Capítulo 13

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– ¿Tú qué?

Mierda. ¿Cómo he sido tan estúpida? Lentamente levanto mi rostro hasta que nuestros ojos se topan. Daniel me está mirando estupefacto. Abro la boca para responder y la cierro de nuevo. ¿Cómo explico que estaba pensando en voz alta? ¿Cómo arreglo esto?

–No era verdad, solo bromeaba–digo riendo, pero incluso yo sé que es un fracaso, mi risa sale entrecortada y sueno tan nerviosa que llego a parecer patética. Más aún.

– ¿Era en serio? –pregunta Daniel, su tono de voz es más bajo y algo en sus ojos me dice que todo el ambiente ha cambiado.

–Sí–respondo. Lo suelto. Porque decir la verdad está bien, ¿no?

Daniel no dice nada y el silencio se vuelve incómodo. No, esto no está bien.

–No te preocupes–intento tranquilizarlo–.No pasaría de todas maneras.

Me levanto y recojo mi plato para llevarlo al fregadero.

– ¿Y por qué no? –pregunta. Agradezco estar de espaldas a él para que no me vea cuando la quijada se me cae hasta el suelo. ¿Pero qué ha dicho? ¿Acaso quiere que me lo tire?

Lavo mi plato, aún de espaldas a él.

–Pues porque somos amigos–respondo. Pero me muerdo la lengua enseguida, aún no se si somos amigos o no. –¿Lo somos, no? –pregunto mientras le dedico una mirada fugaz.

Termino de lavar mi plato y luego mi vaso y los guardo en la alacena.

–Lo somos–me dice Daniel. – Pero, ¿por qué eso impide qué te metas conmigo?

Dios, ¿este tipo no se cansa? Me está poniendo tan incómoda y parece disfrutar con ello. Igual y es una venganza por llevar a aquella fiesta.

–Pues porque sería raro, somos amigos, los amigos no se acuestan entre ellos y luego siguen siendo amigos.

–Claro que lo hacen, todo el tiempo–la voz de Daniel suena como si me estuviera explicando sumas.

–Algunos lo hacen, pero entonces la amistad se arruina–explico.

–Eso sólo pasa si uno de los dos se enamora. Los amigos que se acuestan siguen siendo amigos a menos que uno de los dos sienta algo más, es como la más vieja de todas las leyes del universo. ¿Qué aprendes en la escuela?

Lo pienso un poco y su lógica me parece razonable. Las cosas siempre se van al carajo cuando uno siente amor por otro.

–Pues creo que tienes razón–señalo.

–Ya, ¿entonces? –dice mientras se termina el último bocado y se levanta a dejar el plato en el fregadero.

– ¿Entonces qué? –pregunto.

– ¿Por qué aún no te has tirado a mis brazos?

Lo dice de forma tan natural que me río.

–Porque no creo que quieras que lo haga–lo reto. Si él quiere ponerme incómoda tal vez debería hacer lo mismo con él.

–Nunca dije que no.

Sus palabras me dejan estupefactas. ¿Esta insinuando que quiere que nos enrollemos? No, Daniel nunca haría eso.

–Creo que tampoco te escuche decir que sí–señalo.

Daniel se voltea quedando justo a un metro de distancia.

–Larisah quiero que nos acostemos–anuncia por fin. Sus palabras ya no pueden impactarme más, las dice de forma insolente y sin un rastro de broma en su rostro. No sé si está jugando conmigo pero una parte de mí reza porque no sea así.

Mi error favorito{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora