Capitulo 51: Almas condenadas - Parte II

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Luego de la recepción Aoi no volvió a aparecer, Atsuro la había estado llamando pero no había atendido el teléfono. Crimson hizo lo mismo pero este le enviaba mensajes, sabía que si su mentora estaba dolida no atendería a nadie, pero quizás leería en algún momento.

El guardaespaldas sabía que la situación había sido tensa y difícil de digerir para alguien de un corazón tan puro como Seraphine. Y por más que hubiera hablado con ella y explicado todo sobre los pactos y sus formas de vida, sabía que esta no estaba de acuerdo en que hubiera hecho sufrir a un niño, independientemente, del alma que este tenía.

Esto solo estaba dando vueltas en su cabeza cuando la puerta principal se abrió e ingresó una mujer de cabellos castaños y ojos miel vestida con una remera blanca de Ramones, un jean ajustado y una campera de cuero.

Miró a su alrededor hasta que en su rostro se dibujó una sonrisa enorme al ver al pelirrojo.

-¡Crimson!- Gritó de júbilo y corrió a su encuentro.

-¡JANET!- el guardaespaldas la atajó en brazos y giró con ella hasta que la dejó en el suelo. Se le veía extremadamente feliz de verla.

-Tanto tiempo sin verte.- la chica lo miró y apretó sus brazos sintiendo los duros bíceps.- Estas más grandecito que la ultima vez que te ví.

-Je.- este se ruborizó un poco.- me han pasado cosas.

-Seguramente.- le contestó ella riéndose sutilmente.- Así que ahora eres el guardaespaldas de un grupo musical de chicas.

Este asintió y miró a su alrededor pero no vio a ninguna de ellas. Se había imaginado que querrían conocerla ni bien llegara, en especial Evelynn y Ahri, pero este no había sido el caso.

-Creo que deben estar perdidas por la mansión de Chad. Suele suceder.- le contestó él, luego señaló el sofá cercano.- sentémonos, tenemos tanto de que hablar.

-Sí, muchas cosas, Crim...- le contestó con una sonrisa triste.

Luego de sentarse y de que un mayordomo les trajera unas tasas de café, comenzaron a hablar. Al principio eran tonterías y luego anécdotas que habían vivido cuando compartieron el tiempo juntos. Pero a la larga, el guardaespaldas se enredaba más en querer saber que había sucedido.

-Janet, ¿Por qué no me dijiste?- Le preguntó desviando la mirada.

Esta se asombró pero borró esa expresión de su rostro rápidamente y pasó a una de alegre resignación. Le apoyó la mano en la espalda y miró las tasas.- hum... es una difícil pregunta. Sabía que si lo hubieras sabido ibas a hacer alguna locura con tal de salvarme y la realidad es que... no necesito que me salven, Crim.- Le contestó y se levantó acercándose al ventanal que estaba cerca.- No soy una damisela en peligro. Hice las paces con mi destino, Crim. Y está bien, hice la mayoría de las cosas que quise hacer hasta ahora. Pero no quiero irme sin cantar contigo una última vez.- Se volteó y le sonrió de oreja a oreja.- eres mi mejor amigo y nadie jamás me ha entendido tan bien en el escenario como tú.

El guardaespaldas se levantó y no sabía que decir ante todo eso pero se acercó a ella y la abrazó con fuerza.

-Te quiero, idiota...- le susurró al oído.

-Y yo a ti, idiota mayor.- le reconfortó correspondiendo el abrazo y dejando que sus ojos se llenaran de lágrimas.

Janet era una chica de la altura de Seraphine, algo menudita y actualmente un poco chupada debido al tratamiento de su enfermedad que se había rehusado a continuar pero que disimulaba con el maquillaje. Su brazo izquierdo cubierto de tatuajes y un pelo algo pajoso debido a lo quemado que tenía su propio cuerpo debido a las medicinas. Se notaba que en su tiempo, Janet había sido una hermosa chica que si la naturaleza no hubiera decidido de forma abrupta acortar su tiempo de caducidad, lo sería aún más en ese momento.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2023 ⏰

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