ºLa tierra al oriente del mundoº

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Poco después de aquel incidente, las expediciones para explorar el interior de la isla se redujeron bastante. Incluidas, aquellas para buscar a Haru, que ni siquiera habían durado una semana.

"Es bastante arriesgado ir allá."

"Los golems están apareciendo cada vez más seguido..."

Para él no fueron más que vanas excusas. Ellos no tenían la intención de buscarla. Y eso le continuaba molestándole, a pesar del bastante tiempo que ha pasado.

Cuando se rindieron en las búsquedas, se les ordenó volver a Marley. Al regresar, Evangeline los encontró en el puerto, rápidamente dirigiéndoles palabras hirientes mientras lloraba. Los soldados tuvieron que apartarla tratando de no usar tanta fuerza, por el bien de los confundidos reclutas.

Él podía llegar a entenderlo, perder a un hijo no era fácil.

Ni tampoco un padre...

Tengo que salvarla. Hay que salvar a M...

-Aslan, despierta. -La cálida mano de su contraria le terminó despertando. Aún somnoliento, levanta su rostro del marco de la ventana. Dirige la mirada a Rin, quien lo había despertado.

-Hemos llegado. - susurró el rubio antes de bostezar bajo la callada mirada de Rin. El sonido del silbato del tren inunda los vagones. Las personas empezaban a movilizarse, tomando sus pertenencias y preparadas para bajar de su transporte.

El rubio se levanta de su asiento, listo para tomar su maleta ubicada en la parte superior de la ventana, pero Rin le toma de la muñeca. El chico se queda inmóvil.

- ¿Qué sucede?

-Solo ten... Cuidado. Cuídate mucho, Aslan.

La castaña suelta al chico y se levanta. Tras aquel suceso le habían asignado otro distrito... A kilómetros mas allá.

Aun con las preocupaciones en su mente, la joven toma por sorpresa el abrazo que le dio el chico por la espalda.

-No empieces a preocuparte por eso. Te quedaras unos días aquí, ¿No es así?

-Pero...

-Voy a estar bien, tranquila.

Aprovechando que nadie se percataba de ella, Rin sonrió. Esperaba que aquellas palabras se cumplieran tal cual.

No quería volver a sufrir aquel mismo dolor.

Tras el abrazo, ambos tomaron sus cosas y salieron al exterior.

-Este es Hizuru. La tierra del sol. - mencionó Rin cuando ambos entraron a una de las ciudades mas importantes del país: Taio. Tenia una arquitectura y una sensación completamente distinta a Paradise o su natal Marley. Sus edificios eran de madera con una pequeña elevación del suelo, tenia anchas ventanas corredizas como sus puertas. Lo mas destacable eran sus techos de tejas de colores claros entre rojo y verde. Ambos también se percataron de la gran presencia de vegetación en las calles y en algunos techos de las casas.

Desde pequeño a Aslan le enseñaron de que Hizuru estaba ubicado en el extremo más oriental del mundo.

Y ahora, para los ojos de los marleyanos, aquel país pagó sus pecados del pasado al perder la mas reciente batalla. Dejando a Marley los dominios del país.

Tras avanzar notó una pequeña multitud mirándolos. Eran sus compañeros, quienes habían viajado unos días antes al país.

-¡Aslan!- Una gran parte se acercó, bastante alegres de ver a su recién llegado rubio compañero.

-¿Qué tal te encuentras?

-¿A que Taio es genial?

-Chicos, recién a llegado. Dejen que descanse.- Rin mueve su brazo libre en señal de calma. Pronto dirige una mirada a Aslan.- Te quedaras aquí.-Pronto cambia su mirar al resto de los chicos.- Pórtense bien.

Antes de que pudiera decir algo, del grupo de reclutas aparece Alia alegremente.

-¡Aslan! Vamos. -Rápidamente toma la muñeca del recién llegado, llevándolo rápidamente hacia el edificio en donde se iban a quedar. Uno de sus compañeros abre la puerta corrediza para evitar que Alia detuviera su marcha.

La primera habitación era bastante grande, muebles, decoraciones y una alfombra nunca antes vistos en su tierra natal. Al fondo del lugar había una mesa de madera ancha, con una mujer de ojos rasgados detrás del mueble.

-Señora Tanaka, él es el chico que faltaba. -Menciona Alia durante el poco tiempo que estuvo en la habitación con Aslan. El chico decide obligar a la chica detenerse, dejándola confundida.

El rubio dirige la mirada a la mujer, se inclina realizando una pequeña reverencia. La mujer solo asiente bastante contenta, imitando la reverencia.

Aslan se gira mirando a sus confundidos compañeros.

-He leído que la gente de Hizuru se saluda así.

Poco tiempo después sus compañeros lo llevaron al piso que les correspondía, con Alia siendo de guía, hasta poder llevarlo a su habitación.

A diferencia de la entrada, el nuevo cuarto era mas pequeño. Tenia unas sabanas y almohadas en el piso, una pequeña mesa de madera con una almohada al frente y una vela sobre ella, unos estantes vacíos y una ventana grande al fondo de esta.

-Decidimos darte la habitación con la ventana, para ya sabes, puedas distraerte.

Aslan, confundido, solo sonrió levemente.

-Gracias, chicos.

Pronto uno de los chicos menciona algo de un entrenamiento, a lo que el grupo decide algo apenados despedirse del chico.

Se acercó de manera lenta a ella. Siempre se preguntó el por qué estaba todo el tiempo sentada apoyada en el tronco de aquel árbol. Tan distante de los demás.

-Volveremos después, Aslan. Aquí preparan un genial... ¿Sushi? ¿Así se llama?

-Si. No se preocupen, aquí los espero.

Al estar a escasos centímetros, escondido detrás del árbol, veía a la mujer de largos cabellos negros mirando el firmamento nocturno. A diferencia de los demás, tenia unos ojos bastante... Distintos.

-Entonces, ¡Nos vemos, Aslan! -Alia sale de la habitación, mientras el grupo la va imitando agitando sus manos en señal de despedida del chico. El último de ellos mueve la puerta corrediza hasta cerrarla, dejando a Aslan completamente solo.

Al quedar embobado por la silenciosa mujer, el niño no se percata del fuerte sonido de una rama rompiéndose bajo su pie. Alertando a ambos.

-Será un problema. -susurró el rubio, admirando su habitación nuevamente, antes de dirigirse al escritorio.

La mujer se voltea con gran velocidad, en una pose de defensa, pero cuando se da cuenta que era él baja sus brazos y respira hondo.

-No me asustes así.

-Lo siento, solo...

Aslan se percató de la pequeña cicatriz en una de las mejillas de la mujer.

- ¿Solo...?

-Estás muy sola, ¿Es por ser distinta a los demás?

Aslan decide abrir uno de los cajones del escritorio, al no ver nada, decide imitar esa acción con los otros cuatro cajones. Hasta encontrar lo que buscaba.

La mujer sonríe levemente.

-No es por eso, Aslan... Ven.

El chico obedece y se sienta al lado de la mujer.

-Solo pienso.

Aslan sonríe de lado, mientras leía una y otra vez el contenido del papel. Al sentir que su cerebro había almacenado correctamente la información, quemó el papel con la vela encendida, tras hacerlo miró por la ventana con determinación. 

-Kiyomi... Espero nos ayudes.

- ¿Pensar?

- En lo cruel y bello que es el mundo.

Hiruma 『SnK/AoTメƑαnfic』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora