1. Pasos de plomo

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Geiranger, 2010.

A sus veinte años, Derek terminó, o mejor dicho, dejó sus estudios de secundaria para meterse en ciclos y así empezar una nueva vida.

Acabó secundaria con un solo amigo, Kai. Él le animaba a seguir estudiando para sacarse el graduado escolar pero como no tuvo apoyos de su familia ni de sus profesores, decidió irse del instituto e intentar sacarse un ciclo formativo.

Realizó administración y aunque había alguna asignatura que le costaba, se lo sacó sin problemas y obtuvo el título.
Empezó a trabajar en la empresa donde realizó las prácticas y cuando se graduó, el jefe le contrató; por fin la vida le sonreía, aunque fuese un poco.

Kai y él, quedaban a menudo y salían a tomar algo.

- Cuanto me alegro de que estés trabajando, tío. - dijo Kai.
- Gracias Kai. Por fin un poco de estabilidad en mi vida. - Contestó Derek.
- Te lo mereces después de tanto esfuerzo. 
- Ha costado, si, pero hay que ser positivos en esta vida, aunque hayan cosas que cuesten lo suyo.
- Y que lo digas. Dime, ¿como te va en la empresa? ¿Eres el más joven? - preguntó Kai mientras se tomaba un cubata.
- Muy bien. Como no es una empresa grande, son muy familiares. Pues... diría que si soy el más joven. Creo que el más pequeño tiene unos treinta años. - explicó Derek mientras tomaba su café.
- Bueno, tampoco es tanta diferencia. - dijo Kai mientras se reía. - De verdad no quieres una cerveza en vez de esa cosa? 
- No me gusta la cerveza. Además, he dormido tan poco que ahora necesito este café. 
- El café es para abuelos. 
- No es para abuelos. No digas estupideces, Kai. 

Cuando acabaron de tomar sus bebidas, se levantaron y caminaron por un parque.
- Que bien me sienta pasar un rato contigo y despejarme de todo. - comentó Derek.
- Sí, eh? Pero lo dices por el agobio del trabajo? 
- En absoluto. Ningún agobio en el trabajo, solo es que... estoy mirando universidades para hacer periodismo y mis padres no quieren, dice que eso es una pérdida de tiempo y que me centre en mi trabajo y en la posibilidad de optar a un rango mayor en la empresa.
- Vaya, tío. Tus viejos siguen sin apoyarte en eso.
- No les llames viejos. - dijo Derek mirándole.
- Vale, vale, no me mires así... perdona.
- No pasa nada. 
- ¿Y que vas a hacer? ¿Vas a hacer lo que dicen tus padres? - preguntó.
- Primero me iré a grado superior, puede que me meta en marketing, eso me ayudaría para entrar en periodismo.
- Te imagino por la tele haciendo un reportaje. - dijo Kai mientras se reía. - Sería lo más.
- Sí, ¿verdad? - le miró. - Derek Smith, periodista del CNN.
- Espera... - le miró. - ¿Del CNN?
- Eso dije...
- El CNN esta en Estados Unidos. 
- Lo sé. 
- ¿Te irías allí a vivir? 
- Si me saco la carrera y me contratan allí, si. Es mi sueño.
- Pero... y yo?
- Pues... - pasó su brazo por los hombros de Kai. - Vente conmigo si quieres. Seguro que encuentras allí trabajo de profesor de inglés.
- Pero... no sé Derek... mi familia esta aquí. 
- Piénsalo... los dos juntos en estados unidos. Tú profesor de inglés en la universidad de Harvard, yo periodista de la CNN... 
- Suena tentador pero... no sé...
- Bueno, tienes tiempo de pensarlo. Podríamos graduarnos allí.
- Eso si es demasiado...
- Todo es cuestión de salir de lo "normal" y a ver que pasa. Te doy tiempo para pensarlo. Me marcho ya a casa, antes de que mi madre me llame para volver. Nos vemos. - se dieron un abrazo y Derek se fue a su casa.

Había quedado con Kai en el pueblo de al lado de donde él vivía, así que no tuvo más remedio que ir y volver en tren.
Sacó el billete para entrar y cuando guardaba la cartera, un encapuchado lo empujó y lo tiró al suelo.
- ¡Eehhh! Mira por donde vas, imbécil! - gritó Derek.
Se incorporó rápidamente y cuando miró la mano donde tenía el billete del tren. había desaparecido. Se palpó la chaqueta y los pantalones y no encontraba tampoco la cartera.
- No, no, no... mierda! - dijo Derek desesperado. Miró a ver si encontraba a aquel chico y cuando lo vio, se acercó rápidamente a él. - Oye, devuélveme mi billete y mi cartera.
- Yo no tengo nada, chico. Te confundes. - dijo el encapuchado.
- Te he visto. Has sido tú quien me empujó contra el suelo y de repente desapareció mi cartera. Devuélvemelo todo.
- Te vuelvo a decir que yo no he sido, chaval. Déjame en paz. - Metió el billete por la ranura para entrar al andén y Derek, intentó quitárselo antes de que lo metiera. Forcejearon y Derek recibió un puñetazo en la cara que lo tumbó al suelo.
El encapuchado salió corriendo y en cuanto vio que llegaba el tren. entró y tiró la cartera al suelo.

Derek se levantó despacio y pudo ver su cartera en el anden. Se coló sin que lo viesen y recogió la cartera. Miró en el interior y lo poco que llevaba de dinero, había desaparecido.
- Oye chico, ¿dónde esta tu billete? - preguntó un guardia de seguridad que le vio colarse en el anden.
- Yo... Yo compré el billete y un tipo encapuchado mi lo robó y también mi dinero.
- Mira chico... excusas así, me han dicho miles de veces. Si no tienes billete, lo compras. Si no tienes dinero para comprar, te vas a pie a tu casa o te espabilas para que alguien te deje dinero o te lleve a tu destino.
- No es excusa, señor. Le digo la verdad. Yo lo compré.
- No lo tienes, así que márchate. 
- Pero señor... tengo que volver a casa...
- Pues ya sabes. Sal del anden.
- No puedo ir a pie, vivo en Geiranger. Como comprenderá no puedo volver a pie, tardaría horas.
- Haberlo pensado antes de venir sin dinero.
- Le digo que... - Derek fue empujado por el de seguridad hasta la salida mientras él intentaba que le creyese pero no hubo manera.

Se sentó en un banco, en frente de la estación y pensó que podía hacer.
Se le pasó por la cabeza pedir dinero a cualquier persona que pasara por su lado, pero no se atrevía; se avergonzaría enseguida y no podría vivir con eso. Pensó en llamar a Kai y decirle lo ocurrido.
- ¿Qué pasa Derek? ¿No puedes vivir sin mi? - preguntó burlón Kai al teléfono.
- No te llamo por eso, tonto. Me han robado el billete de tren y el dinero que llevaba.
- Eso es una pu...
- Si Kai, si. No hace falta que digas la palabra. ¿Puedes ayudarme?
 - ¿Ahora? Ahora no puedo, tío. 
- Pero Kai... hace frío. Me estoy congelando aquí afuera. Y mis padres...
- Tus viejos... siempre tus viejos... Ya tienes veinte años, Derek.
- Pero se preocupan por mi...
- Si se preocupasen, dejarían que hicieras su carrera, pero no te apoyan...
- Eso no viene al caso. Vienes a buscarme o a prestarme dinero? Sabes que te lo devolveré.
- No puedo... Estoy lejos ya de ahí y.. he quedado con una chica. Una chica que esta cañona.
- Para eso si que corres pero para ayudarme a mi... no. Y eso que soy tu mejor amigo. Gracias por la ayuda. 
- No te pongas así, Derek... Sabes que... - Kai miró el móvil. - Me ha colgado. ¡Bah! Ya se le pasará.

Derek estuvo treinta minutos pensando como volver a casa. Sería muy difícil sin tener dinero.
De repente, su móvil sonó.
- ¿Se puede saber dónde te has metido, jovencito? - preguntó una voz cabreada. - Dijiste que volverías antes de las nueve de la noche, son las nueve y media. 
- Mamá... he tenido un pequeño problema pero enseguida voy, lo prometo.
- Más vale que vengas de inmediato o iré por ti y te tiraré de las orejas.
- Ya voy, ya voy. - colgó.

Derek observó al guardia. En un descuido en el que el de seguridad se marchó un momento para ir al baño, aprovechó para colarse en el anden sin ser visto. Esperó ansioso la llegada del tren mientras observaba por donde se había ido el guardia. 
A los cinco minutos, el guardia volvía a su lugar y al percatarse de Derek, se le acercó rápidamente.
- ¿No te dije que no podías entrar? ¿Qué haces todavía por aquí, muchacho? - dijo el guardia cada vez más cabreado.
En el momento que casi le alcanza, llegó el tren y se subió rápidamente sin ser alcanzado por el guardia.
Cuando iba a entrar, se cerraron las puertas en sus narices y Derek y él, intercambiaron una mirada. 
El joven, pudo ver como el señor se comunicaba por walkie con otra persona.
El tren se puso en marcha y Derek desapareció de la vista del guardia de seguridad.

En quince minutos, Derek llegó a la estación y se bajó del tren. Cuando iba a salir a la calle, una persona le agarró del brazo.
- Muchacho, ¿A donde crees que vas? - Derek le miró.
- A... a mi casa, señor... mi familia me esta esperando...
- Has incumplido unas normas. Las normas están para ser cumplidas. Crees que te ibas a salir con la tuya? 
- Pero yo no he hecho nada... - dijo Derek mientras el guardia se lo llevaba a una pequeña sala donde había una mesa y dos sillas.
- Eso se lo contarás a la policía, chico. 
- Pero...
- Nada de pero. Así son las cosas cuando uno incumple.
entraron dos policías, uno se quedó de pie y el otro se sentó.
- Toma asiento, chico. - dijo el policía que se había sentado. Derek obedeció y le sometieron a un interrogatorio.
- ¿Cogiste el tren sin tener billete? 
- Si...
- ¿Por qué no compraste uno? 
- Por qué me lo robaron.
- ¿No tenías dinero?
- Me lo robó un tipo, junto al billete.
- ¿Dónde se fue el tipo?
- Cogió el tren que venía hacia aquí.
- ¿Por que no se lo contó al de seguridad?
- Se lo conté pero no me hizo caso.
- ¿No llamaste a la policía?
- No señor...
- ¿Te damos miedo?
- No señor.
- ¿Entonces por qué no recurriste a nosotros?
- No lo había pensado, señor... Estaba nervioso...
- ¿Recuerdas como iba vestido?
- Iba con una capucha negra, una chaqueta negra y unos pantalones vaqueros. Media como cinco centímetros más que yo. No le pude ver el pelo pero si vi su cara. Llevaba barba morena.
- Bien pues... con todo esto, investigaremos y ahora avisaremos a tus padres.
- ¿A mis padres? ¿Por qué? Ya soy mayor de edad.
- Vendrán a recogerte. Da igual si eres mayor de edad o no. Convives con ellos así que...
- Puedo irme solo...
- ¡No!

Derek resopló y esperó sentado a que su familia acudiese al lugar. 

Las puertas del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora