Capítulo 30

158 33 34
                                    

Gilbert.

Me sacudo los zapatos pesados por la nieve que ha caído en ellos y limpio el sudor frío en mi frente.
Es el atardecer y todavía no hemos terminado.
Pregunto la hora a Terry, mi compañero de este día, quién trabajará toda la noche de navidad para poder llevarles un pavo a sus hijos.

—¡Siete p.m, amigo! —Grita desde una distancia no tan larga, pero Terry es así, siempre grita.— Parece que no llegarás a cenar, ¿eh? ¡Tu madre va a matarte! —se burla en una carcajada—.

—Ojalá se tratara de mi madre, ojalá. —murmuro para mí mismo porque  es la pelirroja quien va a darme un sermón si no llego. Y es que la recuerdo quejándose sobre que debería descansar y es tonto que haga todo esto por una árbol que al fin y al cabo solo es una tradición.

Pero ya les he quitado muchas cosas, más bien no se las he dado en primer lugar. Todo por esta vida que realmente no elegimos, sino que nos encontramos cuando nos necesitábamos.
Nunca voy a arrepentirme de lo que estamos haciendo por ellos, los niños, pero pienso dejarme la vida porque tengan lo más parecido a una niñez plena.

Pero Anne...
A ella nunca podré agradecerle lo suficiente, y tampoco podré compensarla jamás.
Yo no tenía nada que perder, simplemente estaba volviendo a un hogar que ya no se sentía como tal, ella tiene una familia que la ama y la esperaba una educación que retrasó por esta decisión.

Y sé que ella lo eligió, pero podría estar en una nueva etapa de su vida, estaría en la universidad formándose en lo que le gusta y conociendo nuevas personas.

Y en cambio, duerme con un desconocido que no puede darle ni la mitad de lo que merece, y trabaja todos los días por darle de comer a niños de los que tendrá que alejarse para siempre cuando sea momento, será desgarrador y no hay día en el que desee que ese día no llegue porque va a dolerle.
Va a dolerle tanto que no sé como va a soportarlo, y no lo sabré nunca poque ese día también tendré que despedirme de ella para siempre.

Debemos separarnos los siete luego de los dos años o podrían darse cuenta de todo lo que hemos hecho. Sin excepciones.

Aprieto el hacha entre mis manos antes de dar un golpe seco en el árbol que lo tira al suelo, sintiendo una antes desconocida ira porque esto es tan injusto, porque odio esta situación, odio que cada abrazo de los pequeños me haga sentir paz, que desayunar con ellos sea tan divertido, y odio que me guste tanto ver a la pelirroja quitarse el broche del pelo antes de dormir y ver todos sus rizos caer.

Odio darme cuenta que me hacen feliz porque todo esto tiene fecha de caducidad.

******
—¡Suerte hombrecillo!

Terry da una  palmada en mi hombro que resulta en una mueca de dolor porque es un hombre grande y no suele medir su fuerza.

—Uy, me voy ya así no oigo los gritos que van a darte. ¿Eh? —sacude mi cabello, que se enreda en sus dedos y se engancha en su anillo de compromiso, tira de él y ríe cuando logra librarse.— Casi me quedo con tu peluca. —vuelve a reír— ¡Nos vemos pronto!

Me despido agradeciéndole por haberme traído y se va en su camioneta.

Respiro hondo y entro en la casa, sabiendo que son 8:30 y he llegado mucho más tarde de lo que habíamos acordado.

—¡Señor Gilbert, creímos que no llegaría! —Grita quien debe ser Nahuel desde la cocina.

Seguido de ello los cinco se acercan corriendo y están vestidos con al menos una prenda color rojo, excepto Iris.

Traigo el árbol a la casa y mientras se divierten decorando pregunto a Iris porqué no está vestida de rojo como los demás, y ella contesta:
—Es que me gustan más los duendes que Santa Claus, ellos hacen todo el trabajo, Santa solo hace los viajes para darles a los niños sus regalos.— de pronto se sonroja y suelta una risita— Santa es un repartidor.

Escucho una voz a mis espaldas.
—Bueno, ella tiene un punto. —Anne ríe y cuando me doy vuelta a saludarla retrocedo un paso porque no estaba preparado a que fuese a verse tan hermosa.

Tiene un vestido azul que resalta el color de su cabello y hace ver más profundo el color de sus ojos.
Me sonríe y creo que pregunta si es demasiado, pero no puedo decir nada porque temo decir cosas de más y no es momento para una declaración.

¡Pareces una princesa! —salta Nimue y camina alrededor de ella como examinándola fascinada.

Nirah aplaude y Nirah sonríe en aprobación.
Irán está demasiado ocupado comiéndose las palomitas que van en el árbol para prestarle atención.

—Se ve muy bonita pelirro...—Nahuel sacude la cabeza— señorita Anne.

Hace una reverencia en broma para los niños, agradeciéndoles los cumplidos y levanta las cejas hacia mí, esperando una respuesta.
—¿te gusta?

—Eres la mujer mas preciosa que he visto. —hablo rápido y sin pensar.

Baja la vista avergonzada, susurrando un ligero "gracias" y se va murmurando algo sobre la comida.

Debo ser el hombre más idiota del mundo.

*********
Anne

Definitivamente no me esperaba que fuese a ser tan descriptivo en su apreciación.

Saco el pavo del horno y  es una sorpresa ver que no está quemado, crudo, o terrible de alguna manera.
Lo llevo a la cocina y Gilbert está ayudando a Nahuel a poner la estrella en el árbol, Nimue dice algo y Gilbert ríe.
Todos ellos alrededor del árbol y sonriendo es una imagen que pienso guardar para siempre en mis recuerdos.

Nos sentamos a comer y reímos tanto que nos duele la panza, ya sea por Irán con hipo por comer tan rápido, las confusiones de Nahuel respecto a mi nombre y el "pelirroja", Iris y sus extraños datos curiosos que no sé de donde saca, Nirah y su risa a cada hipido de Irán, Nimue sonrojándose a cada segundo, o la cálida risa de Gilbert.

En este momento, en esta nochebuena, me doy cuenta de que los amo, y que a nuestra manera somos una familia.

Una temporal, tal vez. Pero lo somos.

"𝖎𝖙'𝖘 𝖙𝖊𝖒𝖕𝖔𝖗𝖆𝖗𝖞"-shirbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora