Capítulo 21: La cripta del deseo

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La Cripta del Deseo, ese lugar en donde las personas con alto poder adquisitivo podían ir a satisfacer sus deseos de humillación y saciar el hambre de violencia carnal. Un lugar en donde la única ley era "Experimentar". El rojo y el negro eran los colores predominantes, el cuero y el látex las prendas preferidas. En el ambiente se podía percibir el olor a sexo mezclado con alcohol y cigarrillo. No había preferencia sexual, era un battle royal a la vista de todos, donde podías participar o solo mirar. La música que se escuchaba era un hipnótico industrial que te invitaba a dejar todos tus prejuicios en la puerta y a participar de todas las actividades.

Crimson había podido ingresar al lobby del lugar luego de haber tenido que hacer una demostración de capital, para pagar la membrecía en el lugar. No era barata para nada y entendió porque el lugar era tan exclusivo. Al acercarse a las cortinas rojas que separaban el mundo mortal del mundo del erotismo fantástico, un hombre con musculosa negra y pantalón de vestir negro lo detuvo.

- ¿Viene solo, señor? – le preguntó con mucho respeto.

-Sí.

Ante la respuesta el hombre le entregó tres cosas, que esperó a que el guardaespaldas se las pusiera, dos muñequeras de cuero ajustables con argollas y un collar grueso de cuero. Cuando Crimson terminó de colocárselas, el hombre sacó un transfer con un dibujo, este era un tribal elaborado de un reloj de arena que se lo puso en el dorso de su mano derecha. Luego tomó del pequeño mostrador un gotero.

-Abra la boca y levante la lengua, por favor...- pidió con pleitesía.

Este obedeció y se le pusieron cinco gotas de ese líquido en la boca para que este la tragase, una vez que este lo hizo. – Bienvenido a la Cripta del Deseo, en este lugar existe solo una regla, no existe el "NO".

Al ingresar los lazers verdes le pegaron de lleno en los ojos, desvió la mirada para un costado y observó a un grupo de mujeres vestidas de cuero que le observaban mientras bebían vino, desvió la mirada y volvió su vista al frente, el olor del lugar era tan particular que se colaba en los huesos, una mezcla perfecta entre dulce y fuerte.

Caminó por el pasillo buscando a la razón por la que estaba allí. El lugar era enorme, por donde había ingresado eran solo las mesas de recepción donde algunos se juntaban a beber antes de pasar a la zona principal donde estaba realmente toda la diversión.

En distintos puestos bien distribuidos había jaulas con sillones alrededor. Dentro de las jaulas negras había un mínimo de dos y un máximo de tres. Los roles eran variados, en algunos casos de los tríos, había un sumiso y dos dominantes o un dominante y dos sumisos que se obedecían a lo que se les ordenaba sin negarse a nada, siendo los géneros igual de variados, heterosexuales y homosexuales por igual y dos sumisos que se obedecían a lo que se les ordenaba sin negarse a nada. Podía observar como a una la habían colgado de las muñequeras a la jaula y le habían vendado los ojos mientras otra mujer acariciaba el cuerpo de con sus guantes de látex, parecía que la diversión recién comenzaba la tortura o la diversión para ellas. Alrededor la gente tomaba asiento para observar lo que iban a hacer.

Caminó por el medio del lugar, sin acercarse a ninguna jaula asumiendo que si no se acercaba no invitaría a nadie a tomarlo y meterlo en una. Buscar a alguien en un lugar cuya única luz buena era la luz blanca sobre cada jaula lo hacía complicado, "Esto va a ser una larga noche..." pensó para sí mismo.

***

-Evelynn... ¿Sucede algo...? Estás distraída...- le preguntaba un chico rubio que se encontraba desnudo sobre ella en una cama enorme que se imponía en una enorme habitación. La diva se encontraba debajo desnuda, parecía ida, no estaba en su estado normal.

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