ºGraciasº

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- ¡Esto es difícil! ¿Cómo puedes hacerlo?

Veía a la mujer mayor frente a él, portando con gran naturalidad aquel traje, casi como si fuese una extensión de ella.

-Es solo práctica. -mencionó tranquilamente, entre tanto se acercaba al pequeño y le ajustaba las cintas que rodeaban su cuerpo y darle más seguridad.

-Aún no llevas los tanques de gas ni las espadas, será fácil que te acostumbres.

-Está bien...

Se mantuvieron en silencio hasta que decide hablar.

-Gracias, Mikasa.

La mujer mayor sonríe, sin decir una palabra, estrecha levemente al pequeño rubio hacia ella, simulando un abrazo.

Luego de mucho tiempo, ella empezaba a juntarse y compartir con alguien. Había perdido levemente el miedo de perder a alguien más.



La luna menguante avanzaba de manera lenta por el cielo dominado de estrellas, él avanzaba a un paso rápido y sigiloso por los tejados de las casas, evitando ocasionar el mayor ruido posible y ser descubierto. No quería casi ser descubierto una segunda vez.

Alia realmente tiene algo contra mí, no faltará que ponga a los de "su grupo" en mi contra...

Salta de un tejado a otro más bajo, para luego deslizarse por un pilar en forma diagonal y llegar nuevamente al suelo.

Tengo dos horas antes de que revisen que estamos en las habitaciones. Desde lo ocurrido son más estrictos.

Habían pasado unos cuantos días desde el incidente, donde se podía ver como habían aumentado la cantidad de soldados en los alrededores, inclusive, guardias nocturnas en el lugar donde los jóvenes soldados se hospedaban.

"Para evitar más conflictos de ese tipo."

No faltaría poco para que lo supieran... O eso pensaba aquel rubio, mientras se internaba con velocidad en el oscuro bosque, guiado por el firmamento.

Había logrado aprovechar su descanso por su lesión para encontrar las coordenadas de la vivienda de Kiyomi. Con esa información logró estar aquí.

Se movía de manera veloz, intercalando entre el suelo y las ramas de los árboles más bajas, en un intento de conseguir atajos.

Hasta que logró llegar.

Frente a él había una pequeña cabaña, con el mismo diseño de los techos en la ciudad, pero toda la estructura parecía ser solo de madera. Detrás de la casa, a unos cuantos metros, parecía haber un pequeño lago que reflejaba el oscuro cielo y la bella luna.

Caminó hasta llegar a la puerta, dando tres golpes lentos con sus nudillos, hasta que pronto una adulta joven de cabello negro y ojos rasgados abrió la puerta, quien le miró con sorpresa.

-Shiranaihito-sama.

Aslan miró a la mujer extrañado.

- ¿Disculpe?

La mujer se da cuenta de sus palabras y le da una rápida reverencia.

-Lo lamento, perdone mis palabras. Es solo que, se parece demasiado al protagonista de una leyenda de Hizuru.

- ¿De qué narra esa leyenda?

-Es una leyenda muy antigua y larga, solo puedo decirte que era como tú, y muy fuerte.

-Ya veo.

Aslan toma aire antes de apoyarse en el marco de la puerta corrediza.

-Vengo en busca de Kiyomi-sama, ¿Se encuentra aquí?

La mujer estaba sorprendida.

-Si, pero...

-Chiyuki, hazlo entrar.

Sin negarse, la mujer se hace a un lado y el chico entra, viendo directamente una pequeña mesa con almohadas a su alrededor, al frente del mueble había una mujer mayor, su cabello era negro con algunas canas otorgando un gran contraste, en su rostro había algunas arrugas. La mujer mayor mira al recién llegado.

- ¿A qué has venido?

Aslan permanece en silencio, se acerca hasta llegar a la mesa y se sienta sobre una almohada, frente a Kiyomi, mirándola fijamente. Pronto pone sobre la mesa un pequeño papel y un pañuelo blanco con un bordado en forma de "A".

-Esto...

-Fue enviado por Uchiwa-san. Y ese bordado, ¿No es parte de su tradición, al igual que su tatuaje?

La mujer se veía impresionada, tomó con sumo cuidado el papel de la carta, mirando fijamente el bordado.

-Esas tradiciones de los descendientes del Shogun son secretas, ¿Cómo...?

Aslan sonríe levemente. Se quita la capucha mientras su mente viaja a breves recuerdos.

-Soy... Bueno, fui el aprendiz de Mikasa Ackerman. Parte del clan del Shogun.

La mujer le mira impresionada.

- ¿Cómo?

-Si quiere puedo decirle mas adelante. Ahora, ¿Conoce a gente de apellido Hiruma?

Chiyuki aparece y deja vasos de tamaño mediano a cada integrante de aquella reunión.

-Uchiwa pudo entregarte esa información, ¿Realmente viniste aquí para ubicar gente?

-Sé que ha vivido bastante tiempo aislada por aquí, seria una falta de respeto que preguntara por habitantes de Hizuru.

Kiyomi detuvo su acción al oírlo, lo miró fijamente antes de hablar.

- ¿La familia de la soldado Dalca...?

-Así es, supongo que debe conocer a su esposo, ¿No?

La mujer baja la mirada levemente, dejando el te sobre la mesa.

-Traicionó a su pais por Marley, aunque haya hecho eso, lamento su muerte.

Aslan ladea un poco su cabeza, mientras toma su vaso de té y toma un sorbo.

-Pero la hija nunca la conocí.

Deposita el vaso y mira a la pelinegra al frente suyo.

-Hablando de ella... Debo contarle de algo.

Aslan pone una posición mas firme, demostrando que estaba seguro del siguiente tema de conversación.

Kiyomi mira fijamente al rubio, le recordaba a cuando era joven y su puesto de embajadora, usando hábilmente su lengua para realizar tratos que le beneficiaran de manera económica y a su nación.

Eran agridulces recuerdos de lo que alguna vez fue.

-Te escucho, eldiano.

Iba a ser una noche interesante para ambos.

Su tiempo para ir a las afueras de la capital habían terminado, Aslan recorrió la ciudad con velocidad, manteniendo una leve sonrisa en su rostro.

Está avanzando todo bien...

Su sonrisa se borró rápidamente cuando recordó a cierta pelinegra de ojos verdes, con quien en poco tiempo había entablado una bonita amistad.

Pero ya no estaba para apoyarlo.

Al acercarse al edificio en donde se hospedaba, Aslan toma un desvío, en dirección a la estación del tren, mientras una explosión se oía de fondo.

Gracias...

Ahora podría avanzar mas en su plan.

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⏰ Última actualización: Feb 07, 2023 ⏰

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Hiruma 『SnK/AoTメƑαnfic』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora