Estoy segura de que de haber tenido algo en mi boca en ese momento lo hubiera escupido.
Quiero reírme. Deseo tanto poder reírme a carcajadas y acabar con este incomodo silencio que se ha creado entre los dos. No sólo es el tipo de silencio que se crea cuando no sabes que decir, es el tipo de silencio que se crea cuando sabes que cualquier cosa que digas lo puede empeorar todo.
Detesto a Daniel, lo detesto porque nadie me ha puesto nunca en esta situación, dejándome abruptamente indefensa para poder articular siquiera una palabra.
- Ya no es gracioso, Daniel-digo seriamente.
El verde de sus ojos no titubea ni por un segundo, su mirada cautelosa se mantiene firme y con ello me mantiene cada vez más nerviosa.
Observó su manzana de Adán subir y bajar y no puedo evitar pensar que ese gesto me hace desear pasar mi lengua por su cuello.
-Hablo muy en serio, Larisah.
Me gusta la forma en que mi nombre suena en sus labios y en mi pecho mi corazón comienza a latir de la emoción de sus palabras.
-¿Por qué?
Daniel cambia de posición y se acerca hasta a quedar a veinte centímetros de mi cara, sus brazos están cruzados por encima de su pecho pero se que me está examinando incluso ahora. Intento mantener mi expresión.
-¿Por qué? ¿Porqué, qué?
Aclaro mi garganta porque no creo poder decir las siguientes palabras sin que me falle la voz.
-¿Por qué querrías que nos acostemos?
Daniel me dedica una sonrisa de lado y lucho contra mi misma para no besarlo enseguida.
- He querido tenerte en mi cama desde el día en que te conocí.
Sus palabras son de piedra. Duras. Y me pesan en cuanto las dice. Se que es mentira porque el día que nos conocimos apenas me miro, pero suena tan convincente que no me importaría fingir que le creo para poder tenerlo entre mis brazos. La diferencia es que yo si lo deseo. Y mucho.
-Daniel, no estoy para tus juegui...-empiezo a decir pero no lo termino, Daniel acorta la distancia entre nosotros y cubre sus labios con los míos, un segundo más tarde siento su mano deslizarse por mi nuca atrayéndome más hacia él y desliza su otra mano por mi cintura.
Gimo cuando su lengua se introduce en mi boca.
Todo parece ir tan rápido pero no puedo pensar en otra cosa que no sea que lo estoy besando. Justo ahora estoy besando a Daniel. Y me gusta tanto.
Daniel no se detiene, sus besos son húmedos y frenéticos; no deseo que se detenga pero cuando después de varios minutos lo hace mi mano va automáticamente a su playera y lo jalo hacia mí, mientras un jadeo sale de mi boca.
Veo su arrogante sonrisa aparecer en su rostro. Se que le estoy dando justo lo que quiere, que prácticamente me estoy poniendo a sus pies, pero quién en su sano juicio no lo haría por seguir besándolo.
Sus labios regresan a los míos pero se quedan muy poco hasta que se separa de nuevo de mi por apenas unas unos centímetros. Nuestros ojos se miran directamente pero no hay pena en ellos, estamos más allá de eso en este momento.
-No voy a parar con esto ahora-pronuncia muy cerca de mi y su aliento me acaricia.-Pero necesito que me digas si esto es lo que quieres, porque si te vuelvo a besar no me detendré hasta que lleguemos al final.
Se lo que sus palabras significan y provocan una sensación intensa y placentera en mí. Algo dentro de mi ropa interior reacciona.
Se lo que quiero. Creo que lo tengo claro desde el momento en que lo conocí. Y se que no estoy segura de muchas cosas, pero estoy segura de esta. Me quiero acostar con Daniel Underwood.
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Mi error favorito{Pausada}
Teen FictionLarisah Kendrick acaba de tener el peor día de su vida. Acaba de descubrir que su novio la engaño frente a todos en la fiesta de su mejor amiga, y probablemente no sea la primera vez. Como si las mentiras la rodearan acaba de ver su madre besando a...