The Cheerleader of my Dreams (ls.)

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Harry respiró profundamente cuando la profesora salió del aula al sonar la campana de receso. Se encontraba un poco más tranquilo, Niall era realmente un buen compañero y muy hablador por lo que le estuvo susurrando la mayor parte de la clase acerca de sus pasatiempos y todo el tiempo que llevaba en la escuela.

El rizado podría haberse concentrado completamente en las palabras del rubio, si no se hubiera sentido vigilado por un chico con sonrisa ladina y cabello oscuro lacio. Era un chico lindo realmente aunque su mirada le causaba algo de temor. Sintió incomodidad al encontrarse con aquella mirada repetidas veces, hasta en una ocasión ese muchacho le guiñó un ojo. 

¿Estaba coqueteando con él? Cielos, esperaba que no.

Cuando por fin la profesora llamó la atención de todos los alumnos al exponer algunas diapositivas, Harry agradeció que el chico ya no lo mirara aunque esa sonrisa ladina seguía en su rostro. 

Por otro lado, el rizado trató de concentrar al 100% sus pensamientos en la clase; sin embargo, le fue imposible al tener conocimiento que Louis se encontraba detrás de él, se sorprendió al notar que esa era su carpeta y que al parecer estarían muy cerca el uno del otro por el resto del año. No podía negar que al verlo por primera vez en el baño se quedó sin habla. Louis era ese tipo de chico por el que cualquier adolescente suspiraría al verlo caminar por los pasillos, amable, seguro de sí mismo y emanando dominancia y poder.

Y Harry se sentía tan tonto al portarse tan tímido a su lado, pero es algo que simplemente no puede controlar. Es tímido con las personas generalmente, y todo lo que pasó en su antigua escuela le hizo retraerse mucho más.

Observó como todos sus compañeros se levantaban de sus mesas, hablando animadamente entre ellos produciendo todo un gran barullo. Niall a su lado se puso a conversar con un chico moreno que estaban sentado detrás de ellos, al parecer era compañero de carpeta de Louis.

Aprovechó para revisar los mensajes en su celular, aunque no recibiera demasiados. Tenía en sus contactos solamente a Robin y a algunos señores que trabajaban en su casa, todos estos lo trataban realmente como un hijo y ahí es donde Harry encontraba todo el cariño que sus padres le negaban. Robin, el mayordomo de su familia y el chofer de su padre, es un hombre de cuarenta y cinco años, el rizado le tiene un aprecio monumental por ser una de las personas que prácticamente lo crio desde muy pequeñito. Al igual que Martha, Lucy y Joey, trabajadores de su casa, quienes siempre lo consienten y lo apoyan en todo.

Realmente Harry se sentiría en una devastadora soledad si no fuera por esas cuatro personitas que alegraban su día a día.

Salió de sus pensamiento y revisó tranquilamente sus mensajes, total, tal vez no saldría del salón al receso, no tenía a donde ir.

Robin: "Suerte en tu primer día, hijito, perdón por no saludarte en la mañana, el señor me mandó a dejar algunos documentos a la empresa"

Joey: "Suerte en todo hoy, Hady ;)"

Harry sonrió al leer el apodo. Cuando era pequeño y no podía hablar bien pronunciaba la "r" como una "d" y desde ese momento Joey decidió que lo llamaría así por el resto de su vida.

Lucy: "Cariño, Martha y yo te deseamos muchísima suerte, sé que tal vez no es lo que querías y de verdad lo siento:( pero podrás sobrellevarlo, confiamos en ti. Besitos"

En realidad, Harry simplemente los tenía como amigos a ellos, a nadie más. No confiaba en sus padres y sabía que ellos tampoco confiaban en él. Sus anteriores amigos no fueron los mejores y sinceramente no los extraña. Pero aún en el fondo está la pregunta de "¿qué es lo que hice mal? ¿por qué de pronto todos me odiaron?" No es como si aquellos chicos hayan sido los mejores amigos del mundo, muchas veces se sentía desplazado pero era lo único que tenía. Ellos y... él.