Capítulo 39

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*Al final del capítulo os digo el título de la segunda parte

*Todavía quedan 2 capítulos, narrados por Daniel.


Cristina y Gabriel nos estaban esperando después de la cena con una tarta de despedida increíble

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Cristina y Gabriel nos estaban esperando después de la cena con una tarta de despedida increíble. Estaba demasiado llena de la cena como para poder probarla, pero sentí la necesidad de sacarle al menos una foto.

Era azul, y tenía dibujado el improvisado logo de Olvido 5 sobre ella. Estaba claro que lo habían encargado. Y también que, aunque no estaban felices al cien por cien de la decisión de su hijo, lo apoyaban y se enorgullecían de él.

Me despedí de ellos la primera y subí a darme una ducha caliente, esperando que así pudiese descansar mejor. Pero cuando salí del baño vi la luz del interior de la habitación de Daniel, y fue peor.

Di vueltas en la cama, tratando de dormir y olvidar el hecho de que finalmente él se iba. En menos de doce horas saldría de la casa, y probablemente fuese nuestra última vez juntos.

No del todo, porque sus padres también eran mi familia, y seguro que coincidiríamos en algún momento de nuestras vidas, pero jamás iba a ser lo mismo. En un mes, y viviendo juntos, ya nos habíamos distanciado bastante. ¿Qué pasaría con el paso de los años y la distancia?

Pensaba en sus ojos, de un color gris que tanto me gustaba. En la forma en que me miraba y me tocaba, lo bien que me hacía sentir. En nuestra última noche juntos, durmiendo abrazados. Algo dentro de mí me decía que no podría sacarlo de mi cabeza tan fácilmente.

Porque yo no me había despedido.

Salté de la cama y caminé con paso decisivo hacia el pasillo. No se escuchaba nada y, a juzgar por la hora, Cristina y Gabriel ya estarían durmiendo.

Frené al llegar al cuarto de Daniel. Su puerta estaba cerrada. ¿Debía hacerlo?

Si no llamaba, me echaría hacia atrás, así que agarré el pomo y lo giré antes de poder arrepentirme.

La luz de su mesita de noche estaba encendida, y esa fue para mí la primera señal para saber que estaba despierto. La siguiente fue ver cómo su cuerpo se giraba hacia mí. Estaba en la ventana, mirando hacia la calle.

Ya habría predicho que esa noche no iba a dormir.

—¿Qué haces despierto a estas horas? —Pregunté, adentrándome en su habitación y cerrando la puerta detrás de mí.

—¿Y tú? —Replicó.

Cuando no me inmuté y seguí hasta el centro de la habitación, suspiró. Se llevó una mano a la cabeza, revolviéndose el pelo por encima de la nuca, aunque ya estaba bastante despeinado.

—No podía dormir.

Uno de mis labios tiró hacia arriba.

—Lo suponía.

Hazme Olvidar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora