Capítulo 23

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SAM: ¡Hola, Em! Hace mucho que no hablamos

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SAM: ¡Hola, Em! Hace mucho que no hablamos. Me preguntaba cómo te iba en el nuevo instituto. Aquí todos te echamos mucho de menos. Ojalá podamos vernos de nuevo pronto. Te quiero.


—Estás haciendo grandes avances, Emily. Eres más fuerte de lo que crees, y tu capacidad de resiliencia es asombrosa.

Tomé aire mientras mi psicólogo me observaba con aprobación y cierta pizca de orgullo. Tenía concertadas dos citas al mes con él, los viernes. Sin embargo hoy era miércoles, y estaba de nuevo allí, en su despacho, escuchando como me hablaba de superación personal y alababa la fuerza de mi interior, cuando en realidad no había nada que elogiar.

Pero no había ido allí para eso.

—Necesito contarte una cosa...

El señor King alzó el rostro, pero no dijo nada mientras yo sacaba el teléfono del bolsillo. Busqué el mensaje, el que había recibido el día anterior por la noche, y que no me había dejado apenas dormir.

La razón por la que, en realidad, estaba yendo un miércoles a terapia en lugar de esperar a mi cita del viernes.

Estiré el teléfono hacia él con la pantalla desbloqueada y esperé a que lo leyera.

—Ya veo... —murmuró después de un rato, devolviéndomelo—. ¿Qué piensas?

En realidad esperaba que él me diese su opinión, pero tenía que haberlo visto venir. Iba a intentar sonsacar cual era la mía, y a hacerme reflexionar. Aún así le seguí la corriente, porque sentía que lo necesitaba.

—No estoy preparada —contesté rápidamente.

Había meditado mucho durante la noche, mirando una y otra vez el mensaje, dudando si debería borrarlo, o si...

—¿Estás segura, Emily? —Presionó—. Has conseguido mucho desde que llegaste. Por fin puedes dormir por las noches, tienes amigos, y tus notas han mejorado. Sé que el instituto no es lo más importante ahora mismo, pero son consecuencias de que estás mejor.

—Da igual. No lo estoy. No puedo.

Mi respuesta fue rápida. Tal como él decía, sí que había conseguido mucho. Demasiado como para arriesgarse a estropearlo y regresar sobre mis pasos. No quería ese dolor de nuevo pesando sobre mí.

—Lo comprendo —asintió despacio—. Y si no te sientes preparada, no tienes por qué contestar.

—Pero quiero hacerlo —repliqué antes de poder cerrar el grifo de mis pensamientos.

De pronto el señor King movió una caja con pañuelos de papel desechables hacia mí. Ahí me di cuenta de que estaba llorando. No mucho, solo pequeñas lágrimas que se desbordaban por mis pestañas.

Hazme Olvidar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora