Capítulo 8.

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Leones y serpientes se veían fijamente, la tensión era palpable en el aire, sofocante, asfixiante.

—Zabini, Parkinson— comenzó Hermione con un escueto saludo.

—Granger— saludaron a la par, mientras daba un leve asentimiento con la cabeza.

Ron frunció el ceño en cambio, ¿Que hacían esos dos ahí? Interrumpiendo su charla.

—¿Que queréis vosotros dos?— espetó de mal humor.

—Tampoco nos agrada tu presencia, Weasley— atacó Parkinson mirándolo fríamente.

—Disculpenlo, está un poco idiota— intervino la leona interponiendose entre ambos jóvenes. Estaba muy segura de que esos dos echaban chispas de los ojos.

Por el contrario de Blaise quién se mantuvo en un estado sereno y silencioso.

—Bien, ¿Se les ofrece algo?— preguntó Hermione con calma, teniendo a Ron sujeto de la manga de su túnica.

Ambos Slytherin's se observaron simultáneamente y asintieron.

—¿Tienen alguna idea de donde está Potter?— cuestionó Pansy.

—¿Para que necesitan saber?— preguntó ella en cambio.

—No encontramos a Draco, pensamos que estaría por ahí... Con Potter—. Hizo énfasis en las últimas palabras, Ron frunció el ceño, otra vez.

—¿Y Por qué Harry querría estar con Malfoy?— alzó una ceja—. Esos dos no tienen nada que hacer juntos, preferiría que Harry estuviera díez metros alejado de... Él.

Hermione le miró mal, mientras tomaba su brazo soltando la tela, haciendo un poco de presión como reprimienda. El pelirrojo la miró fijamente, antes de rodar los ojos y bufar.

—No lo sé, Parkinson... Harry desapareció luego de la comida y no lo hemos visto. Buscamos en la sala común, en el salón para defensa contra las artes oscuras... La sala de adivinación, pero no hemos dado con él— explicó Granger, suspiró—. No es muy difícil imaginarse que tal vez— ignoró con maestría el jadeo contenido de Ron—. Esté con Malfoy.

Mientras las chicas mantenían una plática cerca de lo agradable pero en palabras de Zabini, civilizada. Éste, se dedicó a estudiar el rostro del león. Cejas pobladas, ojos intensamente azules, pecas salpicadas por su rostro, naríz respingada... Cabello pelirrojo, labios rellenos-...

Parpadeó perplejo, relájate Blaise, fué sólo un desliz se animó, sin embargo, al volver su vista al estudio facial de Weasley, se encontró sorprendido por dos hermosos zafiros contemplándolo con atención.

El tiempo parecía haberse detenido, o almenos así lo sentía Blaise luego de que sus ojos se encontraran. Debía de estar volviéndose loco, pero no sabía porqué esas orbes le parecían... Atractivas.

—...aise... ¡Blaise!.

El tiempo se descongeló al igual que sus pulmones volvieron a llenarse de aire, comprobó al pelirrojo una vez más y al verse ignorado nuevamente. Se obligó a sí mismo a ponerle un poco de atención a su enojada compañera.

—¿Qué?.

Pero no pudo, mientras veía a la pelinegra mover los labios diciendo quién-sabe-qué su mente estaba divagando una vez más. Cabello pelirrojo, ojos azules... Weasley.

«Estoy jodido» pensó, porque a diferencia de su estúpido mejor amigo (Draco)—quién ni siquiera quería saber qué eran esos extraños sentimientos que crecían a pasos descomunales en su interior—, el sabía que estaba ocurriendo.

Mírame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora