El viernes llegó, después de una semana en la que los besos y las caricias a escondidas con Daniel en su coche no faltaron. Una semana en la que la tarea escolar también me agobiaba, y que pasó muy rápido. Por suerte, ese día no tenía psicólogo, así que pude acostarme un rato al regresar del instituto.
No me gustaba echarme a dormir antes de la cena porque se me revolvía el estómago, pero mi cuerpo me lo pedía. Por primera vez el cerebro me estaba dejando descansar, y no podía dejar pasar la ocasión.
Sin embargo, me desperté antes de la hora prevista, sin que la alarma que había puesto en el teléfono sonara. Entreabrí los ojos desorientada, hasta que me encontré otros grises mirándome bastante cerca.
Me desperecé en seguida, incorporándome en la cama mientras Daniel se echaba hacia atrás, dejándome espacio. No sabía qué hora era, pero el Sol ya comenzaba a ponerse. Cristina estaba avisada de no despertarme para la cena.
—¿Qué pasa? —Pregunté, todavía intentando hacer conectar los circuitos de mi cerebro.
Daniel se rascó el brazo, pero no apartó la mirada.
—El concierto es esta noche. Quería preguntarte si te apetecería venir.
Mierda. El concierto de Olvido 5. Esta noche se jugaban el poder tocar en un local muy famoso de Los Ángeles. Y se me había olvidado por completo.
Prácticamente salté de la cama, tambaleándome por el cambio tan brusco, y comencé a mover las manos con excitación.
—¡Claro que sí! Dame cinco minutos que me cambie de ropa y...
Los labios de Daniel fueron estirándose en una sonrisa complacida. Me tocó el hombro e interrumpió mis palabras apresuradas.
—Tranquila, preciosa. Primero cena algo. Tienes media hora para prepararte.
Asentí, y junté las palmas en un pequeño aplauso. Había estado solo una vez en uno de sus conciertos y me gustó mucho, por no hablar de los ensayos. Estaba segura de que este sería espectacular.
Daniel salió de la habitación, y yo bajé escaleras a la cocina. Cristina me había guardado un poco de pollo y arroz de la cena que prácticamente devoré, porque el tiempo apremiaba. Conseguí darme una ducha rápida y aplicarme un poco de corrector y rímel antes de que los minutos pasaran.
Estaba terminando de aplicarme un pintalabios rojo, a juego con el top que llevaba esa noche, cuando tocaron la puerta.
Por un segundo temí que fuese uno de los señores Black. Supuestamente estaban en su habitación, disfrutando una película en la pantalla de televisión extragrande que tenían instalada, y nosotros nos escabulliríamos, como tantas otras noches en los ensayos, como su hijo llevaba tiempo haciendo.
Afortunadamente era Daniel. Sus ojos grises bajaron unos segundos por mi cuerpo, mandándome escalofríos. Porque sabía que aquel concierto era importante y debíamos darnos prisa...
—¿Preparada para volver a escabullirte de casa? —Preguntó.
Guardé el pintalabios en un bolso pequeño que colgué a mi hombro, tomé una chaqueta, y asentí.
Salimos de nuevo por la ventana del baño. Un taxi ya nos estaba esperando al final de calle. Cuando llegamos a la calle, había mucha más cola para entrar en la discoteca que la última vez.
—¿Estás nervioso? —Le pregunté mientras nos adentrábamos al callejón, ajenos a las miradas de quienes seguían en la fila.
No contestó, y me tomé eso como un sí. Había estado moviendo la pierna de forma inquieta durante todo el trayecto.
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Hazme Olvidar ©
Teen FictionHISTORIA +18 || Emily ha sufrido mucho. La muerte parece acecharla, y solo quiere escapar de ella. Pero cuando no lo logra, es enviada a vivir con los Black. Y con el estúpido, prepotente e idiota de su hijo, Daniel Black. Sin embargo, Daniel parec...