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La tormenta estaba literalmente volando techos y cortando cables, un auténtico desastre. Lo único que pedía, era que no se cortara la luz en su casa. Sin sus auriculares pasando música, sólo escucharía el silencio tétrico. Ese silencio que provocaban las peleas entre sus padres. Era un silencio horrible, era estar obligado a no hacer ruido, no era como si no tuviesen nada que decir.

Le solía gustar el silencio cuando era mucho más chico, cuando no habían comenzado éstas peleas, ahora sólo lo hacía sentirse incómodo.

Por eso oraba para que no se corte la luz, porque al menos podría escuchar música hasta dormirse. Para completar el día espantoso, la casa de paz se había suspendido. Claro que no quería mojarse de pies a cabeza, ni que los demás chicos lo hagan, pero cualquier cosa era preferible a estar encerrado ahí.

Era uno de esos momentos donde deseaba tener un hermano, algo. Si no estuviese completamente solo, tal vez no sería tanto el aturdimiento del silencio.

Incluso si pasara el resto del día y luego toda la noche pensando en eso, no era algo factible. Sus padres jamás tendrían otro hijo juntos, estaba seguro.

Un estruendo lo hizo saltar del susto y luego se iluminó todo el cielo, casi se había puesto de día. Su habitación había recibido toda la luz de ése destello y luego de largos segundos, su celular empezó a sonar con notificaciones.

'wacho'
'alto rayo'

Los primeros dos mensajes eran de Valentín, seguidos por uno de Daniel.

'tienen luz? se me cagó cortando'

'yo sí'

Respondió, luego el mayor de los tres contestó lo mismo.

Estuvieron un rato hablando, esperando que la tormenta se calme y que al rubio le volviera la luz, cosa que estaba tardando bastante. Habían pasado al menos dos horas hasta que su amigo les había dicho que iba a tratar de dormir, ya que la luz no parecía volver pronto.

Él y Valentín se mantuvieron hablando durante un rato, pero su amigo iba a sextear con alguien o una cosa así. Lo único que le quedó claro era que su amigo prefería cualquier cosa sexual antes que hacerle compañía a él.

Indignado, se recostó en la cama. Miró por la ventana y suspiró al notar que toda su habitación se iluminaba otra vez. No es que no le gustara, pero por alguna razón la lluvia lo hacía sentirse solo.

Revisó su celular, paseó por los contactos que tenía para ver a quién podía molestar casi a las 11 pm, y tenía a un par de personas. Aunque claramente Ezequiel no era una opción, tampoco era como si hablaran de algo interesante además de la iglesia.

Sofía era otra opción, pero como eran jóvenes de la iglesia, se suponía que no debían hablarse a tal hora. Eso se aplicaba entre hombres y mujeres. No hablarse en la noche, para evitar... tentaciones, o algo así.

Por lo que su última opción, por lo menos de éstas semanas, era Manuel.

No quería molestarlo, además ¿con qué excusa le podía hablar?. Pero quería, algo le llamaba mucho la atención sobre el chico, le transmitía tranquilidad. Como si pudiese pasar por otra pelea de sus padres y hablar con Manuel para que le diga cosas sobre la naturaleza que no terminaba de entender.

Escribió un simple 'hola', pero no se animó a enviarlo. Lo borró. Bloqueó su celular y volvió a mirar por la ventana.

Se sentía atraído a Manuel, como si fuera inevitable. Era claramente el Espíritu Santo, ese sentimiento de que algo estaba muy mal. Estaba a nada de ceder.

Suspiró girando hacia su mesa de luz, abrió el primer cajón y lo sacó por completo. Lo levantó ligeramente sobre su cabeza para poder despegar de abajo una hoja de papel. Colocó el cajón nuevamente en su lugar y miró la hoja por un rato.

Vegvísir - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora