Erik pasó los días en aquel hostal, sólo, tal y como él quería. No volvió a ver a Derek por ningún lado, ni siquiera le habló por el móvil para quedar.
Aún estaba en shock. Había conocido a sus padres y ellos se presentaron como si nada, ni se percataron de quién era él.
No tenía muy claro que hacer.
Los días en Noruega se estaban terminando y pronto volvería al trabajo.Derek, por otra parte, no dejaba de pensar en Erik, en que seguramente lo estaría pasando mal después de lo ocurrido.
Se sentía fatal por haberle hecho aquello, pero por otro lado, se pensaba que Erik le agradecía aquel encuentro después de tantos años.El último día de estar allí, Erik paseaba por aquellas calles, para que se le metieran en la cabeza y no olvidarlas.
De repente pasó por un parque. Ese parque tenía un lago con patos, cisnes y tortugas.
Se quedó un buen rato mirando a aquellos animales.
Después, recorrió el parque y pudo ver que tenía varios puentes de madera colgantes, y como no, no pudo evitar pasar por ellos.
Desde allí, veía unas vistas muy hermosas de toda Noruega.
Se paró en un mirador y lo contempló todo desde allí.
No pudo evitar sonreír.De repente, le vinieron pequeños flashes de ese lugar. Él, de pequeño, cogido de la mano de sus padres, viendo esas vistas en el mismo lugar.
Se le borró la sonrisa al recordar aquel día.
Empezó a pensar, que al día siguiente se marcharía sin decirles nada a su familia. Le entristeció.- Erik. - dijo una voz conocida en su espalda.
Inmediatamente se giró para ver de quién se trataba.
- Ah, Derek. Eres tú.
- Sí. ¿Cómo estás? - le miró. - No me has hablado desde que...
- Lo sé. No me apetecía hablar con nadie...
- Entiendo... - bajó la mirada al suelo.
- Oye... Ya sé que tus intenciones han sido buenas desde el principio, pero... Entiende que esto es muy difícil para mí.
Derek levantó la cabeza para mirarle.
- Lo sé. Lo entiendo perfectamente. Solo que me siento mal por haberme metido en algo que no tiene relación conmigo.
- No te preocupes. No voy a despedirte... -le miró. - Primo.
Derek le miró fijamente sorprendido por haber escuchado esa última palabra.
- ¿Por qué me miras así? Somos primos, no? - le preguntó Derek.
- Si, si lo somos.
- Nunca creí que contrataría a alguien de mi familia para que trabajase en mi empresa.
- El destino...
- Eso parece. Llevas en la sangre el periodismo. Se te da muy bien, la verdad.
Derek sonrió.
- Gracias. Es lo que siempre quise ser.
- Los sueños se cumplen cuando uno lucha por ellos y sabe que puede.
- Si. Muy cierto.
- Hola chicos. - dijo una voz familiar detrás de ellos.
Ambos se giraron.
- Tío Henry. - dijo Derek. Automáticamente se puso tenso.
- Buenas señor... - dijo Erik sin saber muy bien hacia dónde mirar por culpa de los nervios.
- ¿Qué tal? - los miró. - Que casualidad encontrarnos en este lugar, no?
- Sí, mucha casualidad. - Derek le miró. - ¿Qué haces por aquí?
- Pues... - se miró la ropa que llevaba puesta y les miró. - ¿No se nota?
- Haces ejercicio.
- Así es. Siempre busco un rato para hacer footing por aquí. Es un parque bien grande y es genial para realizar deporte. - les explicó mientras gesticulaba. - ¿Habéis desayunado?
- Sí, señor... - se apresuró a decir Erik.
- Bueno... Os invito a un café o lo que toméis.
- No hace falta, tío. Nosotros... - miró a Erik.
- Nosotros íbamos a dar una vuelta... - continúo la frase Erik.
- Anda, chicos. Aceptad tomaros algo conmigo y así hablamos...
Derek y Erik se miraron.
Derek pudo ver que Erik tenía los nervios a flor de piel.
Henry se puso en medio, puso sus manos sobre los hombros de éstos y empezó a llevarlos hacia una cafetería que se hallaba en el interior del parque.
- Tío Henry...
- Vamos, Derek. No pasa nada por tomaros algo conmigo. Yo invito. ¿Cómo podéis rechazar una invitación? Si es que...
Los tres se sentaron, Erik pidió una tila para relajarse, Derek pidió un café con leche y Henry un café solo.
Se mantuvieron unos minutos en silencio, hasta que Henry habló.
- ¿Habías venido a Noruega alguna vez o es la primera vez?
- Alguna vez...
- Así que ya te lo conoces.
- Más o menos, señor.
- ¿Eres nacido en Estados Unidos?
-No...
- ¿De dónde eres?
- Nací aquí... Me crié en Canadá...
Al decir eso, a Henry se le vino a la mente una persona.
- Mi hijo también se crió en Canadá...
Erik y Derek, al oírle decir aquello, se pusieron en tensión.
- Hace muchos años que no sé nada de él... Me gustaría saber cómo le va la vida.
- Lo... Lo siento señor. - dijo Erik.
- Tranquilo, muchacho. - le miró. - ¿Sabes? Tienes un aire a él...
- Em... Yo...
- Tío Henry, porqué no mejor nos cuentas otras cosas que no sean tristes?
Henry le miró.
- Ay, sobrino. Es que tu amigo me recuerda a tu primo... Y nunca te dijimos nada. Lo siento.
- No tienes porque disculparte. No pasa nada.
- Claro que sí. Tu tía y yo solo teníamos catorce años cuando empezamos a salir. Al cabo de pocos años, se quedó embarazada. Éramos menores,con estudios a medias. Nos hablaron de un centro de menores y allí metimos al pequeño Erik.
Al oír su nombre y esas palabras, Erik se estremeció.
- Yo... Me tengo que ir... Lo siento. - se apresuró a levantarse.
Henry le miró.
- ¿Porqué tanta prisa? - notó su tensión. - Estás tenso y nervioso... ¿Ocurre algo?
- No... Nada...
- No le agobies.
- No le agobio, Derek. - lo miró y luego pasó la mirada por ambos. - Estáis raros, nerviosos... ¿Es que sabéis dónde está mi hijo?
Hubo un silencio.
Ninguno abrió la boca.Minutos después...
- Ya podéis hablar. - dijo Henry serio.
Erik hizo ademán de marcharse pero Henry le cogió de la mano.
Se miraron a los ojos.
- Lo sabía... - dijo en un susurro. - Erik...
Erik no apartó la mirada. Seguia puesta encima de Henry, aunque intentaba soltarse de él.
- Eres tú... Mi Erik. - dijo Henry.
- Se equivoca, señor...
- No. Esos ojos, esa mirada... Tus nervios al hablarte de mi hijo... - miró a Derek. - Esos nervios os han relatado a ambos. ¿Por qué no me lo has dicho, Derek?
- Yo...- intentó decir.
- Él no tiene la culpa. Solo intenta ayudarme.
Henry le miró.
- Ayudarte a que no nos conozcas?
- No. Ayudarme a saber que tengo que hacer. Me abandonasteis. Me dejasteis de lado siendo solo un niño... - dijo con frialdad. - ¿Y ahora pretendes que os mire a la cara sin más?
- Hijo... Tienes que entender que éramos solo unos críos. No sabíamos nada de bebés ni de niños...
- Yo no tengo la culpa de que no hayáis sido responsables y haber tomado las medidas pertinentes. - se soltó de él. - Lo pasé muy mal en aquel centro.
- Lo siento tanto, Erik... Creíamos que cuidarian de ti muy bien. Pero... - le miró. - Mírate. Llevas una empresa enorme.
- Por que yo quise realizarla. Yo quise seguir mis sueños y lo cumplí.
- Y me alegro, hijo. Me alegra saber que tienes una buena vida y de que estás bien.
- No sabes nada...
- Sabría si quisieras contarme. - le miró. - Perdoname. Podemos empezar de nuevo.
- No... He sido un niño abandonado, no quiero tener contacto con vosotros...
- Pero... A veces hay que saber dar nuevas oportunidades.
- ¿Qué? ¿Me lo dices tú? El que no me ha dado ni una sola oportunidad y me dejó tirado en aquel antro.
- En ese momento, vimos que era un buen lugar para ti. Creíamos que serian tu familia. - le explicó. - Yo fui, meses después a buscarte. Nunca me dejaron volver a entrar. Me dijeron que una familia te había adoptado y que ya no vivías allí.
- Eso es mentira. Nunca me adoptaron. Nunca crecí con un padre ni con una madre. Y ahora quieres ejercer de padre... Así por todo el morro.
- Hijo... - le cogió de la mano y Erik la apartó inmediatamente.
- No me toques... - quiso llorar, pero se aguantó.
- Escúchame. Te juro que fui a buscarte, incluso removí cielo y tierra para encontrarte. Nunca tuve un pequeño rastro de ti. Y tu madre... Tú madre te dio por perdido para siempre.
- No creo que removierais tanto por mi. No cuela...
- Prometo que así fue. Hasta que empecé a tener problemas con tu madre.
- No quiero que me cuentes más para darme pena. No me das ninguna pena.
- No te cuento para darte pena, Erik. Te cuento las cosas tal y como fueron y como son. Estoy dispuesto a pagar por mi error, pero no me vuelvas a quitar de tu lado, por favor. - le miró a los ojos y sonaba sincero. - Haré lo que haga falta para que me perdones y me mantengas a tu lado...
- Ya escuché demasiado por hoy... Tengo cosas de las que ocuparme...
Salió del lugar y se fue al hostal.Henry miró a Derek y éste le devolvió la mirada.
- Lo siento.. hace poco que me enteré de todo. Yo... Quería arreglar algo que no me incumbe. Me estaba jugando el trabajo...
- Tenías que habermelo dicho, Derek.
- Pero nadie me habló de que tenía un primo...
- Lo sé. Quizás debimos contártelo. Pero nunca sabíamos cómo...
- Pues ya lo descubrí solo.
- ¿Sabes cuándo se marcha?
- Mañana...
- Bien pues...
- ¿Irás a despedirte de él al aeropuerto? - le preguntó a su tío.
- Puede ser... No quiero que se vaya con tan mal sabor de boca... Quiero arreglarlo.
- ¿Le dirás a mi tía que...? - no pudo acabar la frase.
- No. Después de todo lo que me ha hecho, no. Y menos demostrarme que nunca le ha importado Erik.
- No creo que sea buena idea que sigas estando con ella... Sufres.
- Lo sé. Pronto voy a poner remedio a todo esto, pero antes he de recuperar a mi hijo.Cuando acabaron de hablar, cada uno volvió a su lugar.
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Las puertas del camino
Novela JuvenilAl oeste de Noruega, en un pueblo muy pequeño llamado Geiranger, Derek hacía su vida junto a su familia. Lo que nunca imaginó, era que a medida que crecía, las cosas se complicaban para él. Tenía sueños que cumplir y no le sería nada fácil. Shana ap...