Capítulo 9.

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En un segundo estaba a punto de maldecirlo, pero al otro, los labios del león estaban sobre los suyos... Tanta fué la sorpresa que no hizo nada en un principio; tiempo suficiente para que las personas que se encontraban por el área pasaran sin notarlos.

Pero a pesar de que ya el peligro momentáneo había pasado, ni Draco y mucho menos Harry se separaron. De hecho todo lo contrario; el moreno profundizó más el beso, rodeando la fina cintura del rubio con un brazo para atraerlo hacia su cuerpo, juntando pecho con pecho.

Malfoy no se opuso, demasiado ocupado al estar en ese estado sorpresivo. Y el movimiento firme y contundente de los calientes labios del azabache ahora solo provocaban un sutil cosquilleo en los suyos.

Incitándole a corresponder, animándole a dejarse llevar aunque sea por una vez.

«La sensación no es tan horrible como creí... » pensó, y sintió su corazón latir con mucha fuerza al sentir los leves toques que el más bajo le proporcionaba en el área donde tenía su mano posada, el aroma masculino de Harry inundó su naríz al tenerlo así de cerca. Y era realmente embriagador.

Así que, poco a poco empezó a bajar la guardia. Sus brazos rodearon delicadamente el cuello del moreno y...

Y entonces, solo entonces se permitió cerrar los ojos.

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—¿Nada?— el pelirrojo salió de la torre de astronomía mientras sacudía la cabeza en negación, Hermione suspiró, bajando sus hombros en señal de derrota—. Muy bien, me rindo.

—¿Y si Malfoy lo mató ya y lo enterró cerca del sauce boxeador?— preguntó Weasley horrorizado, el solo pensamiento de ni siquiera poder visitar la tumba de su mejor amigo lo espantaba aún más,  la leona no hizo más que rodar los ojos.

—No exageres ¿Sí?, Malfoy no es tonto y sabe que de hacerle algo malo a Harry podría ser expulsado al instante.

—¡Pues se iría felizmente de Hogwarts sabiendo que Harry está muerto!

Un ruido sordo se escuchó por todo el corredor, Ron tenía el rostro de lado con la mejilla rosada, que poco a poco se tornaba de un color rojizo y la marca de la mano de la castaña se acentuaba.

Lo había abofeteado.

—¡No seas inmaduro, Ronald Weasley!— vociferó la chica, el aludido se llevó las manos a la zona afectada, todavía muy sorprendido.

En los siguientes minutos, un silencio impacable y tenso los rodeó rápidamente. Ron miraba a Hermione con sus cejas fruncidas y viceversa... Solo que ella tenía los brazos cruzados.

—¿Por qué me golpeaste?— le gruñó.

Ella suspiró mientras negaba—. Estás diciendo cosas irracionales y estúpidas, tenía que dártelo, te lo merecías por insensato.

—¿Y me equivocaba? Hermione...

—No, Ron— espetó con rudeza—. Estabas muy equivocado, Ellos serán rivales... Y Malfoy será un muy desgraciado hijo de puta con él. Pero es un ser humano, y aunque lo odie con todo su ser, nunca desearía verlo muerto.

El pelirrojo la observó con sorpresa, mientras tenía sus ojos azulinos abiertos como lechuza. Estaba... ¿sorprendido? ¿Era posible sorprenderse dos veces? Quizás ésta era la primera vez que Ron escuchaba a la de melena alborotada defender a Malfoy.

Aún después de todo lo que ha pasado, las humillaciones que el sangre pura le había hecho pasar. Hermione lo defendía.

Y tal vez, sólo tal vez, tenía razón.

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