CAPITULO VIII.

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-¿Qué pensabas hacer conmigo ahora que me tenías por completo a tu merced?- Fue el primer pensamiento que le vino a la cabeza a Yuzuru al despertar. Se llevó las manos al rostro respirando sonoramente, lo que pasó ayer había sido una locura, una tremenda pero deliciosa locura. 

Se sobresaltó al notar una mano sobre su pecho, era la mano de Javier palpando los latidos de su corazón en un vano intento de saber qué es lo que estaba pensando. Los dos se miraron pero apenas les quedaba voz para hablar. Se mantuvieron así durante unos cuantos minutos hasta que Javier le retiró los mechones de pelo que le caían por su frente, quería verle bien la cara. Hasta ese preciso momento el español no se había percatado de que su compañero poseía un rostro realmente bello, casi como un muñeco de porcelana. Se acercó un poco más hasta estar por fin piel contra piel. Yuzuru no pudo evitar sobresaltarse otra vez, estaba siendo realmente tierno en comparación con la noche anterior y no sabía muy bien por qué sentía miedo. 

Miedo a no poder controlarse de nuevo. Miedo a que esto solo fuera más que un juego. Miedo a expresar todas las dudas que le acechaban. No lo sabía pero aquella mano acariciando sus mechones de pelo de la frente y la otra rozando con suavidad la parte baja de su espalda le provocaban unos escalofríos difíciles de describir. No mediaron ni una palabra desde anoche, sentían que en parte si hablaban sobre el tema la magia de ese momento se rompería. Yuzuru decidió que la mejor opción era aprovechar la situación. Automáticamente besó los finos labios del español.

Poco duró aquel tímido beso ya que ambas lenguas se abrieron paso y de nuevo compartieron ese ardiente deseo mutuo entrelazándolas con parsimonia, no podían evitar besarse de esa forma estando tan juntos, habiendo probado ya el sabor del otro. La mano de Javier había bajado hasta agarrar una de aquellas nalgas. La apretaba y amasaba fuerte entre sus dedos mientras empezaba a oír a su compañero jadear sin pudor dentro de su boca. Dios, aquel sonido otra vez no... sus miembros empezaron a rozarse en cuanto la sangre comenzó a fluir allí abajo.

*Toc Toc*

El beso se detuvo bruscamente al igual que sus cuerpos, y aún sin separar sus labios se miraron con los ojos como platos. ¿Les habían pillado? Dejaron de respirar por unos cuantos segundos.

-¿Javier? ¿Yuzuru? A despertar.- Era la voz de Tracy tras la puerta y volvió a llamar con los nudillos. -Venga chicos, preparaos para la ronda de prensa. Y no os olvidéis haceros la maleta, el vuelo sale nada más terminemos con los periodistas.-

Los dos se separaron en seco y se levantaron de la cama. Javier tenía las orejas completamente rojas y estaba buscando desesperado su ropa dentro de la maleta.

-¿Chicos? ¿Hola?-

-S-sí-sí, ya vamos, danos unos minutos.- Dijo Javier antes de girarse a mirar a Yuzuru. Puso el dedo entre medio de los labios y le hizo el gesto de silencio. -De esto ni una palabra, ¿vale?- susurró.

Yuzuru asintió. Pero aunque no fueran a hablar de esto en aquel preciso momento, la necesidad de saber qué demonios estaba pasando entre los dos le carcomía por dentro. Esperaría a volver a Toronto para poder aclarar las cosas.

~


Pasaron unos días y las imágenes de Javier encima suyo gimiendo como un animal y corriéndose con fuerza sobre su espalda no se le iban de la mente. Apenas podía concentrarse en los entrenamientos, tenía que hablar con él ya y decidió que ya habían pasado suficientes días para que ambos pudieran ordenar sus sentimientos y pensamientos. Por suerte se encontró a Javier solo en el vestuario cambiándose de ropa. Tragó saliva.

 Tragó saliva

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Mágica aura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora