Primavera... Adiós

VI

Los dos jóvenes amigos se disponían a abandonar la cabaña para dirigirse a casa de Daniela; pero Alex, al ver el automóvil blanco y Nancy al lado de un tipo desconocido finalmente vestido, se enfrenta en seco.

— ¿Qué pasa, no me digas que estás celoso? — pregunta Nick, queriendo dar una confianza a su amigo, que él mismo estaba lejos de sentir, pues presentía algo malo al igual que su amigo.

— No sé, espera por favor, quiero ver qué pasa — pide el joven inseguro.

— Qué va a pasar hombre, Nancy no sería capaz de engañarte menos en tus narices.

— ¿Qué explicación le das a aquella situación entonces?

— Qué más va a ser. Lo lógico es que el tipo sea su representante, él quedó de venir a verla para informarle de la fecha de su exposición. ¿No?

— Sí, pero puede no ser él, te sugiero que esperemos un momento. ¿Sí? Sólo un momento.

— Esta bien... Después no vaya a decir Nancy que la estamos espiando.

Los jóvenes quedan como clavados donde estaban, expectantes, ansiosos contemplando la escena de Nancy con el tipo aquél de blanco. Ella por su parte, ignoraba que ellos estuviesen allí, pues les estaba dando la espalda, no así Daniel que estaba frente a ellos.

— Muy bien, ¿qué es lo importante que tienes para mí?

Por toda respuesta se inclina hacia el asiento delantero del vehículo, toma un diario de noticias y se lo alarga, Nancy toma el mismo, y lee en la primera plana una noticia que le llama la atención, pues es la que está escrita con letras más grandes que las otras y demás ocupa más de la mitad de la plana.

"Terroristas definan una bomba en avión de la Compañía estatal, se cree que en dicho avión viajaban 125 personas, en su mayoría empresarios"

— Bueno, si sólo para traerme el diario fue tu visita, te lo agradezco — responde con ironía.

— No me lo agradezcas todavía. ¿Sabes quién era uno de los pasajeros?

— Nadie que me interese, creo yo.

— Yo creo que un padre le interesaría a cualquiera, y mucho más a ti, que adorabas al tuyo.

Al escuchar estas últimas palabras, siente que el mundo se le viene abajo y tiene que buscar apoyo en el vehículo, pues las fuerzas le flaquean.

— ¿Acaso insinúas que mi padre se encontraba entre los pasajeros?

— Lamentablemente sí, mi amor. Nosotros también no lo quisimos creer al principio, pero la Compañía aérea no los confirmó.

Ella ya no pudo sostenerse sola, por lo que buscó el hombro de Daniel como apoyo, el mismo que se lo brindó gustoso.

— ¡Oh Daniel! Dime que no es verdad, por favor, di me que no lo es — pide desesperada.

— Yo también quisiera no creerlo, amor mío, pero tienes que ser fuerte, además yo estaré a tu lado.

Se aprieta aún más a Daniel desesperada, pues amaba mucho a su progenitor.

Él, por su parte, aprovecha el estado de ánimo de la bella muchacha para robarle un beso, beso que ella no siente, pues está con la cabeza y el corazón destrozado.

— Llévame Daniel, por favor, vamos pronto — pide subiendo al auto desesperada.

— ¿No te vas a despedir siquiera?

— No. Qué importa ya, lo único que quiero es llegar a casa de mis padres. Por favor...

El auto se aleja de la playa tomando la carretera que lo conducirá a la ciudad. Ante el asombro de Alex, que después de ver lo ocurrido entre Nancy y Daniel, siente que la vida no tiene ya sentido para él, todo aquél mundo de amor e ilusiones que se había formado para disfrutarlo al lado de la mujer que amaba se le vino abajo, esa mujer, que sentía lo había engañado minutos antes y ante sus propios ojos y lo que es peor aún, marcharse  sin ni siquiera dejar alguna explicación, por lo que da media vuelta y regresa a la cabaña derrotado, cabizbajo y humillado, ante aquél desengaño que le partía el corazón, pues nunca antes ninguna mujer lo había enamorado así como Nancy, pero, ¿de qué serviría todo eso ahora? Cuando sentía que sólo había sido utilizado por una mujer que hasta ahora estuvo jugando con él, tal vez para olvidar un amor anterior, y ahora, al comprobar que aún no lo había podido olvidar, simplemente hizo una llamada y todo solucionado, la vida empezaría nuevamente para ella, mientras él, se debatía con el corazón destrozado. Al llegar al anterior del cuarto que ocupaba en la cabaña empezó a empacar sus pocas pertenencias, dejando escapar alguna que otra lágrima de amor que le brotaba de vez, en vez, la impotencia de no ser correspondido por la mujer amada...