I

44 6 0
                                    

El auto paró bruscamente frente a la gran casa con portones anchos y escalera más o menos alta.

Del auto rojo, deportivo, convertible, bajó Nick, muchacho extrovertido, figura atlética, piel blanca y cabellos castaños en forma de melena bien cuidada.

— ¿Todo listo, Alex? — pregunta una vez dentro.

— ¡Ah! Sí, pero hazme un favor, ayuda me con el bolso.

— Muy bien y vamos pronto, pues ya son las 3 de la tarde y si nos demoramos más, llegaremos de noche.

Tomando el bolso más pequeño sale Nick con bastante prisa y lo deposita en la parte trasera del auto. Alex, tomando la otra maleta en la mano izquierda y un libro rojo con letras doradas en la derecha, sale también hacia el vehículo, a la vez que grita desde el umbral.

— Hasta el fin del verano papá.

— Adiós hijo y cuídate, salúdame también a Nick — responde una voz desde el interior de la casa.

— Bien papá y despídeme de mamá.

— Lo haré cuando llegue.

Nick, al ver llegar a su amigo con su maleta y el libro rojo, hace una mueca de burla al tiempo que pregunta.

— Vaya. ¿Pensé que íbamos de vacaciones y no de exámenes?

— Mira, es mi último libro de Derecho, por lo cual he pasado varias privaciones para obtenerlo.

— Sí, a mí me consta lo de tus ahorros, pero eso no tiene nada que ver con las vacaciones, porque en la playa o estudias o bien te diviertes.

— No te preocupes, trataré de hacer ambas cosas a la vez, sin perjudicar las vacaciones, claro.

— Está bien, y yo trataré de mantenerme lo más lejos que pueda de éste — dice, dando unas palmaditas sobre el mismo. Pone en movimiento el vehículo saliendo con bastante prisa; sólo había avanzado unos veinte metros, cuando de la casa sale un hombre más o menos joven, bien parecido, a carrera llamando.

— Hey muchachos, hey Nick, Alex, vuelvan.

Tan violento como saliera el vehículo se detiene y rasgando el asfalto con las ruedas, marcha hacia atrás frenando de nuevo frente a la casa.

— ¿Qué pasa papá?

— Alex, adivina de qué te estás olvidando?

— A ver... déjame ver, hummm

— Tu guitarra hijo, está sobre la mesa.

Sin vueltas, Alex baja del auto y corre hacia el interior de la casa, para salir en un momento con una guitarra en la mano, y dirigiéndose a su padre.

— Gracias papá de no haber sido por ti, lo hubiera lamentado...

— No te preocupes hijo, que se diviertan. Adiós muchachos.

— Adiós papá.

— Adiós don Pablo.

Ahora sí, el vehículo arranca como la primera vez y se pierde en la lejanía, hasta tomar la carretera que los llevará a las cálidas playas de Aguas Claras.

Nick conducía seguro, a su derecha se encontraba su amigo pensantivo.
Era Alex de carácter apacible, no se podía decir que fuera introvertido ya que a veces era impulsivo e inpetuoso, tampoco era extrovertido, pues tenía el hermoso joven, una mirada tranquila y un espíritu melancólico y romántico. Además, a veces solía mostrarse taciturno, como si al quedar así estuviera tratando de descifrar algún misterio que la vida encerraba y que él trataba afanoso de descubrir a través de su bien dotado cerebro, pues era el joven inteligente y le gustaban mucho los libros, sobre todo aquellos que tocaban temas del renacimiento Italiano, intrigas papales, pinturas y esculturas, sin mencionar los que hablaban de Leonardo, el genio de Vinci. Pese a su corta edad, ya había leído Hermes Trismegisto — de Marsilio Ficino — y los clásicos Giovanni Boccaccio, Nicolás Maquiavelo, Torquato Tasso y José María Vargas Vila, quién, pese a pertenecer al círculo de los escritores malditos, era su favorito, además era un novio perfecto que quería tomar para sí la filosofía. Su rostro era moreno y sus cabellos, finos, brillantes y encrespados, que solía tener siempre bien cuidados en forma de melena y de una largura regular y pulcra, lo megro de sus cejas bien pobladas, encajaban bien con sus pestañas, negras aún más que aquellas y crespas por descendencia  — ya que su madre las llevaba igual — sus ojos eran algo tristes y melancólicos, como si en ellos encerrara todo lo sereno y amable de su espíritu, más, también eran negros los ojos del joven.

Primavera... AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora