Capítulo 8: Puntos de partida

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-Querido...- dijo una sensual voz juguetona- me sorprende que puedas sentirme...

-Evelynn, ¿qué haces aquí? – dijo buscándola por todos lados no podía verla, pero su voz se escuchaba por toda la habitación. Hasta que sintió un ardor en su pecho tan fuerte que lo hizo gemir, se deslizó por la pared hasta quedar sentado, se tocó el pecho y sintió la sangre caliente brotar.

-Uhm... que dulce que eres...

Escuchó los pasos de la diva acercarse lentamente, hasta que quedó enfrente suyo, pudo verla al fin. Sus ojos brillaban en la oscuridad de un alarmante color amarillo, su mirada no era seductora, era salvaje, como la de un animal hambriento y un aura amenazante la envolvía.

- ¿Qué... ahg...?- no pudo articular palabras al sentir el dolor del taco de la diva apretar contra la herida recién abierta.

-Estoy cansada de jugar y me hiciste esperar...

-Evelynn...- el guardaespaldas agarró el zapato de la diva intentando sacarlo de su pecho, pero ella apretaba con más fuerza.

La sonrisa en el rostro de la demonio era lasciva entre más peleaba, más se retorcía más placer le daba. Pero quería más, había entendido que sin importar con quienes se acostara, no se sentía satisfecha, entonces entendió que la razón no era ella sino era el con quien.

Cuando el taco empezó a presionar su cuello y le faltaba el aire empezó a preocuparse en serio. –Evelynn, por favor...- suplicó sin poder sacarla.

Ella se relamió las garras al escucharlo y luego de unos instantes lo soltó, era lo que deseaba, ahora estaba segura: deseaba devorarlo hasta el último grito.

Tosió al estar liberado, le faltaba el aire. Ella se inclinó a su altura y le obligó a mirarla. Acarició su rostro con sus garras suavemente. Todo su cuerpo se sentía extrañamente excitado de ser tratado con esa violencia.

-Eres tan bello cuando sufres...- gimió ella contra los labios del guardaespaldas. - desearía hacerte sufrir más...- y lo besó con brusquedad agarrándolo de los pelos.

Crimson se dejó besar, había dos visiones distintas en ese momento, por un lado, quería huir y por el otro, quería agarrar a esa mujer, tirarla sobre la cama y perderse en la violencia.

-Uhm... Cariño. - Le dijo al sentir como este se abalanzó sobre ella, la agarró cargándola a la cama y la tiró en ella.

El ojo amarillo del guardaespaldas brillaba tanto como los de Evelynn en la oscuridad, se sentía desvestida por solo ese ojo.

-Cariño, no me hagas esperar...- le susurró con suplica fingida.

Crimson se arrodilló en frente de la diva y la atrajo al borde la cama, donde para tener, mas fácil acceso simplemente rompió las medias de red que estaba usando, lo que hizo que ella gimiera de placer ante la acción.

-Así que quieres empezar por ahí...- jadeó burlonamente. - uhm... Cariño...- dijo aferrándose a la cabellera pelirroja y a su espalda, la cual no perdía oportunidad en clavarle sus garras al sentirlo chupar su entrepierna.

El guardaespaldas se sentía perdido, extraño, como si entre más lo dañara más la deseaba. Saboreaba el sabor embriagante del sexo de Evelynn que parecía tenerlo atrapado ofreciéndole cada vez más.

Ella lo separó y lo obligó a mirarla con su sonrisa burlona y lasciva.

-Que dulce que eres al ofrecerme tan buen servicio, perrito...- le susurró mientras acariciaba sus labios entre abiertos con sus garras.

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