Llegaron sus padres y le metieron una bronca, sobre todo su madre. Por más que él les explicara los hechos, no era suficiente.
Su padre al final, comprendió lo que Derek explicaba e intentó entrar en razón a su madre, pero como él no era su hermano menor Daryl de diecisiete años, pues no quiso comprender nada.
Al llegar, Daryl salió de su habitación y se dirigió hacia su hermano Derek.
- Ya estás aquí. ¿Dónde te habías metido, hermano? ¿En que lío te metiste para que te arrestaran? - preguntó.
- Déjame tranquilo, Daryl. - subió las escaleras hacia la habitación.
- ¡Oh, venga ya! - miró a su madre.- Mamá.
- Dice que le robaron el billete y el dinero. No sé que creer de tu hermano, de verdad. Es un completo desastre. - contestó ella.
- Eso ya lo sé. Quien sabe cuanto durará en este trabajo. Y espero que no se meta en periodismo por que tirará el dinero. - dijo Daryl.
- Por favor, ya vale de meteros con Derek. Yo si confío en que su historia es cierta. Jamás le ha pasado nada así. Él no es rebelde.
- ¿Le defiendes, papá?
- Conozco a tu hermano. Él siempre es generoso con todo el mundo y nunca comete actos vandálicos ni se salta las normas.
- Nos ha salido un niño muy raro. - dijo la madre mientras subía las escaleras para irse a dormir.
- Eso no es cierto, Tessa. Ya hablaremos. Ve a tu cuarto Daryl. Pero a dormir, nada de jugar a esos jueguecitos que tan enganchado estas.
- No hago nada malo, papá. Solo es un juego.
Subieron y se durmieron.
Derek intentó dormirse pero no dejaba de dar vueltas por la cama. Se quedó un rato mirando el techo, mientras le entraba un poco de luz de la calle. Se puso a pensar en lo ocurrido aquella noche, en la que le robaron. No tuvo miedo, total, no le había quitado la cartera ni el billete a tirones, si no todo lo contrario; en un visto y no visto. Tampoco tuvo miedo cuando le dirigió la palabra para que le devolviera las cosas, pero que hubiese pasado, si aquel muchacho encapuchado, hubiese sido muy violento? Mejor ni pensar en eso. Se acomodó de lado y cerró los ojos. Al cabo de un rato, se quedó completamente dormido; pero no descansó lo suficiente ya que, tuvo una horrible pesadilla en la que le robaban a base de arma blanca y se despertó de golpe agitado.Aquella mañana, hacía un sol espléndido y un clima muy agradable; ni frío, ni calor. Como era un sábado y la oficina estaba cerrada, se hizo una mochila, en la cual introdujo un táper y una bebida, y se marchó a caminar por la montaña; solo avisó a su padre de que se iba a caminar.
Le encantaba poder respirar aire fresco y puro, sentirse como un alma libre y lo mejor, poderse despejar del bullicio del pueblo y pensar en sus cosas. Un rato solo, no hacía mal a nadie, al contrario, le gustaba.
Se paró en una colina a almorzar, a pesar de que había desayunado, necesitaba meterse algún alimento en la boca y recuperar fuerzas, y nada mejor que ese lugar para contemplas las maravillas de la naturaleza.
Al acabar, empezó a escuchar un ruido entre los matorrales y se levantó de golpe, automáticamente se puso la mochila y miró para ver si veía lo que había ahí.
De repente, vio como una serpiente se le acercaba rápidamente y él, sin saber como actuar, reaccionó de la manera que muchos de nosotros reaccionaría: ¡a correr!.
Corrió y corrió hasta que se chocó con un árbol y cayó al suelo de inmediato.
- ¡Ey! ¿Hola? ¿Me oyes? - dijo una voz. Derek empezó a abrir los ojos.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó.
- Me temo que te has golpeado contra el árbol y te has caído. - le ayudó a incorporarse. - Soy Gina.
- Derek.
- Encantada, Derek. Puedes... levantarte?. - Con ayuda de Gina, se levantó. - Perfecto. - le dijo sonriente.
- Gracias. Que vergüenza...
- ¿El que? - preguntó Gina.
- El que me hayas visto golpearme de la forma más estúpida.
- No te preocupes. Nos puede pasar a cualquiera. - le miró. - Dime una cosa... ¿Huías de algo?
- De una serpiente... me apareció de repente y no sabía que hacer. Entonces, salí corriendo y estaba tan nervioso y ¡Pum! me di con el árbol.
- Hay que tener cuidado, nunca se sabe lo que uno se puede encontrar por este lugar. Estamos invadiendo el terreno de los animales y de los pequeños seres.
- Si, lo sé. ¡Uf! Menudo susto me pegué. En fin... - la miró. - Gracias de nuevo por acudir en mi ayuda.
- No hay de que, Derek. Un placer. - le sonrió y Derek le devolvió la sonrisa. - Te importa si... - empezó a mover el brazo derecho.
- ¿Si caminamos juntos? ¡Oh claro! No me importa.
- ¿Estas solo?
- Si, vine solo. Me gusta disfrutar de todo esto a solas, la verdad. Lo aprecio más que cuando vengo con alguien.
- Yo también. Me pasa lo mismo. Es tan agradable pasear por aquí y contemplar el paisaje y su fauna...
Anduvieron un buen tramo juntos, mientras se iban conociendo.
Pararon a comer en un merendero.
- Me encanta este sitio. Poder comer, aquí, junto a la cascada, es super especial y romántico. ¿No te parece? - Gina le miró sonriente mientras comía.
- Por supuesto. No había llegado tan lejos, la verdad.
- ¿Es la primera vez que vienes hasta la cascada?
- Si, y reconozco que me encanta. El problema es cuando llueve.
- ¡Oh si! Se llena todo de barro, de charcos y acabas empapado.
- ¿Lo has vivido?
- Si, me pilló una tormenta mientras regresaba a casa. Mi padre me echó una gran bronca porqué iba a enfermar por ir mojada y por llenar toda la casa de pisadas y agua. - se echó a reír.
- Lo debiste pasar mal aquí sola en medio de la tormenta, no?
- No, para nada. A mi me gusta la lluvia, me gusta mojarme y que me caiga encima.
- Eres un poco rarita. - dijo Derek riéndose.
- Me lo dicen a menudo. - se unió a la carcajadas de Derek.
Probaron la comida del otro e intercambiaron risas y anécdotas graciosas.
Se disponían a recoger, cuando de golpe, el cielo de iluminó. Derek miró hacia arriba.
- Creo que... va a caernos una tormenta. - dirigió su mirada a la de ella.
- Puede... - le sonrió.
Se levantaron y empezaron a regresar hasta el principio de la ruta.
Truenos, acompañados de rayos, empezaron a oírse de lejos, pero cada cinco minutos, pudieron comprobar como se acercaba hacía donde ellos estaban.
De repente, un rayo impactó en el camino y se tuvieron que detener. Se miraron y Gina le cogió de la mano y lo adentró más en el bosque mientras cada vez iban más rápido.
Empezó a llover muy fuerte, y en un minuto, toda su ropa, bambas y sus pertenencias, quedaron totalmente empapadas mientras corrían.
- Gina, a dónde vamos? Es peligroso estar por aquí con estos rayos que hay.
- Confía en mi. Vamos a resguardarnos, no podremos llegar muy lejos si la lluvia no para un poco...
- Pero...
- Prometo que sé lo que hago.
Dicho esto, Derek no le soltó de la mano y seguía corriendo junto a ella.
En el momento en que vio una cueva y e acercaban a ella, empezó una fuerte granizada. Las pelotas de hielo, impactaba contra todo su cuerpo, tanto en los brazos, pies y piernas, como en la cabeza. Aunque tuvieran la capucha puesta, ellos notaban el golpe.
Por fin llegaron a la cueva y se adentraron. Estaba bastante fría pero preferían resguardarse allí, hasta que el granizo y la lluvia parase, que jugársela a salir mal parados de aquella tormenta.
Derek, encontró, en el interior de la pequeña cueva, unas ramas tiradas en el suelo, así que las cogió, las amontonó y buscó alguna manera para encenderlas.
- ¿Qué buscas? - preguntó Gina.
- Pues algo para encender fuego. Nos vamos a enfermar si seguimos aquí mucho rato sin secarnos.
- Yo tengo mechero. - lo sacó de su mochila y se lo entregó. Encendió una pequeña hoguera e intentaron secarse así.
Pasaron treinta minutos y aquella tormenta no paraba. Cada vez iba a más.
Para el colmo, empezó a levantarse el aire, primero muy lentamente y luego... aquello parecía un huracán! Y efectivamente, como pensáis; la hoguera que hicieron, se apagó gracias al viento; bueno, gracias no, por culpa de la ventisca que se había unido a la fiesta.
Derek, intentó mil veces que el fuego no se apagara pero no había manera.
- Déjalo, es imposible. - dijo Gina.
- Ya sé que el viento impide que se mantenga, pero... esto es una pesadilla...
- Mantén la calma, Derek. Saldremos de esta, ¿vale?
- Eso espero...
Se acomodaron en un rincón de la cueva. Ambos tiritaban de frío y se abrazaron. Intentaron darse calor mutuamente; era la única solución que tenían a mano y que resultaba efectiva.
Se hizo de noche y Derek no aparecía por casa.
Su madre lo llamó varias veces al móvil pero no daba señal alguna.
Toda preocupada, se lo comentó a su esposo y éste, intentó calmarla; Derek volvería y que no se preocupara tanto por qué ya era mayor para no ser tan controlado por ella y por nadie.
A pesar de las palabras de su marido, no pudo estar tranquila ni un minuto. El tiempo pasaba y no había señales de Derek.
Su hermano pequeño Daryl, tampoco se hallaba en casa, ya que estaba en casa de su novia. Él tenía la suerte de que no se había enterado de que Derek no había regresado a casa.
Pasaban las horas, ni señal de vida de Derek, ni señal en el móvil. Su madre se cansó de esperar y fue a la comisaría más cercana. Denunció la desaparición pero no resultó efectiva, ya que la tormenta no cesaba y era muy difícil ir a buscar a alguien en esas condiciones, y todavía era "pronto" para decir que era una desaparición.
Se marchó a casa furiosa y su esposo volvió a intentar calmarla, pero era una mujer bastante difícil de controlar, y más cuando se ponía tan alterada, así que empezaron a discutir muy fuerte, sin llegar a las manos.
La mujer le culpaba de haber criado mal a su hijo Derek desde el primer momento en el que nació; le tiraba puyas de que nunca le puso límites y que siempre le dejaba libre de hacer lo que quisiese y por eso, no se aplicaba en el estudio y quería estudiar una carrera donde no llegaría nada lejos.
La dejó hablar hasta que llegó a tal punto, que perdió los nervios y la dejó con la palabra en la boca. Se marchó al desván, el único lugar de la casa donde podía estar solo y era solamente suyo; allí tenía un escritorio con un portátil, una estantería de libros y un sofá cama, bastante cómodo, por cierto.Así fue ese día.
Derek había iniciado muy bien la mañana, había conseguido una amiga nueva llamada Gina, lo cual, habían estado conociéndose. Todo se torció cuando el cielo se oscureció con nubes negras y empezó una gran tormenta; la gran tormenta que los dejó atrapados en una cueva, aunque por suerte, la cueva los resguardaba de la lluvia y del granizo, no olvidar, también, de los rayos que pueden ser muy peligrosos.
¿Podrán volver a la civilización, a sus casas, sin ningún tipo de problema en cuanto la tormenta amaine?
¿Qué pasará cuando la madre de Derek lo vea volver?
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Las puertas del camino
Novela JuvenilAl oeste de Noruega, en un pueblo muy pequeño llamado Geiranger, Derek hacía su vida junto a su familia. Lo que nunca imaginó, era que a medida que crecía, las cosas se complicaban para él. Tenía sueños que cumplir y no le sería nada fácil. Shana ap...