Capítulo 9

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–Oye quieres ir a una fiesta. Será divertida, la organiza una amiga de la escuela.

No, así no.

–¿Te gustaría ir a la fiesta de una amiga? Es este viernes. Claro, no, sí, estas ocupado, lo siento.

¡TAMPOCO!

–Ven a una fiesta conmigo –digo frente a mi reflejo en el espejo.

Así, hablándole a un espejo durante media hora resulto patética.

¡Solo invítalo, cobarde! Me grita mi subconsciente. Pero la verdad es que nunca he invitado a nadie como Daniel a una fiesta. ¿Y sí dice que no? ¿Y sí se ríe?

Agh, esto es estresante.

–¡¿Irías a la fiesta conmigo?! –grito frente al espejo.

Un minuto después Ellie entra en mi cuarto.

–Claro, ¿cuándo es? –me pregunta tranquilamente.

Tal vez no debí gritar.

–El viernes, ¿vienes? –le digo.  Porque sobrellevar la fiesta será mejor con ella.

–Mmm…sí, no tengo nada que hacer.

–Gracias–le sonrío.

Ella frunce el ceño y se acerca a mí.

–¿Qué pasa? –me pregunta.

–Nada–le miento.

–Vamos, tienes la cara de angustia. ¿Qué sucede, Lari?

Suspiro fuertemente.

–Se supone que debo invitar a Daniel.

Ellie frunce más el ceño.

–Pues hazlo. Daniel ama las fiestas donde todo es gratis. Espera…¿la cerveza es gratis cierto? –pregunta seria.

–Mmm…sí–respondo.

–Genial–dice con una sonrisa instalada en su rostro–.Entonces es un sí garantizado de Daniel.

–Es solo que…no sé si quiera ir–digo.

–Sólo ve hacía él y dile: “Oye, ¿quieres ir a una fiesta el viernes?” eso es todo.

Me muerdo el labio.  Ellie tiene razón.

–Eso haré–le digo.

Tomo mi teléfono–donde ahora tengo registrado el número de Daniel– y le mando un mensaje:

“Fiesta, viernes. ¿Vienes?”

–Listo–digo tirando el celular a mi cama.

–Ahora solo hay que esperar tres lustros a que conteste porque tiene la manía de tardar en contesta…

El sonido de mi celular con una respuesta la interrumpe y su boca se queda abierta a mitad de la frase.

Tomo el celular y leo en voz alta:

–Seguro, paso por ti a las diez.

–¿Él pasa por ti? –dice Ellie asombrada mientras toma el celular de mis manos para leer el mensaje.

–En realidad, por las dos–digo.

Ella quita los ojos de la pantalla y asiente.

–Claro, claro. Ahora tengo que irme, pero si ocupas algo grita.

–Vale.

Ellie sale y me deja sola. Y más nerviosa que antes. 

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