Capítulo 18.

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Parkinson tenía una lúgubre expresión en su rostro, Draco, sintiéndose estúpidamente intimidado, la miró por unos segundos antes de desviar la mirada hacia otra dirección, levantó sus brazos, las mangas de la túnica se corrieron mostrando las mangas de un suéter gris, fingió un bostezo.

Evidentemente para obviar el hecho de que, esto era un vago intento por fingir que no la había visto.

Ni bien intentó dar un paso en una dirección opuesta a la de Pansy, cuando ella estuvo plantada en sus narices en un par de zancadas.

Hipó a causa de la impresión, entonces miró absurdamente su muñeca desnuda—. !Por Merlín! mira que hora es, olvidé un compromiso muy importante.

Entonces hizo una pequeña venia en dirección a su amiga sin mirarle para darle la espalda, con la intención de por fin, librarse de preguntas tontas e interrogatorios incómodos.

—No tienes un reloj que te indique la hora, Malfoy— siseó la Slytherin, lo tomó firmemente del antebrazo dejando estático al aristócrata, ella de un solo movimiento le dio media vuelta para que ambas miradas se volvieran a encontrar.

—Uh... fue un encantamiento de tiempo— soltó rápidamente.

—No sacaste tu varita en ningún momento— atacó con una mirada fiera.

Draco maldijo mentalmente, quizás su insensatez momentánea se debía a que sus pensamientos estaban dispersos, sin coordinación; gracias a los frescos recuerdos recientes de lo que había sucedido con Harry hace unos minutos.

Oh, Harry.

Ese tonto muchacho de melena revoltosa y negra como la noche, ojos de un color verde tan brillante como unas preciosas esmeraldas, gafas ridículamente redondas y una cicatriz que marcaba su destino, su propósito en el mundo.

—Olvidé mi mochila en la sala común— dijo ignorando las palabras de la chica intentando escapar por segunda vez.

Sin embargo, Pansy Parkinson, la bruja más talentosa de su casa, no iba a dejar que uno de sus mejores amigos se saliera con la suya.

—Potter se fue apenas dije tu nombre.

El rubio de tez blanquecina se sonrojó ligeramente ante la sola mención del Gryffindor, Pansy frunció ligeramente su entrecejo.

—Su equipo va a practicar para el próximo partido de quiddicht— ¿Por qué estaba dando tantas explicaciones?—. Da igual.

Parece que no iba a librarse de las garras de su amiga.

La muchacha de hebras oscuras sonrió un poco antes de colgarse de su brazo y comenzar a caminar, obligando al rubio a hacer lo mismo.

Hubo silencio por un rato, solo se escuchaban los pasos de los niños y las capas ondeando de forma elegante.

En realidad, Harry si había tenido que irse por un compromiso (al menos, se había ido con una respuesta positiva a su determinado encuentro en la noche con el rubio), Draco tampoco sabe de que se trata, pero Potter no tenía que decirle nada de todos modos.

Aunque la curiosidad lo carcomiera por dentro.

Pansy parecía haberse creído el cuento del próximo partido de quiddicht, pues no hizo más preguntas. E incluso, puede que haya eludido satisfactoriamente su interrogatorio.

—Y dime, ¿es una cita?— ambos se detuvieron, el pobre aristócrata de melena rubia casi se ahogó con su propia saliva, empezó a toser ruidosamente y Pansy con una tierna sonrisa de labios le dio palmaditas en la espalda para calmarle—. Tomaré eso como un sí.

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