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Harry entró al gimnasio de la escuela el lunes por la mañana. El fin de semana fue un momento en el que reflexionó demasiado, visualizando todo lo que había pasado con él desde aquel momento en que fue sacado a la fuerza del closet. Sin tener ni una oportunidad de decidirlo por sí solo.

Había perdido por completo el control de su vida y estaba muy avergonzado por aquello. Sabía que no era su culpa, pero aún así se seguía sintiendo como si él hubiese podido hacer algo para impedirlo. Como por ejemplo, no caer tan tontamente por aquel chico de su antigua escuela. Ser más cuidadoso con las personas en las que confiaba. Pero... ¿Cómo él iba a saber que lo traicionarían de aquella forma? Él solo era un niño creyendo que tenía apoyo de gente a la que le importaba realmente poco lo que le pasase.

Ese fue su mayor error.

Así que, antes de enfrentar a Louis, necesitaba ganar un poco de adrenalina y emoción. Sabía que el equipo de porristas se reunía siempre temprano para conversar entre ellas así que necesitaba perder el miedo y hablar con la chica que estaba al mando por el momento. Según Louis, la organización no estaba siendo muy buena, así que no tenía ni la más remota idea de con quién conversar, así que solo hablaría con alguna al azar que le de una vibra positiva.

El beso que tuvo con Louis lo había llevado a permanecer despierto toda la noche, pensando en el giro de 180° que su vida había dado desde lo ocurrido y de lo mucho que se había prohibido a sí mismo solo para no caer más profundo en la idea de ser una completa decepción para sus padres. Todo el peso sobre sus hombros había desaparecido por unos segundos cuando besó al chico. Fue una sensación tan abrumadora. Necesitó un tiempo para procesar que no se había sentido así hace muchísimo tiempo.

Y le había gustado.

Extrañaba esa sensación de libertad y algo de rebeldía. Quería volver a sentir eso en su vida, lo anhelaba tanto.

Al ingresar al gimnasio pudo ver a una sola chica del equipo de porristas, quien estaba revisando su celular con gesto aburrido. Quizá estaba esperando a las demás, y Harry agradeció eso. Ya no era tan bueno hablando en frente de muchas personas como antes lo era.

Muchas veces extraña a su antiguo "yo".

Caminó hasta estar cada vez más cerca, con algo de timidez por lo que iba a hacer.

— ¡Hola! —saludó mientras veía como la chica levantaba su mirada del teléfono.

—Hola, ¿Cómo estás? —respondió, dedicándole a Harry una sonrisa amable.— ¿Necesitas algo...?

—Harry. Me llamo Harry. Estoy bien, gracias. Hmm si, la verdad si. —estaba tratando con todas sus fuerzas de no emitir ningún tartamudeo que demostrara su nerviosismo.— ¿Tú diriges el equipo de porristas? ¿Cuál es tu nombre? Perdón.

—Soy Taylor. Oh, no. No hay una o un líder. Se podría decir que estoy a cargo temporalmente en todo lo que se refiere a la gente que desee entrar y a los horarios extras, pero no tenemos líder. ¿Por qué? ¿Deseas integrarte al equipo o conoces a alguien que desea hacerlo? 

—S-sí. Dime... ¿Tienen más chicos en el equipo?

—Oh sí, su nombre es Luke. Oye... ¿Tú eres del otro grupo de último año, verdad? Yo también estoy en último año pero en el grupo B, me pareció verte por los pasillos junto con Tomlinson. —la rubia parecía tener muchas ganas de entablar una conversación con el rizado pero este estaba demasiado nervioso tras la mención del nombre de aquel chico al que había besado hace dos días.

—Hmm sí, yo... Sí.

—Oh perdón, debes estar apurado y yo saliéndome del tema. —rió quitándole importancia.— Aún puedes unirte al equipo, si es lo que necesitabas saber. Lo único que tendrías que hacer es esperarme y en el transcurso del día te alcanzaré un documento que debes firmar tú y tus padres, ya sabes, protocolo escolar para que tus padres autoricen que te quedes después de clase en el taller y también para estar al tanto de las horas extras que se pueden tener en algún momento. Solo debo pedirle a la directora el documento y te lo alcanzo en cuanto pueda. ¿Qué te parece?

The Cheerleader of my Dreams (ls.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora