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Caminaron un par de cuadras antes de llegar a una de esas plazas poco concurridas, no había padres con sus hijos jugando ni perros siendo paseados. Había un gran contraste entre una plaza y otra. Pero dudaba que la imagen tan serena del chico escondiera alguna clase de secreto turbio.

Recuerda haber terminado en casa de cualquier clase de gente que ni siquiera sabía que existía porque Valentín y Daniel pegaban onda con cualquiera. Así que una plaza prácticamente desierta no era nada.

Se sentaron en un banco y Manuel mandó algunos mensajes.

Observó que habían grandes árboles que probablemente no eran cuidados por nadie más que la lluvia y el sol. No parecían podados de ninguna manera. Eran tan grandes que todo era sombras, en la noche, seguro era una plaza peligrosa.

-"Mi amigo vive ahí". Apuntó con su dedo a unas casas que se encontraban justo frente al final de la plaza. "Y debe estar durmiendo la siesta porque no vio ningún mensaje todavía. Supuestamente nos vemos a las 7, así que nos queda un rato acá".

-"¿Vos vivís muy lejos?". Cuestionó mientras miraba hacia los lados.

-"La casa de mi amigo, dos o tres cuadras para allá". Hizo silencio por unos segundos. "Dos cuadras". Afirmó.

-"Vivimos un poco lejos vos y yo". Dijo cuando calculó la distancia entre su casa y la ajena.

-"Antes yo vivía mucho más lejos, acá fue lo más cerca que conseguí de todo lo demás".

Frunció el ceño.

-"¿Y cómo terminaste en la iglesia si te quedaba tan lejos?".

-"Por mis tíos, uno va a donde lo llevan digamos".

-"¿A qué edad llegaste a la iglesia?".

-"Cómo a los 13, 14...".

No sabía si podía preguntar, pero tenía curiosidad. Sofía no había sabido decirle.

-"¿Por qué te fuiste?".

Manuel tomó una profunda bocanada de aire, luego lo soltó en forma de suspiro y se rió como para desestresar la situación, lo podía sentir.

-"¿Por qué me fui?". Ladeó su cabeza y levantó sus cejas, ese movimiento que lo había visto hacer varias veces. "Por qué me quedaría seria la pregunta. ¿Vos por qué seguís yendo?".

-"¿Cómo?". Frunció el ceño sin entender.

-"¿Por qué vas a la iglesia?". Preguntó Manuel sin siquiera inmutarse por la expresión de confusión que sabía, estaba haciendo.

-"Y porque... me hace bien y...". Hizo silencio mientras pensaba. No tenía idea de porqué iba, sabía por qué llegó, no porqué se quedaba. "Ya tengo una relación con Dios, quiero estar con Él".

El mayor levantó una de sus cejas como si cuestionara lo que dijo, pero se mantuvo en silencio. Se sintió un poco fuera de su lugar de confort.

-"¿Qué?".

-"No dije nada. Pero por eso me fui, no me hacía bien y ese dios ya no me parecía tan grandioso como al principio".

-"Perdiste el primer amor, eso le pasa a todos". Dijo casi recordando la cantidad de versículos que hablaban sobre eso. Manuel negó con su cabeza y sonrió, bastante amplio para el tema que estaban tocando.

-"Me desenamoré por completo. Cuando me di cuenta, ya no tenía nada que hacer ahí".

-"¿No te preocupa?". Negó con su cabeza como si no pudiese creerlo, porque en parte era así.

Vegvísir - TrueplikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora