Javier quería disfrutar de aquel mes de vacaciones en Japón sin darle muchas vueltas al tema de Yuzuru. Si bien seguían siendo amigos, los dos eran conscientes de que algo más que amistad había surgido entre ellos y era difícil ocultarlo. Pero en ese momento estaba con Miki y Himawari. Tenía que olvidarse de aquello y de disfrutar, al fin y al cabo Miki se había esforzado mucho eligiendo un hotel típicamente japonés y de bastante categoría. Se le podía notar que su novia se estaba desviviendo por mantener aquella relación a flote, a pesar de que empezaba a faltar pasión y amor.
La distancia no perdona a nadie.
Para Yuzuru aquella tercera medalla de oro consecutiva en el Campeonato Nacional de Japón había sido casi pan comido. Aquel dolor agudo que sintió en el vientre después de la gala de medallas le sorprendió súbitamente. No le quiso dar mayor importancia al principio pero al cabo de unos minutos el dolor empezaba a ser insoportable. Empezó a tambalearse y se sentó en una silla esperando, quizás, un milagro. Apretó fuerte los dientes para no gritar. Uno de los asistentes que pasaban por allí se acercó a él, pero antes de poder preguntarle nada Yuzuru supo que algo no iba bien.
-Avisa a Brian. Brian Orser. No me encuentro bien.-
En cuanto llegó su entrenador a su encuentro al japonés ya le caían gordas gotas de sudor por la frente. Estaba realmente pálido.
-Yuzuru ¿qué pasa? ¿qué te duele?- Preguntó Brian aterrado. Le intentó ayudar a levantarse pero lo único que consiguió es que Yuzuru acabara desmayándose del dolor. -¡UNA AMBULANCIA! ¡LLAMEN A UN MÉDICO!
La espera fue interminable. Brian no se separó ni un momento de su alumno. En cuanto llegaron los paramédicos con la camilla se marcharon enseguida al hospital privado más cercano bajo la atenta mirada de Brian, el cual aprovechó ese tiempo en mandarle un mensaje de texto a la madre de Yuzuru explicando la situación y dónde se iba a encontrar su hijo.
Tras unas rigurosas pruebas se descubrió que había un problema con el uraco, un ligamento conductor de la vejiga. Tenían que operarle de emergencia cuanto antes. Cuando les dieron la noticia, Brian y la madre de Yuzu se abrazaron preocupados a pesar de que los propios médicos habían asegurado que era una operación sin riesgo, aunque sí necesitaría reposo absoluto.
Javier jugaba con Himawari y con varios peluches en la casa de Miki mientras ella preparaba la cena para los tres. Parecía que aquellas vacaciones juntos habían mejorado considerablemente la relación. Oía de fondo la risa de su hija y la de su novio hasta que de pronto sonó el teléfono de Javier.
-¿Brian? Sí, estoy en Japón.- Javier hizo una larga pausa. -Tranquilízate, no te entiendo nada, hablas muy rápido, ¿qué pasa?.- notó una punzada en el pecho y sus manos empezaron a sudar.
-¿Javi? ¿pasa algo?- Miki se acercó a él, pudo notar que algo ocurría al verle la cara
-¿En qué hospital? Vale, voy enseguida.- Colgó el teléfono acompañado de un profundo suspiro.
-Javi dime qué pasa, me estás preocupando.-
-Acaban de operar a Yuzuru, ha tenido un problema con no se qué de la vejiga, no le he entendido muy bien. Debo irme.-
-¿Irte? Pero si vamos a cenar. No creo que sea nada grave, si ya le han operado estará bien. Anda, siéntate.-
-No me quiero sentar Miki. Quiero irme. Tengo que irme.-
-No Javi, no tienes por qué. Sólo es un compañero de entrenamiento. Estás de vacaciones, necesitamos este tiempo juntos, yo...-
-Lo siento mucho, pero me voy a ir, tú no lo entiendes...-
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Mágica aura.
Fanfiction"Los finales felices no tienen historia. Los seres humanos felices tampoco." Javier y Yuzuru son amigos, compañeros y sobre todo rivales. Pero hay algo más, un secreto inconfesable e imperceptible que solo ellos dos saben.