XII

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Después de recorrer casi toda la galería y haber analizando ligeramente cada obra de Nancy, el árabe, como era costumbre suya, quiso saludar a la autora, pues nunca había comprado una obra sin antes sostener un diálogo con los autores de las mismas, si éstos estaban presentes, claro.

— Bueno — dijo el árabe — quisiera conocer a la autora de tan originales obras, ya que veo en cada una de ellas una grandeza de espíritu y una fragilidad en el alma.

— Muy bien señor Al Shamir, no faltaba más... — responde el representante de la galería y conduciendo al árabe y su comitiva se dirigen hasta donde se encontraba Nancy acompañada de Guillermo, Daniela y Nick.

— Nancy, él es el señor Al Shamir, quien nos honra hoy con su presencia.

— Es un placer señorita Grimaldi, la verdad nunca pensé que la autora de tan originales cuadros, fuese tan joven y hermosa a la vez. 

— El gusto es mío señor Al Shamir — responde Nancy - y es un honor para mí contar con su presencia ésta noche en la galería, deseando que mis obras sean de su agrado a su refinado gusto.

— Indudablemente señorita. Es lógico que me gusten sus obras, como ésta por ejemplo.

Dice dirigiendo la mirada hacia el cuadro que estaba ala izquierda de la joven pintora. Un bonito cuadro por supuesto, en el cual se podía apreciar lo bello de la hermosa playa, al fondo un inmenso mar, todo bañado por un sol radiante, acompañado de un joven parado con vista hacia lo infinito del mar y, finalmente, un bonito rostro femenino en la parte superior izquierdo que salía en forma casi fantasmal.

— Muy lindo. Y como veo que no tiene precio, ésta debe ser su mejor obra. Felicidades señorita. 

— Sí. Muchas gracias. La verdad, es un cuadro muy lindo que significa mucho para mí.

— No lo dudo, y en lo posterior significará mucho para mí, ya que es el que me pienso llevar a Medio Oriente, el cual sin duda será la envidia de mis amigos más cercanos.

— Bueno, la verdad, señor yo...

Ella quiso hacer una objeción pero es interrumpida por el árabe, que sonriso responde. 

— Sí, señorita. No vamos a discutir el precio, que todo lo que yo pueda dar por él no compensan tanta originalidad, pero no por ello deja mi oferta de ser tentadora.

 A una señal suya, se le acerca uno de sus acompañantes con la chequera y una pluma dorada en oro, el hombre toma la chequera, escribe algunas cifras y alargando el cheque a la joven pintora, comenta.

— Señorita, aquí tiene usted un cheque por 400.000 libras, que puede cobrar en cualquiera de mis bancos que poseo en este país, como en cualquier banco del exterior.

Nancy, al ver el cheque no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban leyendo, pues tanto ella como sus amigos y el mismo representante de la galería, sabían que era demasiado dinero por un simple cuadro, sabiendo que las 20 obras que en esos momentos estaban en exposición, todas ellas no pasaban de las 20.000 libras, tomando en cuanta que el elevado valor se debía en parte al nivel de la galería en la cual se exponían.

Se podía decir entonces que la joven pintora estaba de suerte aquella noche, primero lograba que el señor Al Shamir se fijara en uno de sus cuadros, lo cual ya era mucho pedir para cualquier pintor de la época, y segundo, cuando el árabe lo ofrecía 400.000 libras por un solo cuadro. 

— Señor Al Shamir, creo que debo ser más explícita con usted, la verdad, ese cuadro no está en venta. mire... es algo muy particular. 

Al oír tan disparatada respuesta. Guillermo se quiere morir al igual que el representante de la galería, pues no tiene caso que un pintor con los cinco sentidos, rechazara el privilegio de poder vender una obra al árabe, y lo que es peor aún, rechazar 400.000 libras. Nancy sin duda debía estar loca. 

Primavera... AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora