capítulo 2

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Llega a escuchar los rasguños de las garras del gato contra la madera, y una suave sonrisa se desliza por sus comisuras cuando considera que es increíblemente adorable y muy bonito. Piensa, mientras se deshace de su pijama y queda completamente desnudo en la soledad de aquellas cuatro paredes, en que sería divertido tener a un compañero doméstico en su piso en Londres, idéntico a Gary si es posible, tal vez un cachorro incluso o simplemente un pez dorado que no traiga demasiados problemas cuando recuerda que los animales realmente no están permitidos en el edificio.

Tuerce un poco la boca, se introduce en la ducha para correr la puerta de cristal y enciende el grifo permitiendo que el agua artificial le caiga encima. Un pesado suspiro escapa de sus labios cuando siente el agua fría sobre su piel y se queda unos cuantos con los ojos cerrados debajo del grifo porque sabe que en cuanto los abra será capaz de ver aquellas cicatrices que se han quedado en su piel.

No es una vista que disfruta, en realidad evita estar desnudo por demasiado tiempo cuando no soporta estar en su propia carne, pero ahora que ha consumido sus medicamentos y tiene la mente ajustada en el pensamiento de que en cualquier momento empezará a sentirse muchísimo mejor, considera que será un poco más soportable y que podrá bañarse en paz, sin sufrir todas estas secuencias de recuerdos basados en todas las veces que se ha lastimado y que lo han lastimado.

Termina abriendo los ojos cuando ya es suficiente, su mirada se desliza por las líneas permanentes que adornan sus delgados bíceps y se concentra en esa cicatriz circular y oscura que trae consigo uno de esos tantos sucesos que ha vivido en el Instituto al que a partir del nuevo periodo escolar ya no seguirá asistiendo. No quiero recordarlo, no quiere repetir en su cabeza como lo han maltratado hasta ese punto, así que simplemente aparta la vista y no la regresa a ningún otro lugar de su cuerpo otra vez.

Se dedica a bañarse, a pasar la pastilla de jabón por aquellos rincones que lo necesitan, asegurándose de cubrir todos los espacios privados para quedar lo más limpio posible. Llega a tararear una canción sin sentido mientras se estruja, y eventualmente culmina con su labor de higiene al enjuagarse y cerrar el grifo.

Coge la toalla que su abuela ha dejado para él, se seca el cuerpo y sale de la ducha para poder colocarse la ropa interior y sus sandalias. Ha dejado su vestimenta en la habitación, así que cuelga la toalla para que no tome mal olor después de haberse revuelto aún más los rizos, se echa un vistazo en vano en el espejo y sale del cuarto de baño para ir rápidamente hacia el suyo.

Es una suerte que no se encuentra con nadie en el pasillo, porque no tiene ganas de ignorar la mirada lastimera que sabe que su madre puede dedicarle y mucho menos responder las posibles e histéricas preguntas de su abuela acerca de que le ha pasado en los muslos y en los brazos y por qué nadie le había contado respecto a ello antes.

No es que tengan una vida secreta ni nada de eso, la abuela de hecho sabe la situación escolar de Harry. Sin embargo, Anne ha sabido mantener ciertas cosas tan sólo para ellos, porque quizás no es capaz de explicarlas como corresponde, porque tal vez no logra decir en voz alta lo espantoso que ha sido para ella el tener que encontrar a su hijo moribundo en más ocasiones de las que le gustaría a cualquiera admitir, vivir con la preocupación constante y ese miedo inevitable y espantoso de llegar a casa y enterarse de que su único hijo ha dado su último aliento porque no ha podido soportarlo ni un segundo más.

Y lo comprende, Harry llega a entenderlo completamente y sólo el cielo sabe lo mucho que le gustaría no ser de esta manera, lo mucho que desea poder ser un muchacho de dieciséis años cualquiera que no tiene que darle ese tipo de preocupaciones a su madre, que puede ser considerado meramente normal y no todo lo que al final realmente es.

Si, Harry desea muchas cosas, pero tal vez es un poco consciente de que al parecer no las merece y por eso no las obtiene, y se halla a sí mismo resignándose una vez más, como tantas veces mientras entra a la pieza. Cierra la puerta justo en el instante en el que Harry se cuela por la hendidura al introducirse, y lo escucha ronronear al mismo tiempo en que camina hacia la cama.

Misted ✦ larry au! | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora