Capítulo 31

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Gilbert

Después de asegurarme de que los niños están cómodos en sus camas, contarles dos cuentos -porque después de tanto azúcar uno no fue suficiente- y prometerles que mañana podrían abrir juntos los regalos de Santa Claus, todos caen en un sueño profundo.

Soy incapaz de borrar la sonrisa. Este día fue perfecto, sin duda la mejor navidad que he tenido en años.

Salgo de la habitación en silencio y tomo mi abrigo, para después salir de la casa haciendo el menor ruido posible.
Minutos después, toco suavemente la puerta de Bash. Espero no despertar a Delphine porque entonces seré hombre muerto.

—¡Gilbert! —grita poniendo la lámpara frente a mis ojos, cegándome por un momento. —¡Feliz navidad!

Le abrazo al igual que correspondo sus felicitaciones mientras me guía hacia la cocina.
Sirve café para mi y nos sentamos ambos en la mesa.

—¿Qué tal Delphine? Tenía miedo de despertarla.

Alza las cejas y se carcajea, incrédulo.
—Esa bebé no despertaría ni por un ataque nuclear.

Sonreímos y pasamos al menos una hora recordando viejos tiempos. Incluyendo a Mary, a quien extraña pero ya no la recuerda con tristeza, sino con amor.

Hablamos de Delphine y su poca disposición a conseguir amigos de su edad en la iglesia. Ve otro bebé y les pellizca las mejillas o se larga a llorar.
Hablamos de su trabajo y del mío, hasta que en un momento dado, no puede evitar preguntar con una sonrisa sugerente:

—¿Qué tal las cosas con Anne?

—Mejor. Uh, no lo sé. —llevo una mano a mi mentón y lo rasco pensativo— ¿igual que antes?
Tampoco es que nos llevemos mal, es todo lo contrario. Pero...ni siquiera piensa en plantearse algo más que una amistad.

Bash ríe como si le hubiese contado un chiste, o como aquella vez que se me salió la bebida por la nariz por reírnos demasiado.

—¿Amigos? —palmea mi hombro y me mira burlón— Duermen juntos, viven juntos. ¡Demonios! ¡Cualquiera que los mirara durante diez segundos se daría cuenta que no son amigos!

Niego, ignorando sus comentarios.

—De nada sirve lo que piensen los demás si ella no lo cree.

—Ha sido todo muy rápido, dale algo de tiempo. Pero no te rindas con ella.

—No lo haré.

Murmuro más como una promesa para mí mismo que como contestación. Me acompaña hasta la puerta y carraspeo, con un poco de verguenza.

—Eh, quería decirte....gracias, hermano. Ayudaste desde el primer minuto sin detenerte a pensarlo, nada de esto habría sido posible sin ti. No sé como nos hubiésemos arreglado.

Chasquea la lengua, restándole importancia.
—En su momento también hiciste mucho por mi gente. Por mí.
No hay que agradecer, para eso está la familia.

Acepto su apretón de manos como saludo y abro exageradamente los ojos al recordar, recibiendo una mirada extrañada.
—¡Casi lo olvido! ¿Lo tienes?

Mantiene los ojos en mi hasta que veo la ola de reconocimiento en su mirada.
Asiente y busca en un cajón el paquete, entregándomelo.

—¿Crees que...le gustará?

—Va a encantarle.

Respondió tan seguro que me aseguré de aferrarme a ello todo el camino a casa.

************

Estoy nervioso, muy nervioso.

Respiro hondo y abro la puerta de nuestra habitación, encontrándola de espaldas aún con ese precioso vestido.

"𝖎𝖙'𝖘 𝖙𝖊𝖒𝖕𝖔𝖗𝖆𝖗𝖞"-shirbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora