Capítulo 3

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Mi tercera cerveza se había acabado, el primer signo del alcohol había aparecido en mi organismo: no escuchaba mi voz y gritaba para hablar. Lo cual dentro de una discoteca llena de personas y una banda tocando tampoco era lo más raro.

Ellie seguía bailando y cantando a todo pulmón las canciones de los “Cool Kids”, al parecer si era fan del trío musical. Aunque las canciones eran increíbles en su mayoría no estaba preparado para bailar con una multitud de chicas en la pista, sobre todo cuando todas se movían y retorcían de la manera que provocará que alguno de los tres chicos la mirara y la eligiese para tirárselo esa noche. Sí, vale, eran muy atractivos, pero porque tener que llegar a ese punto sin razón.

Un suspiro de satisfacción me recorrió cuando escuche al vocalista hablar.

–Eso ha sido todo por esta noche, gracias por escucharnos hoy, somos Ted –dijo señalando al chico de cabello morado en la batería–, Kyle–refiriéndose el chico de la guitarra– y yo soy Daniel. Un gusto tocar para ustedes esta noche.

Mientras los chicos salían del escenario se escucharon gritos de mujeres por el lugar y algún otro hombre también.

Ellie llego un minuto después a mi lado.

– ¡¿No son increíbles?!

– Lo son, realmente lo son –acepte.

– Ven, vamos a verlos –dijo tomando mi mano.

– Ep, ¿perdón? –dije algo desconcertado.

– Ah sí, lo olvide. Ted, el baterista es el hijastro de mi tía, es una especie de primo político y es en realidad la única persona que tolero de mi familia.

Ellie lo decía a la ligera. Y siempre olvidaba decirme las cosas importantes. Así que muy seguido escuchaba la frase “¿no te lo había contado ya?” salir de su pequeña boca.

Ordenamos dos cervezas más y nos dirigimos a la parte trasera del lugar, que aunque no era realmente “exclusiva”, si vigilaba otro guardia de seguridad que daba un poco más de miedo que el otro.

– ¿También conoces a este? –le susurré a Ellie mientras nos acercábamos.

– Shh–me calló. Le dirigió una amistosa sonrisa al hombre–. ¡Hola! Soy Ellie, me preguntaba si podría dejarnos pasar a ver a los chicos.

El hombre de color río.

– Tú táctica es demasiado mala, niña. Estos chicos no quieren groupies ahí dentro.

– ¡TÚ NO ME ACABAS DE LLAMAR GROUPIE! –gritó Ellie.

El hombre puso una expresión más serie. O me encargaba de calmar a Ellie o estaríamos en problemas.

– Hey, Ellie, está bien. Tranquila–le dije mientras la alejaba del hombre.

La puerta que el hombre vigilaba se abrió, una cabellera morada se asomó.

– ¡Ellie! –dijo el chico mientras veía a su prima–. Hombre, déjalas pasar. Es mi prima.

Mientras Ellie fulminaba con la mirada al pobre hombre entramos en lo que parecía más una bodega, pero que por supuesto era el “backstage” del lugar. Había cajas en un rincón, espejos en una pared y sillones que lucían comodos apilados. Las guitarras en sus fundas estaban apiladas cerca de otra pared.

– Solo tenías que llamarme, no empezar a pelear con la seguridad del lugar –le dijo el chico a Ellie.

Sus dos compañeros estaban sentados en los sillones, el rubio con su celular en mano y el castaño con un libreta en ella.

– Suelen ser  más amables–respondió Ellie. Luego se giró hacía mí. –Esta es Larisah, también es americana, es mi compañera de departamento. Tiene dieciocho años y creo que se quiere tirar a Daniel.

MIERDA.

CON MAYÚSCULAS NEGRITAS Y MUY GRANDES.

Mi error favorito{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora