Al poner un primer pie en ese lugar, un aire familiar lleno de recuerdos, y a la vez uno desconocido le rodearon.
Recorrió con la mirada el gran salón recubierto en varias decoraciones chapadas en varias piedras preciosas, combinando perfectamente con el blanco de las paredes y de los muebles que la decoraban.
-Por aquí, señorita Hiruma.-le avisó el hombre, mientras empezaba a subir una escalera, llevando en sus manos la maleta de la pelinegra.
La joven sólo asintió, mientras le seguía, pero luego vió a la mujer de abrigo rojo entrando al salón. Haru se detuvo y contempló desde el cuarto escalón a su contraria.
-Te esperaré aquí.-Fue lo único que dijo, mirando por primera vez las verdes iris de la joven.
La joven, aún con dudas, empezó a subir hacia el segundo piso de la casa, que aunque le sorprendiera el gran cambio que tuvo, seguía siendo el lugar donde se crío... Hasta que ese día llegó...
°°°
Sus orbes aguamarina analizaron cada detalle de la habitación, mientras avanzaba con sumo cuidado.
Tragó un poco de saliva, cuando la silueta de la persona dueña de la oficina se volteó para mirarlo detenidamente, mientras las ventanas dejaban pasar la luz mañanera.
-Aslan Kurtz.-murmuró el mayor, sosteniendo unos papeles, mientras miraba al recien llegado.-Me alegra tener en mi despacho a un cadete prodigio.
El joven se sobresaltó.
-No es necesario que diga eso, comandante. Hay personas mejores que yo.
-Eso no es lo que piensan los oficiales a cargo de ti y tus compañeros... Incluido yo.-El hombre, con un gesto, invita a sentarse a su contrario, a lo que este último obedece.-Iré directo al grano, Kurtz.-El comandante agita los papeles que llevaba, logrando que el chico se diese cuenta que era un sobre, para luego, ponerlos sobre la mesa.
El joven, sorprendido, sujeta la carta entre sus manos, y tras un rato observándola, se da cuenta del logo pegado en una esquina de la carta.
-Es...-El hombre asiente, mostrando una sonrisa llena de orgullo.
-...Una invitación para ser parte del escuadrón Tybur.-dijo con sorpresa la joven, luego de terminar de leer la carta.
La mujer de abrigo rojo asiente, mientras le daba un sorbo a su té.
-Enviada y escrita por el mismísimo cabeza de la familia Tybur.-Los ojos de aquel hombre parecían querer entrar en sus ojos y recorrer cada parte de su cuerpo. Esa sensación le causó escalofríos al rubio, mientras leía con atención la carta.
-¿Estás segura de que no se han equivocado?-La mujer frunció el ceño y se levantó del sillón, caminando en dirección a la joven azabache.
-¿Por qué se abrían equivocado, Haru?-preguntó la mujer, poniéndose de cuclillas y quedar frente a frente de la chica.
-¿No podrían escoger a alguien mejor? No creo que pueda servir de algo.-El hombre frunció el ceño.
-Tienes potencial, Kurtz, y...
-De todas las personas candidatas... Te eligieron a ti, Haru, se dieron cuenta de tu gran potencial.-La mujer sonrió.-¿No te pone feliz?
"¿Tener que volver al infierno llamado ejército? No gracias."
-N-no lo sé...
-Puedes pensar de tu respuesta, Kurtz, no hay problema.-El joven asintió, mirando el sello de aquella poderosa y rica familia, que con ironías del destino, se habían fijado en un par de jóvenes soldados recién llegados a la capital.
°°°
Volvió su vista al cielo nocturno que cubría por completo la ciudad, logrando transmitirle una gran paz a la azabache.
Apoyó su cabeza levemente contra la ventana de su habitación, pensando en todo lo ocurrido hacía unos días. Sobretodo, lo ocurrido tras su regreso a Liberio.
Recogió sus piernas y las abrazó, manteniendo su vista en algún punto lejano.
-¿Por qué yo?-murmuró, viendo ahora un estante lleno de libros que estaba cercano a la ventana.-¿Por qué los Tybur me querrían a mí?
En pocos segundos, y a pesar de los pensamientos que la atacaban, pronto la oji verde cayó rendida al sueño, el cual no había logrado conciliar hasta ese momento.
«Un cielo cubierto de hermosos colores que pasaban desde el rojo sangre hasta un dulce azul marino, dando a aquel lugar desconocido, y al parecer perdido en el tiempo, una gran tranquilidad.
-¡Madre!-Una pequeña niña de cabellos como plumas de cuervo corrió hasta llegar a un pequeño claro del bosque, donde, se encontraba su progenitora.-¡Hay algo en el cielo!
La mujer de cabello corto, con un rostro lleno de temor mezclado con sorpresa, elevó su mirada al cielo.
Su temor aumentó cuando, en medio de tan bello paisaje, unos objetos de colores grisáceos aparecieron flotando el cielo.
Nunca esperó que aquel día llegara... No otra vez...
Rápidamente tomó a la niña y corrió del claro, justo en el momento en que unas cosas más pequeñas caían de esas "Nubes metálicas".
Pronto la luna, en su máximo esplendor, apareció tras una nube permitiendo alumbrar a la ciudad.
Cuando la luz atravesó la ventana, ésta empezó a alumbrar con su estela blanquecina la habitación, y sobre todo, el estante.
-¿Qué...?-Algún objeto en el estante provocó que la luz de la luna llegara de manera directa a los ojos de la joven, haciendo que despertara.
Por inercia, y también por curiosidad, se levantó de donde estaba y comenzó a caminar al estante. Fue una sorpresa para ella encontrar un libro brillando en la oscuridad.
Al tomarlo, se percató que su tapadura estaba cubierta por unas pequeñas piedras traslúcida, las que habían reflejado la luz, y logrando que la joven, rápidamente, recordara la Base Helos.
-Es... El mismo cristal.-susurró, mirando ahora el título bordado con un color que le hacía juego a aquel cristal y al resto de la portada.
"Historia de Marley"
No leyó su contenido, sólo hojeó, pero era más que obvio que era un libro "brillante" acerca de la historia de la nación a la que pertenecía. Sin embargo, en un momento se detuvo, ya en las últimas páginas, dándose cuenta de que era parte del capítulo de la "Batalla por Paradise".
Pero su asombro no acabó, ya que, desde la página siguiente a la introducción del capítulo... Todas estaban arrancadas.
Inconscientemente, elevó su cabeza hacia el techo, como si de alguna manera pudiese ver el cielo nocturno o más allá.
Su rostro caucásico se volvió más serio de lo normal y un brillo "extraño" apareció en sus verdosos ojos, mientras cerraba el libro.
Ya tenía una decisión. Sabía lo que tenía que hacer.
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Hiruma 『SnK/AoTメƑαnfic』
Fanfiction"Un demonio siempre será un demonio, sin importar lo que se haga" ~Evangeline Dalca ⚔️ Créditos a la portada a: Editorial Adam. 🗡️⚔️🗡️ Aviso: La mayoría de los personajes y una parte de la historia le pertenecen a Haji...