceño fruncido.

-Está bien.

-¿Podrías ir al edificio principal y traer unos archivos sobre la mesa?-Aunque el encargo le pareció peculiar, aún así obedeció y caminó casi corriendo al edificio ubicado a unos metros de la cancha de entrenamiento.

Algunas personas le quedaron viendo, otras ni siquiera se percataron de su rápido caminar por la calle que la llevaba a su destino.

Al llegar tocó la puerta varias veces esperando una respuesta, pero la puerta se abrió junto con un leve chirrido, mostrándole a la azabache el interior del edificio.

-¿Hola?-poco a poco se adentró al edificio tras repetir unas cuantas veces aquella palabra. Era una habitación blanca con un olor peculiar y a la vez familiar. Tal como dijo su superior, a unos metros estaba una mesa llena de archivos y libros, enfrente de una escalera de madera que llevaba a un inexplorado segundo piso.

Tomó una hoja y un lápiz, escribió rápidamente el objeto que fuese a sacar (para evitar futuros problemas), lo dejó en una parte visible para la persona que atendía el lugar. Empezó a buscar el objeto, cuando accidentalmente unos libros cayeron de la montaña que conformaban e hicieron un estrépito ruido en el suelo. Haru se volteó y empezó a recoger los libros, cuando el contenido de uno de ellos le llamó la atención.

Tenía un dibujo antiguo, pero era facil distinguir el mapa de esta parte del mundo, en donde se veía tanto Marley como Paradise, junto con una pequeña isla en el medio de ambos y el territorio de Hizuru.

O bueno, el que alguna vez le correspondió a ese país. En la siguiente página se rezaba las siguientes palabras:

Lista de bajas en la Guerra de Paradise.

Sin pensarlo mucho, recorrió con sus verdosos ojos la gran lista de nombres, encontrándose nombres que había oído de la boca de su progenitora de soldados fuertes y que entregaron sus almas contra un enemigo poderoso. Incluso estaba el nombre de su padre, le invadió una tristeza a pesar de no poder conocerlo. Su boca no fue más que una fina línea hasta que encontró dos nombres en particular.

Reiner Braun
Annie Leonhart

¿Será pariente de Gabi? Puede ser una posibilidad... Un momento...

Ella había mencionado que su primo y "amor de su vida" murieron en Paradise, pero no mencionó su nombre...

-Soy Reiner, Reiner Braun...

¿Pero cómo? Aunque el otro nombre también le dejaba sorprendida. No cabía duda que era la misma mujer fría con la que había tenido visiones ayer.

Con rapidez ordenó el pequeño desastre, sacó su libreta y anotó con el lápiz que había usado antes la información recién recolectada. Miró a todos lados antes de hacer lo anterior, y ver el papel que recogió del suelo marleyano, por segunda vez.

Al terminar, guardó su cuaderno y llevó los libros que su superior pidió. Ya en la tarde podría terminar su investigación por la inminente ida a Trost. Los superiores amaban adelantar viajes.

Hiruma 『SnK/AoTメƑαnfic』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora