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Sintió algo en sus pies, se removió con fuerza porque sentía que lo que sea que era aquello se estaba envolviendo en sus piernas. Se agachó para tocar y le pareció sentir hojas, pero no estaba seguro, no podía ver nada.

Estaba todo oscuro y se sentía nervioso, no tenía miedo, pero era algo extraño. Tenía la sensación de que debería sentirse alterado, temeroso o incluso desesperado por la situación, pero en cambio, sintió extrañeza.

Desearía poder ver porque en medio de esa oscuridad, no podía saber si era algo peligroso o no. Lo que sea que se estuviese envolviendo en sus extremidades inferiores, no lo hacía con fuerza, estaba seguro de que si quisiese salir, podría hacerlo con un poco de esfuerzo, pero a la vez no estaba seguro de querer irse de ahí, quería saber qué era.

Forzó su vista, al menos un poco quería tratar de ver, aunque no tuvo éxito. Escuchó a una especie de pájaro y luego un trueno que resonó más dentro suyo, en su pecho, que en el cielo.

El lugar se iluminó y se vio rodeado de plantas, o ramas. No tenía idea. Todo se volvió oscuro y luego esa clase de música que sabía había escuchado antes.

Tambores y voces en otro idioma completamente ajeno al suyo. Eso sí logró provocarle un poco de incomodidad.

De repente la música se cortó y sintió que lo que rodeaba sus piernas lo soltaba. Con rapidez se alejó lo más que pudo de ahí y dio un paso en falso. Antes de caerse sus ojos se abrieron y lo recibió la oscuridad de su habitación y la luz de la luna entrando por la ventana.

Estaba agitado, como si realmente hubiese corrido, lo cual era imposible, porque estaba aún acostado.

Una pesadilla, pensó. Pero no sintió miedo en ningún momento. Tenía una sensación rara en el estómago, pero no era miedo.

Buscó su celular y vio que eran las 5 de la mañana, todavía tenía tiempo para dormir, pero se sentía despavilado. Se levantó de la cama, se acercó a la ventana y vio que la luna estaba llena. Con razón se veía tan iluminada su habitación.

No tenía sueño, así que supuso, como le habían dicho gran cantidad de veces, que Dios quería hablar con él. Eso se decía mucho en la iglesia, su te despertás en la madrugada es porque Dios te está pidiendo tiempo. Así que supuso que lo mejor era arrodillarse a orar un rato.

Cuando estuvo a un costado de la cama cerró sus ojos y apoyó su cara en el colchón.

-"Dios... no tengo idea de lo que querés que diga". Suspiró ligeramente y se quedó en silencio.

Estaba entre quedarse en silencio, tranquilo y en la suya, o buscar algo para decirle a Dios. Sabía que dedicar algunos minutos de su madrugada no sería mal recibido, de hecho, eso reforzaba la intimidad con Él.

-"Estoy cansado". Dijo lo primero que se vino a su mente. Era lo primero que pensaba cuando despertaba. "Estoy harto de que mis viejos peleen... estoy harto de estar acá".

Antes de poder profundizar en eso, recordó el extraño sueño.

-"Tuve un sueño re raro, parecía que un árbol me agarraba o algo así... y escuché ruido de tambores, parecían los que habían en la casa de Manuel". Como si eso le respondiera algo, hizo una mueca. "Tuve una pesadilla por eso, ¿no?". Murmuró como si tuviese todo el sentido del mundo. "Yo sabía que me estabas avisando ahí, no hice caso".

Ya que estaba, pensaba que podía pedir ayuda, como tantas otras veces.

-"Dios... creo que me cae muy bien Manuel, capaz demasiado". Tomó una bocanada de aire antes de seguir hablando, aunque se quedó con la palabra en la boca por unos segundos. "Si no es bueno que me junte con él, sacálo por completo".

Se quedó en silencio y sintió una especie de paz que de pronto llenaba la habitación, como si realmente hubiese puesto ese drama suyo al descubierto, y al exponerlo a la luz, Dios tenía su permiso de tomar el control. No se tenía que preocupar por eso, si Manuel no era una persona con la que pudiera hablar, Dios iba a sacarlo, confiaba en eso.

Con la paz que sólo podía darle Dios, se levantó del piso y se acostó nuevamente en la cama.

No tardó demasiado en dormirse, a pesar de que no se sentía cansado. Despertó horas más tarde con un ruido de vidrio rompiéndose y el corazón latiendo a mil.

Se levantó rápido y casi dormido fue corriendo hasta donde supuso que fue el ruido. Se encontró en la cocina con la cara de su papá sangrando y a su mamá apuntándole ahora con un cuchillo.

-"¿Qué pasó?". Se acercó al hombre después de agarrar servilletas de cocina y ponérselas en la cara. Veía cómo se humedecia el papel y su estómago dio un vuelco horrible.

-"La próxima vez que me levantes la mano lo vas a pensar mejor". Levantó la voz la mujer y él se encargó de empujar a su padre hacia el otro lado de la cocina, no confiaba en ella con el cuchillo en la mano.

-"No te levanté la mano, loca de mierda, te empujé porque me estabas pegando". Su padre contestó con enojo y él volteó a verla esperando su respuesta.

-"¿Y para qué me empujás?".

El grito lo hizo encogerse ligeramente de hombros y cuando ella tiró el cuchillo al suelo y salió del lugar, recién ahí pudo dejar de estar tensado.

-"¿Qué pasó, pá?". Preguntó sacándole las servilletas húmedas del rostro para cambiarlas por otras secas y así empezar a detener la sangre.

-"Nos vamos a separar".

Fue como si le hubiese caído un balde de agua fría encima. Sabía de sobra que se llevaban mal, que no hacían más que pelear, pero no sabía que hasta ese punto.

-"¿En serio?". Preguntó esperando no sabía bien qué.

-"Sí, no quiere y por eso estábamos peleando, pero ya no la aguanto más". Su padre sacó el papel de su cara y pudo ver que había un corte bastante profundo.

-"Pá, la sangre sale de acá". Dijo colocando una servilleta sobre uno de sus pómulos.

Con un suspiro, su padre caminó hacia el baño y estuvo un buen rato ahí dentro.

Él trataba de procesar lo que acababa de pasar mientras barría y juntaba los restos de lo que parecía ser un vaso de vidrio. No podía creer que su mamá le haya tirado un vaso a la cara a su padre.

Luego de limpiar todo se sentó en la mesa en sumo silencio y esperó, no sabía exactamente qué, si a su madre que vuelva o a su padre salir del baño.

Había un silencio de muerte en su casa, exceptuando la canilla que escuchaba correr agua en el baño. Con suma incomodidad se dirigió hacia su habitación y cerró la puerta detrás de él, como si eso pudiese poner distancia entre él y lo que acababa de pasar.

Fijó su vista en su celular que prendía un pequeña luz indicando que tenía un mensaje. Se acercó para ver quién era y no pudo decir que realmente se sentía sorprendido al ver el nombre de Manuel. No era que no estaba un poco sorprendido, pero no fue la emoción que primero sintió, más bien fue el alivio al ver que lo invitaba a verse otra vez.

No lo dudó, ya había puesto el caso en manos de Dios, tanto el de Manuel como el de sus padres, así que él iba a ir con lo que fluyera. Si sus padres se querían separar, que lo hagan. Si Manuel quería pasar tiempo con él, cualquier cosa que lo distraiga era bienvenida.

De esa manera se encontró dándose una ducha antes de vestirse con algo abrigado y avisarle a su padre que saldría hasta no sabe qué hora. Puso una sonrisa en su rostro y se dispuso a olvidar el mal momento que acababa de pasar y que no parecía terminar por lo pronto en su casa.
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Todavía le falta para ponerse bueno, denme tiempo u.u

Vegvísir - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora