CAPITULO XVI.

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                                                               -2018-

Los entrenamientos en el Cricket Club previos a las olimpiadas eran los más difíciles. Se podía notar la tensión, los nervios y la emoción a partes iguales. Javier observaba desde la distancia las placas que había cerca de la pista donde estaban los nombres de ganadores del mundo y ganadores olímpicos, y empezó a soñar despierto deseando con todas sus fuerzas ver su nombre allí junto al título de ganador de las Olimpiadas. Pero no podía distraerse, ya tendría tiempo para fantasear, era hora de ensayar su coreografía.

Yuzuru, por su parte, se sentía bastante confiado. Si en Sochi fue fácil ganar y aun habiendo tenido una lesión bastante grave meses atrás que le había incapacitado de participar en varias competiciones, él sabía que este también sería su año. Miró a Javier entrenando a pocos metros de él, su actitud era la misma, jovial y risueño, pero físicamente se le veía bastante lánguido. Sonrió levemente, casi con tristeza, al recordar aquella conversación tiempo atrás. En un mes novolvería a verle más, no le volvería a ver en la pista de hielo entrenando codo con codo nunca más. Pero sabía que era lo correcto, ante todo pensaba por el bien de su amigo aunque doliera su pecho como una espada ardiente clavada directamente en medio de su corazón.

Aquel gélido día de Enero había transcurrido con normalidad. En los vestuarios Javier y Yuzuru se habían quedado a solas. Mientras Yuzuru guardaba sus patines en la mochila Javier aprovechó la oportunidad, tenía la imperiosa necesidad de decírselo.

-Oye Yuzu.-

-¿Mh?-

-Yo...-

Yuzuru le miró confundido. -Dime-

-¿Podrás perdonarme alguna vez todo el daño que te he hecho?.-

-Javi...- Yuzuru se acercó a él y acarició su mejilla con la yema del pulgar. -No cambiaría nada de nuestra historia.-

Javier hizo un amago de sonrisa. Su mirada estaba apagada. Yuzuru sabía que se sentía culpable por todo pero realmente aquel dolor había valido la pena porque le había conocido, le había amado y lo más importante, había sido correspondido.

-Vale... Espero verte en el podio en Corea.-

-Lo mismo digo.-

Javier entrelazó los dedos con aquella mano que seguía apoyada en su mejilla y le besó el dorso de ésta.

~

Febrero. Pyeongchang.

Los programas cortos habían sido increíbles. Como Brian se esperaba, sus dos chicos habían quedado primero y segundo en la clasificación pero aun quedaba la última prueba de fuego y la más complicada, el programa libre. En las gradas miles de fans histéricas gritaron al entrar Yuzuru en la pista entre tanto que Javier observaba escondido mientras comía gajos de limón esperando su turno. Aún no había patinado el japonés y ya sabía que su amigo iba a conseguir el oro. Tras la finalización del programa y entre el griterío femenino Javier sonrió para sí mismo.

-Este chico... es simplemente increíble.- Pensó el español.

Yuzuru esperaba sentado por el programa de Javier. Rezó para sus adentros a todos los Dioses habidos y por haber para que le saliera bien. Necesitaba que Javier cumpliera su sueño tanto como necesitaba ganar él mismo la medalla de oro. Por suerte para los dos, alguno de esos Dioses oyó sus plegarias. En cuanto Javier entró en la cabina donde esperaban los tres primeros clasificados Yuzuru no pudo aguantarse las lágrimas de felicidad al abrazarse a él. 

Boyang miraba desde una esquina sin saber muy bien qué estaba pasando y de qué estaban hablando pero se podía apreciar una aura extraña que les rodeaba a los dos. Algo más que amistad, algo más que una simple devoción. Era una mágica aura.

Mágica aura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora